El presidente destaca la fortaleza del sector, que genera 47.000 empleos y 2.800 millones de euros, y subraya que la apuesta asturiana huye de la masificación para proteger la esencia del Paraíso Natural.
Asturias volvió a mirar al turismo como una de sus grandes oportunidades de progreso. Durante la gala de Otea por su décimo aniversario —celebrada anoche en el Teatro Campoamor— el presidente del Principado, Adrián Barbón, dejó un mensaje nítido: “El turismo y la hostelería son motores esenciales para el desarrollo económico y social de Asturias”. Una afirmación que, lejos de la retórica, llegó respaldada por cifras contundentes: 47.000 empleos, 2.800 millones de euros de ingresos y más de 2,8 millones de visitantes, según el último informe de Exceltur.
Acompañado por la vicepresidenta del Gobierno asturiano, Gimena Llamedo, y la viceconsejera de Turismo, Lara Martínez, Barbón defendió que el turismo asturiano no es un sector accesorio ni una “batería de repuesto”, sino uno de los pilares económicos de la comunidad. La intervención del presidente se convirtió en un repaso a los logros del sector, pero también en una declaración de intenciones sobre cómo debe evolucionar Asturias en los próximos años.
Un modelo propio que rechaza la masificación
Barbón reivindicó el camino elegido por el Principado: un turismo basado en la calidad, la sostenibilidad y la preservación del territorio. “Nuestra costa es hoy la mejor conservada de España y de Europa porque en su momento se tomaron decisiones valientes para preservarla”, recordó, citando a los expresidentes Pedro de Silva, Juan Luis Rodríguez-Vigil y Antonio Trevín como artífices de una estrategia que hoy permite a Asturias diferenciarse de destinos saturados.
Ese enfoque, subrayó, es el que garantiza que la marca Asturias Paraíso Natural, que cumple ahora 40 años, siga siendo uno de los grandes tesoros emocionales y económicos de la región.
Reconocimiento al sector por su papel durante la pandemia
El presidente dedicó parte de su discurso a recordar el comportamiento del sector durante uno de los momentos más difíciles de la historia reciente: la pandemia de la covid-19. Barbón agradeció la “actitud responsable” de hosteleros y hoteleros, que comprendieron y acataron medidas durísimas “para salvar vidas”.
Destacó también el esfuerzo económico del Principado para compensar las restricciones. “Asturias fue una de las comunidades que más aportó para sostener la actividad”, afirmó, reivindicando un modelo de diálogo que permitió sostener miles de establecimientos en un contexto crítico.
Desestacionalizar y extender el turismo a todo el territorio
Barbón insistió en que el siguiente gran desafío es romper la estacionalidad y lograr que la actividad turística llegue a todos los rincones del mapa asturiano. “Queremos que llegue a todos los concejos, incluso los más pequeños, porque turismo y reto demográfico forman parte de una misma estrategia”, sostuvo. En este punto, destacó el papel de la vicepresidenta Gimena Llamedo como impulsora de una visión territorial más equilibrada.
Ese enfoque conecta directamente con uno de los grandes debates del Principado: cómo convertir el turismo en un aliado contra la pérdida de población, llevando oportunidades económicas a zonas rurales que en las últimas décadas han sufrido un declive acusadísimo.
Una llamada a reforzar la alianza con el sector
El presidente cerró su intervención apelando a la colaboración continua con Otea y con todo el sector turístico y hostelero. “Tenemos tres elementos únicos: un himno que todo el mundo conoce, una bandera que se luce con orgullo y una marca turística consolidada”, afirmó, invitando a seguir construyendo un modelo que evoque orgullo y que no caiga en la tentación del turismo agresivo que borra identidades.
“Queremos un turismo que preserve nuestra esencia y refuerce nuestra condición de tierra acogedora”, concluyó Barbón, en un mensaje que funcionó tanto como celebración del décimo aniversario de Otea como reafirmación de la estrategia turística del Gobierno asturiano.
