Jóvenes que “se pudren en la cama”: la nueva tendencia que revela el agotamiento emocional de toda una generación

Jóvenes que “se pudren en la cama”: la nueva tendencia que revela el agotamiento emocional de toda una generación

Se llama bed rotting, o “pudrirse en la cama”, y es la tendencia viral que arrasa entre millones de jóvenes en el mundo. En Asturias se extiende con el mismo silencio preocupante: adolescentes y veinteañeros que pasan horas —o días— metidos en la cama sin estar enfermos, aislados, exhaustos, sin energía para afrontar la vida cotidiana. Lo que comenzó como una moda en TikTok se ha convertido en un retrato inquietante del estado emocional de una generación quemada antes de empezar.

El fenómeno: cuando la cama se convierte en refugio… y en cárcel

La definición es brutal en sí misma: bed rotting, literalmente “pudrirse en la cama”.

No es dormir más.
No es descansar.
No es pereza.

Es no salir de la cama porque la vida pesa demasiado.

Jóvenes que pasan el fin de semana entero tumbados, móviles en mano, sin energía para ducharse, salir, estudiar, trabajar o socializar. Pantalla, cama, comida rápida, scroll infinito. Y silencio.

En EE.UU., casi uno de cada cuatro jóvenes reconoce hacerlo con frecuencia. En España no hay datos oficiales, pero si cruzamos cifras de salud mental, aislamiento y hábitos de consumo digital, la foto encaja exactamente con lo que se vive en institutos, universidades y casas de miles de familias.

En Asturias, los psicólogos infantiles y juveniles llevan dos años advirtiendo: “Nunca habíamos visto un agotamiento así en adolescentes”.

El síntoma de un iceberg: ansiedad, depresión, aislamiento y burnout juvenil

El bed rotting no nace por moda, sino por agotamiento y saturación.

1. La ansiedad juvenil está en cifras históricas

En España, más del 50% de los jóvenes entre 15 y 29 años dice haber sufrido problemas de salud mental en el último año.
El 15–18% habla directamente de depresión.
El porcentaje de adolescentes que consume ansiolíticos o hipnóticos se ha disparado.
Y uno de cada tres ha llegado a autolesionarse alguna vez.

Asturias no se queda atrás. Al contrario:

  • Las consultas de salud mental juvenil en el Principado han aumentado cerca del 40% en seis años.

  • Entre 20.000 y 25.000 menores asturianos podrían estar sufriendo algún trastorno mental, según estimaciones sanitarias recientes.

  • Cada año se registran más intentos de suicidio en menores de 25 años que en cualquier década anterior.

En este contexto, la cama no es solo un colchón: es un refugio emocional.

2. La hiperexigencia moderna: “vive al límite o no vales”

La Generación Z vive bajo una presión constante:

  • Sé productivo.

  • Sé atractivo.

  • Estudia.

  • Trabaja.

  • Haz prácticas.

  • Aprende inglés.

  • Haz deporte.

  • Mantén vida social.

  • No te quejes.

  • Sé tu mejor versión.

El mensaje es uno: si no rindes al máximo, fallas.

El resultado es una generación en modo “supervivencia”, que utiliza la cama para apagar la exigencia, aunque solo sea durante 48 horas.

3. La vivienda, la economía y el futuro: “¿Para qué me voy a levantar?”

Los jóvenes asturianos y españoles viven en una tormenta perfecta:

  • Sueldos bajos.

  • Contratos precarios.

  • Alquileres imposibles.

  • Incapacidad para emanciparse antes de los 30.

  • Un mercado laboral que no perdona ni un desliz.

  • Un futuro incierto.

Muchos sienten que “salir de la cama” no cambia nada.
Que da igual esforzarse: el horizonte está bloqueado.

El bed rotting es una respuesta emocional a esa sensación de que nada avanza, de que el mundo está “fuera de alcance”.

4. La digitalización del aislamiento: la cama como centro del mundo

En la generación más conectada de la historia…
la soledad es epidemia.

El 80% de los jóvenes reconoce sentirse solo con frecuencia.
Las redes sociales proporcionan dopamina inmediata: vídeos, música, juegos, memes, scroll infinito.

Todo cabe en la cama.
Todo está a un click.
Nada exige moverse.

La cama se convierte en:

  • ocio,

  • oficina,

  • comedor,

  • refugio,

  • y, finalmente, frontera con el mundo real.

Asturias: un espejo de la tendencia global

La región vive la misma realidad que España y Europa, pero con matices propios:

  • El envejecimiento de la población deja a muchos jóvenes sintiéndose invisibles en una sociedad donde la presión recae sobre el adulto trabajador.

  • La estructura económica ofrece pocas vías de escape para quienes buscan futuro fuera del empleo precario o mal pagado.

  • Y la falta de espacios seguros para jóvenes —culturales, formativos, deportivos o de acompañamiento emocional— agrava el aislamiento.

Hablar con terapeutas asturianos es escuchar siempre lo mismo:
“Lo que antes veíamos en casos puntuales ahora lo vemos cada semana”.

No es una moda. Es una llamada de socorro generacional

Lo que más preocupa a los profesionales es que el bed rotting se está romantizando:

  • vídeos con música suave,

  • velas,

  • cafés,

  • edredones blancos tipo hotel,

  • estética bonita.

Pero detrás del envoltorio hay deterioro emocional real.

La cama se convierte en:

  • un refugio cuando todo es demasiado,

  • un escondite cuando la vida da miedo,

  • un anestésico mental cuando la ansiedad se dispara,

  • un punto muerto cuando no se ve salida.

No se trata de “vaguería”, ni de “blandura generacional”.
Se trata de agotamiento, ansiedad, tristeza, desconexión y falta de horizonte real.

La señal que nadie quiere ver

El bed rotting es un síntoma.
No la enfermedad.

Cuando un joven:

  • se encierra,

  • deja de contestar,

  • duerme mal,

  • sólo quiere cama,

  • pierde energía,

  • evita salir,

  • y se refugia en pantallas…

No estamos ante una moda.
Estamos ante un grito silencioso.

La cama es el único lugar donde no se les exige nada.

La pregunta incómoda que deberíamos hacernos

¿Por qué una generación entera necesita meterse bajo las mantas para respirar?

  • ¿Qué tipo de país estamos construyendo para que los jóvenes no quieran salir de su habitación?

  • ¿Por qué la salud mental juvenil está colapsada y sin recursos suficientes mientras hablamos de récords económicos?

  • ¿Por qué seguimos llamando “moda” a lo que, claramente, es una señal colectiva de agotamiento y desorientación?

  • ¿Por qué normalizamos que un joven de 17 años pase un fin de semana entero sin levantarse de la cama?

  • ¿Qué les estamos ofreciendo realmente?

El bed rotting no es el problema. El problema somos nosotros.

Mientras discutimos si es una tendencia, una moda o una exageración, miles de jóvenes:

  • se sienten solos,

  • están quemados,

  • viven con ansiedad,

  • no ven futuro,

  • y se refugian en la cama porque no encuentran otro sitio donde estar.

No es un capricho.
No es una pose.
No es “cosa de adolescentes”.
Es el síntoma visible de la peor crisis emocional juvenil de las últimas tres décadas.

Y Asturias, España y el mundo deberían mirarlo de frente antes de que una generación entera se quede atrapada entre el colchón y el móvil, pudriéndose en silencio.

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