La llegada de la alta velocidad prometía viajes baratos, frecuentes y cómodos. Un año después, el usuario asturiano se enfrenta a precios de tres cifras, algoritmos que disparan las tarifas y una oferta de trenes claramente insuficiente. “Esto no es movilidad, es una gincana”, protestan.
El sueño duró poco.
Cuando la Variante de Pajares se inauguró, Renfe lo celebró con una campaña que muchos recuerdan perfectamente: billetes desde 18 euros entre Asturias y Madrid. Llegaron a ponerse en circulación 25.000 superprecios para atraer viajeros, enseñar la nueva conexión y mostrar al país que Asturias, por fin, tenía alta velocidad. Durante semanas, redes sociales y grupos de WhatsApp ardían: “¡He pillado uno a 18!”, “¡A 22 ida y vuelta!”, “¡Es una maravilla!”.
Un año después, a la hora de la verdad, el entusiasmo ha dado paso a algo muy distinto: indignación, agotamiento y sensación de estafa.
Porque para el puente de diciembre —el primer gran fin de semana turístico previo a Navidad— los billetes han volado con 12 días de antelación… y no han volado a 18 euros precisamente.
Han volado a 88,55 euros, a 111,40 euros, a 100 euros solo ida, según la franja horaria. Y eso en tarifa Básico, la más sosa, la más rígida y la menos amable del sistema. El usuario asturiano, que esperaba precios razonables y muchas frecuencias una vez estrenada la alta velocidad, se encuentra ahora con un muro tarifario que encaja bastante poco con la promesa de movilidad que se hizo hace apenas un año.
“Nos vendieron el AVE barato… y nos ha tocado el AVE premium”: humor ácido con mala leche
El enfado es real y crece.
Solo hay que escuchar las conversaciones en cualquier cafetería de Gijón, Oviedo o Avilés.
– “¿Te acuerdas de los billetes a 18 euros? Yo tampoco, porque parece que fue en otro planeta.”
– “El AVE es tan rápido que lo único que no corre son las ofertas.”
– “Para estos precios me voy en avión, y casi me sale más barato.”
Las quejas no son caprichosas:
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El viernes 5 de diciembre, la última frecuencia AVE Madrid–Oviedo de las 18.51 h ya estaba sin billetes.
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El mismo trayecto costaba 88,55 € en la opción más barata.
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El Alvia más demandado desde Oviedo hacia Madrid (15.57 h) subía a 111,40 € solo ida.
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Para regresar a Madrid el lunes 8, ningún billete bajaba de 72 euros.
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Y los Avlo, nacidos para ser “low cost”, rondaban los 65 €, que de low cost ya tienen lo justo.
Esto, en un corredor que se presentó como la gran revolución del norte.
Un corredor que sigue teniendo solo seis frecuencias al día por sentido:
3 Alvias, 2 AVE y 1 Avlo.
Demasiado poco para una demanda que ha crecido de forma explosiva.
El origen del cabreo: un embudo perfecto entre oferta corta y algoritmo salvaje
Hay dos palabras que explican el problema: embudo tarifario.
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Pocas frecuencias → menos oferta → los billetes baratos vuelan → solo quedan tarifas caras.
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El algoritmo que fija precios —llamado “yield management”— entiende que “queda poco → te clavo más”.
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Si además se acerca un puente, sube más.
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Y si encima el último tren ya está lleno, remata.
El resultado es un AVE que nació con espíritu accesible —ese 18 € del que ya nadie quiere hablar— y que ahora funciona como un servicio premium sin serlo del todo. Un usuario de Madrid–Valencia o Barcelona–Zaragoza puede elegir entre un montón de horarios. El usuario de Asturias, no.
Aquí no hay ocho AVE por la mañana, ni “me voy antes o después según me convenga”:
aquí hay seis trenes al día y si el que necesitas está lleno, mala suerte… o bolsillo abierto.
Del “España se acerca” al “España se encarece”: lo que pasa en el norte no pasa en otros corredores
¿Es esto normal?
Depende de con qué lo compares.
En otros corredores de alta velocidad —Madrid–Sevilla, Madrid–Málaga, Madrid–Barcelona, Madrid–Valencia— convivimos con una competencia feroz de Ouigo, Iryo y Renfe. Esa competencia a veces hace milagros: llevar a un pasajero de Madrid a Valencia por 12 euros o a Barcelona por 16. Y aun así, incluso en esos corredores saturados, en puente los precios suben… pero no se van a 100 euros en Básico con doce días de antelación.
En Asturias no hay competencia privada.
No hay Ouigo.
No hay Iryo.
No hay ILSA.
No hay nada.
Solo Renfe.
Y eso, en los precios, se nota.
Mucho.
El avión tampoco salva: 300 euros por volar a Madrid en horarios cómodos
A todo esto, el que se piense “pues me voy en avión”, que respire hondo.
Porque para el mismo puente, los vuelos Asturias–Madrid:
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En horarios cómodos, superaban los 300 euros ida y vuelta.
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Solo los vuelos madrugadores bajaban de los 100 € por trayecto.
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Y ojo: los vuelos diarios entre Asturias y Madrid son muchos más que los trenes, pero ni así se alivia la demanda.
Conclusión:
el puente de diciembre se convierte para los asturianos en un deporte de riesgo… económico.
Cuando el AVE entra en Asturias… y también lo hace el turismo de picos tarifarios
Paradójicamente, la alta velocidad ha traído un efecto curioso:
la demanda ha explotado, pero la oferta de trenes no.
Datos oficiales del primer año:
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En el primer puente tras la apertura de la Variante de Pajares, pasaron 25.000 viajeros por ella.
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Una sola semana tras lanzar el AVE S-106 vendió 45.000 billetes.
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En algunos periodos se han llegado a vender 90.000 billetes para Asturias en un mes.
Pero el número de trenes diarios sigue siendo prácticamente el mismo.
Y mientras no entren en servicio los S-107 —los nuevos trenes que permitirían aumentar frecuencias—, la situación seguirá igual: mucha demanda persiguiendo muy pocas plazas.
El resultado es siempre el mismo:
la tarifa barata desaparece enseguida, la intermedia dura horas y la cara dura días… o minutos.
La sensación de fondo: Asturias sigue pagando peajes… ahora ferroviarios
La frustración tiene una raíz profunda.
Asturias lleva años reclamando conexiones ferroviarias dignas. Cuando por fin se inaugura la alta velocidad, llega… pero a medias:
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Llega sin competencia.
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Llega con horarios limitados.
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Llega con precios que se disparan en cuanto hay festivo.
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Llega con trenes llenos doce días antes de un puente.
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Llega con billetes que cuestan cinco veces más que los que anunciaban a bombo y platillo.
Muchos usuarios lo resumen así:
“Nos prometieron que Asturias iba a estar más cerca de Madrid.
Y lo está.
Pero nuestro bolsillo no.”
Una conclusión incómoda: el AVE funciona… pero no para todos
Hay que reconocerlo: la alta velocidad funciona. Va llena. Transporta miles de personas.
Pero funciona a costa del usuario medio, que se ve atrapado entre dos opciones:
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Pagar precios de vértigo si quiere viajar cuando viajan todos.
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Viajar a horas raras o entre semana para encontrar tarifas razonables.
Y lo que queda claro es que el modelo actual no es sostenible:
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Ni para las familias.
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Ni para los estudiantes.
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Ni para los asturianos que trabajan en Madrid.
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Ni para el turismo.
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Ni para una región entera que esperaba mucho más de su llegada al mapa de la alta velocidad.
Lo que muchos reclaman ya no es solo más trenes.
Es algo todavía más básico:
precios justos, previsibles y acordes a un servicio público que no puede convertirse en un lujo cada vez que llega un puente.
