Durante casi cuatro décadas, Alessandro Lequio vivió en la extraña categoría de personaje blindado: polémico, mediático, siempre polémico… pero inexpugnable. Ni las acusaciones persistentes de su exmujer, la modelo italiana Antonia Dell’Atte, ni las entrevistas en las que relataba episodios de violencia física y psicológica, ni los cambios sociales en torno a la violencia machista habían logrado mover un milímetro la silla televisiva en la que el conde llevaba sentado desde 2005.
Hasta ahora.
La tarde del martes 18 y la mañana del miércoles 19 de noviembre de 2025 son ya parte de la historia reciente de la televisión española. En apenas doce horas —doce horas exactas, cronometradas—, Mediaset y Unicorn Content, la productora de Ana Rosa Quintana, ejecutaron el despido fulminante de uno de los colaboradores más longevos del grupo. La decisión no fue improvisada, ni sentimental, ni impulsiva: fue jurídica, estratégica y, sobre todo, inevitable.
Este reportaje trata de responder a la pregunta clave: ¿cómo es posible que un personaje acusado durante décadas de malos tratos, sin una condena penal firme, haya sido despedido solo ahora?
La respuesta, como casi siempre, está en los detalles que nadie explicó.
1. El documento que lo cambió todo: la exceptio veritatis
El martes por la tarde llegó a los servicios jurídicos de Mediaset un documento del que se llevaba hablando 20 años… pero que nadie, hasta ahora, había tenido físicamente en las manos en los despachos donde se toman decisiones.
Era un auto judicial de 2004. No era una sentencia condenatoria, cierto. Pero contenía algo aún más potente para una empresa privada: el reconocimiento de veracidad.
Ese auto archivaba la denuncia de Lequio contra Dell’Atte por injurias porque el juez estimó aplicable la figura legal denominada exceptio veritatis. En román paladino: el juez consideró que lo que ella decía tenía sustento suficiente para ser considerado cierto.
En aquel momento pasó desapercibido para la opinión pública. España no era la España actual, ni la televisión era la televisión actual.
Pero el auto existía. Y cuando cayó sobre la mesa de Mediaset en 2025, el tablero se volcó.
Durante años, la cadena había tenido una coartada jurídica: no hay condena. Desde el martes 18 a las 16:00h, esa coartada dejó de ser válida.
2. Dell’Atte: la mujer que nunca dejó de hablar
Durante décadas, Antonia Dell’Atte ha sido “la molestia”, el ruido, la voz que volvía cada cierto tiempo para repetir lo que creía que nadie quería escuchar.
1987 — Matrimonio.
1991 — Primera denuncia por abandono y malos tratos.
2004 — Lequio la demanda por injurias. Ella responde con el relato. El juez le da la razón.
2010–2020 — Entrevistas dispersas, cada vez más explícitas.
2025 — Su entrevista en El País es un terremoto:
«La primera patada me la dio embarazada…»,
«Me arrojó contra la pared…»,
«Me pegaba delante del niño…».
Los tiempos ya no estaban para medias tintas. La entrevista reventó el dique.
La presión social, el clima político, el caso Antonio David, la sensibilidad creciente de la opinión pública… lo cambiaron todo.
Y aun así, Mediaset no podía actuar sin un soporte jurídico.
Hasta el martes.
3. El miedo al “efecto Antonio David Flores”
Para entender la contundencia de Mediaset hay que mirar un caso anterior: el despido de Antonio David Flores tras el documental de Rocío Carrasco.
Sin condena.
Sin sentencia.
Solo el relato de la víctima.
El resultado:
El Tribunal Supremo declaró nulo el despido y obligó a Mediaset a indemnizarle con 150.000 euros.
El grupo no estaba dispuesto a pagar dos veces por el mismo error.
Pero con Lequio apareció la diferencia: un auto judicial que reconocía la veracidad del relato de Dell’Atte.
Eso convertía el riesgo legal en una oportunidad para actuar.
4. Las 12 horas que derribaron a un colaborador histórico
Martes, 18:00 h
Mediaset recibe el auto. El documento se lee. Se relee. Se envía a Jurídico. No hay dudas.
Martes, 21:00 h
Reunión urgente entre directivos del grupo. Decisión preliminar: Lequio no puede seguir.
Miércoles, 9:00 h
Encuentro entre Mediaset y Unicorn Content. Sin debate ni resistencia:
“Hay que despedirlo.”
Ana Rosa Quintana, según fuentes internas, fue informada. No hubo oposición.
Miércoles, 13:00 h
Unicorn Content llama a Lequio.
Se le comunica el fin de su relación profesional.
Se abre negociación para formalizar la salida.
Miércoles, 13:05 h
Lequio ya está fuera de Telecinco.
Treinta y ocho años después de las primeras acusaciones.
Doce horas después de que llegara el documento.
5. La televisión ya no puede permitirse ciertos silencios
Las cadenas de televisión han vivido siempre con una tensión interna:
¿hasta qué punto lo privado debe afectar a lo público?
¿hasta qué punto un colaborador con pasado turbio debe ser apartado?
¿cuándo pesa más el riesgo jurídico que la audiencia?
En 2005, cuando Lequio empezó en El programa de Ana Rosa, el ecosistema mediático era otro. El corazón reinaba, los personajes históricos estaban blindados, y la violencia de género apenas era tratada con la seriedad actual.
Pero en 2025, el panorama ha cambiado por completo:
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Las redes sociales son implacables.
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El público exige coherencia ética.
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La violencia machista es una línea roja.
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Los medios ya no pueden mirar hacia otro lado.
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Los despachos jurídicos pesan más que los audímetros.
Telecinco, que ya sufrió un golpe judicial enorme con el caso Antonio David, no podía correr otra vez el riesgo.
6. ¿Cómo se explica que no hubiera condena?
En términos estrictamente jurídicos, este caso es una anomalía:
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No existe sentencia condenatoria.
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Nunca hubo un juicio por malos tratos con fallo final.
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La denuncia del 91 se retiró.
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El caso de 2004 fue archivado.
Y, sin embargo…
existe un auto en el que un juez reconoce veracidad en el testimonio de Dell’Atte al aplicar la exceptio veritatis.
En lenguaje llano:
Para el juez, lo que ella contaba no era difamación. Era verdad.
Eso, para una empresa privada, basta.
Y más aún: compromete.
Porque si la cadena mantiene a alguien cuya conducta está considerada verazmente maltratadora por un juez, aunque no haya condena, la responsabilidad reputacional se dispara.
7. Dell’Atte: lágrimas de alivio
La tarde del miércoles, en directo en el programa No somos nadie, Carlota Corredera llamó por teléfono a Antonia Dell’Atte.
Ella rompió a llorar:
«Estoy contentísima. Son 38 años luchando sola.
Hoy Dios me dijo: ponte la corona de la victoria.»
Su mensaje final fue un martillazo:
«Perseguís ahora al maltratador… y a los cómplices.»
No era solo un cierre.
Era un ajuste de cuentas con un sistema que —según ella— la silenció, la aisló y la tildó de exagerada durante décadas.
8. ¿Qué queda ahora?
El caso Lequio abre un debate profundo:
¿Puede una cadena despedir a alguien sin condena firme?
Sí, si existe un documento jurídico que respalda la veracidad del relato.
¿Es justo?
Depende del punto de vista:
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Para Dell’Atte, es una victoria tardía.
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Para Lequio, una injusticia sin condena.
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Para la televisión, una autoprotección necesaria.
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Para la sociedad, una señal de avance cultural.
¿Marca un precedente?
Indudablemente.
A partir de ahora, el listón ético y jurídico será mucho más estricto para cualquier rostro televisivo.
9. Epílogo: la caída de un símbolo de una era que ya no existe
Alessandro Lequio no solo ha perdido un puesto de trabajo.
Ha perdido un estatus: el del colaborador intocable, el del personaje con licencia perpetua, el del rostro que sobrevive a todo.
Lo que ha caído es un modelo de televisión:
el de los intocables, el de los silencios convenientes, el de las contradicciones éticas al ritmo del share.
Con su salida, Telecinco grita algo que nunca había dicho tan claro:
“Aquí ya no vale todo.”
Y que sea verdad o no…
es otra historia.
