Este fin de semana, el Sespa reúne en Oviedo a más de 3.000 aspirantes para cubrir 717 plazas de facultativos en 33 especialidades. Sobre la mesa, una convocatoria histórica. En la realidad diaria de demasiados asturianos, una pregunta inquietante:
¿llega este refuerzo a tiempo para frenar una crisis sanitaria que ya afecta a pueblos enteros, barrios y hospitales comarcales?
Porque mientras se desarrollan los exámenes, la Atención Primaria del Principado vive una tensión sin precedentes. Y el diagnóstico es tan claro como preocupante: falta de médicos, jubilaciones masivas, agendas imposibles, consultorios con días en blanco y hospitales al límite en varias áreas.
Asturias presume —con razón— de tener uno de los mejores sistemas sanitarios de España. Pero esa fortaleza convive hoy con una debilidad profunda: la dificultad creciente de garantizar médicos donde más falta hacen.
La tormenta perfecta: envejecimiento, fuga de profesionales y un relevo que no llega
Los números son demoledores.
Se estima que uno de cada tres médicos asturianos se jubilará antes de 2035. Y el relevo generacional no está ni de lejos garantizado. Durante años, la precariedad, los contratos encadenados, la sobrecarga y la falta de incentivos alejaron a muchos jóvenes del sistema sanitario asturiano, especialmente de su zona rural.
Al mismo tiempo, Asturias es una de las comunidades más envejecidas del país: más mayores, más crónicos, más demanda. Y menos manos.
Es la fórmula perfecta para lo que ya está ocurriendo: un déficit estructural de médicos, especialmente en Atención Primaria, que está sacudiendo al Principado de occidente a oriente.
Los escenarios más críticos: alas abandonadas, barrios saturados y hospitales que hacen malabares
Jarrio: el occidente que espera y desespera
En el Hospital de Jarrio, el ejemplo más crudo:
solo un urólogo, una consulta a la semana, 400 personas en lista de espera y una demora que supera los cuatro meses.
Para muchos vecinos, acceder a un especialista es una odisea que implica kilómetros, tiempo que no tienen y la sensación de que viven en la Asturias olvidada.
Ventanielles: cuando un barrio entero vuelve a protestar
En Oviedo, el barrio de Ventanielles —uno de los más castigados socioeconómicamente— ha tenido que volver a movilizarse para pedir algo tan básico como mantener su personal sanitario.
Faltas de cobertura, sustituciones que no llegan y un miedo creciente: ¿qué pasará cuando se jubile el siguiente médico o enfermera?
La Asturias rural: consultorios de días contados
En decenas de pueblos de las alas, el médico solo acude uno o dos días por semana.
El resto se resuelve por teléfono… si la situación lo permite.
Para los mayores —que en muchos concejos superan el 35% de la población—, cada desplazamiento al centro de salud es un viaje, y cada viaje una barrera.
“Aquí trabajamos al límite”: la realidad de los profesionales
Médicos de familia de áreas rurales lo repiten sin dramatismo, pero con cansancio:
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“No damos más de sí.”
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“Un día hacemos de médicos; otro, de administrativos; otro, de psicólogos; otro, de bomberos.”
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“No es que no queramos venir a los pueblos: es que así no hay quien aguante.”
Las agendas se llenan antes del mediodía, las visitas domiciliarias son casi imposibles de encajar y la falta de sustitutos obliga a encadenar jornadas interminables.
El malestar profesional ya no es ruido: es un grito unánime.
Un sistema que invierte… pero que no siempre invierte donde hace falta
Asturias destina una de las mayores partidas sanitarias por habitante de España.
Y sin embargo, la Atención Primaria arrastra problemas que contradicen esa inversión:
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demoras excesivas,
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incremento de consultas no presenciales,
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desigualdad entre áreas sanitarias,
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pérdida de atractivo laboral en las alas rurales,
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falta de refuerzos estables.
Es decir: se invierte, pero no siempre se invierte en reforzar al médico que atiende al vecino a diez kilómetros del pueblo.
La Primaria sigue siendo el talón de Aquiles del sistema.
Lo que propone el Principado: captación, estabilización y una carrera contrarreloj
El Gobierno asturiano y el Sespa reconocen el problema y han ido moviendo ficha en los últimos dos años. Entre sus medidas más destacadas:
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la creación de una oficina para captar médicos de dentro y fuera de Asturias;
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más estabilidad contractual para los residentes que terminan;
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el compromiso de reforzar hospitales comarcales y no cerrar ni un consultorio;
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una subida presupuestaria de la Atención Primaria, con 656 millones para 2025;
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y ahora, la convocatoria de este fin de semana, un examen masivo para ocupar plazas y reducir la temporalidad por debajo del 8%.
Pero todas estas decisiones tienen un enemigo en común: el tiempo.
La necesidad es hoy; los efectos, dentro de meses… si las medidas funcionan.
¿Es solo un problema de médicos? O es un problema de modelo
Algunos expertos en sanidad pública lo expresan sin rodeos:
si no se garantiza un médico accesible, no se sostiene la vida en los pueblos.
No es solo salud: es territorio, economía, familia, dignidad y futuro.
Porque un concejo donde el médico viene dos días a la semana es un concejo donde:
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cuesta atraer a jóvenes,
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cuesta que las familias se queden,
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cuesta que la población envejecida viva con seguridad.
Y así, la Asturias que intenta luchar contra la despoblación puede acabar perdiendo la batalla más básica: la del cuidado.
Mientras se examinan en Oviedo, la urgencia es en los pueblos
El Sespa organiza exámenes, el Principado anuncia planes y los aspirantes llenan aulas confiando en un empleo estable.
Pero a pocos kilómetros, en decenas de concejos, la pregunta no es cuántas plazas se convocan.
La pregunta es:
¿cuándo volverá a haber médico en condiciones en mi pueblo?
Asturias está en un punto crítico.
No basta con contratar más: hay que construir un sistema que seduzca, que cuide y que haga posible lo que hoy parece extraordinario:
que vivir en un pueblo no implique tener menos derecho a la salud.
Porque sin médicos no hay Primaria.
Y sin Primaria, el corazón de Asturias —el de sus pueblos, sus barrios y su gente mayor— late más débil.
Aquí se juega mucho más que una convocatoria de empleo:
se juega el futuro real del territorio.
