Un vecino de Asturias vivió el pasado verano uno de esos engaños que parecen imposibles… hasta que te pasan. En solo unos minutos, un SMS que imitaba a su banco y una llamada telefónica perfectamente preparada bastaron para que los estafadores le arrebatasen 3.990 euros. Parecía perdido para siempre. Pero no: tras una reclamación meticulosa y la intervención de la Unión de Consumidores de Asturias, el BBVA ha terminado devolviéndole todo el dinero.
El caso demuestra algo inquietante: los fraudes bancarios ya no son el típico “correo raro” que cualquiera detectaría. Son operaciones quirúrgicas, rápidas y coordinadas, que mezclan ingeniería social, miedo y un guion impecable. Y en Asturias, como en el resto de España, están disparados.
El engaño perfecto: “Le llamamos del banco para frenar una operación fraudulenta”
Todo ocurrió el 7 de agosto de 2025.
Primero llegó un SMS que parecía auténtico: tono serio, referencia a una operación sospechosa y la instrucción de introducir un código de seguridad para bloquearla. El mensaje imitaba tanto la estética como el estilo del BBVA.
Pocos minutos después, llegó la llamada.
Una voz segura, con datos del cliente, aseguraba pertenecer al departamento de seguridad del banco. Con un tono urgente, explicaba que había movimientos anómalos y que era necesario validar un código para detener la supuesta transferencia fraudulenta.
El cliente, preocupado, dicta el código.
Ese gesto, aparentemente protector, fue en realidad la firma de una transferencia que él mismo no había iniciado.
Cuando entró en su cuenta, ya era tarde: 3.990 euros habían volado.
Se trata de una técnica cada vez más habitual: “smishing” (engaño vía SMS) combinado con “vishing” (estafa telefónica). Una dupla extremadamente eficaz, que suplanta al banco y genera la sensación de que el cliente está colaborando para evitar un robo… cuando en realidad lo está ejecutando.
La reacción: reclamación, pruebas y una pelea que muchos pierden
El cliente reaccionó con rapidez: pidió bloquear su cuenta y su tarjeta, denunció lo ocurrido y contactó con la Unión de Consumidores de Asturias.
Con su ayuda, reunió pruebas clave: capturas del SMS, pantallazos de WhatsApp, detalles de la operación fraudulenta y el historial de llamadas.
La asociación presentó una reclamación formal recordando algo fundamental:
los bancos deben reintegrar las operaciones no autorizadas salvo que demuestren que el cliente actuó con negligencia grave. Y los tribunales, cada vez más, están reconociendo que estos engaños son tan sofisticados que la víctima no puede ser culpabilizada por caer.
El BBVA acabó aceptando la reclamación y devolvió los casi 4.000 euros.
Un caso más en una ola de estafas que se multiplica en España
El fraude vivido por este asturiano no es una excepción: es un síntoma.
Las estafas mediante SMS y llamadas se han disparado en los últimos años. Los mensajes se hacen pasar por bancos, empresas de mensajería o administraciones públicas. Las llamadas utilizan números clonados, voces profesionales y guiones diseñados para asustar.
El Banco de España recibe cada año miles de reclamaciones por operaciones fraudulentas. Y la tendencia judicial es clara:
si el banco no puede demostrar que el usuario actuó de forma temeraria —algo muy difícil en estafas tan creíbles—, debe devolver el dinero.
Los juzgados de toda España están fallando a favor de víctimas que como esta han entregado códigos convencidos de estar frenando un fraude, cuando en realidad lo estaban autorizando.
Los bancos conocen el problema… pero los delincuentes van un paso por delante
La mayoría de entidades, incluido el BBVA, han lanzado advertencias insistiendo en que:
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Nunca piden claves ni códigos por teléfono.
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Sus SMS nunca llevan enlaces.
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No solicitan validar operaciones por llamada.
Pero los estafadores han aprendido el guion.
Primero envían un SMS que parece oficial.
Después llaman con una historia perfectamente montada.
La víctima, desorientada por la urgencia, actúa sin pensar.
Y entonces, todo está hecho.
Lo que demuestra este caso: reclamar funciona
La Unión de Consumidores resume este tipo de casos en tres ideas:
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Los bancos deben reforzar su seguridad y asumir su responsabilidad, no trasladarla al cliente.
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Denunciar y reclamar no es opcional: es la única vía para recuperar el dinero.
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La presión conjunta de usuarios, asociaciones y jurisprudencia está forzando a la banca a devolver importes que antes rechazaba.
Este vecino de Asturias recuperó su dinero porque actuó rápido, se asesoró bien y reunió pruebas.
Muchos otros, por desconocimiento o resignación, no lo consiguen.
Cómo evitar caer en el próximo SMS o llamada fraudulenta
La mejor herramienta sigue siendo la prevención:
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Desconfía de la urgencia: si un SMS te mete prisa, sospecha.
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Nunca facilites códigos por teléfono: esos códigos sirven para autorizar pagos.
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No llames al número del SMS: entra siempre en la app o la web oficial del banco.
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Si caes, actúa de inmediato:
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Bloquea la cuenta y las tarjetas.
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Denuncia ante Policía o Guardia Civil.
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Reclama por escrito al banco.
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Una estafa perfecta, una víctima que peleó y una banca que debe hacer más
El caso de este asturiano acaba bien, pero expone una realidad incómoda: los ciberdelincuentes han convertido el fraude bancario en una industria organizada y altamente eficaz, y los bancos, aunque advierten, no siempre están a la altura en prevención ni en respuesta.
La única defensa real es triple:
información, rapidez y reclamación.
Porque quien no reclama, pierde siempre.
Quien reclama bien, a veces, como en este caso, gana.
