La economía “va como un cohete”… pero sin pasajeros: por qué el relato triunfal del Gobierno choca con la vida real de los españoles

La economía “va como un cohete”… pero sin pasajeros: por qué el relato triunfal del Gobierno choca con la vida real de los españoles

Un eslogan que se estrella contra la calle

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha repetido una y otra vez que la economía española “va como un cohete”. La frase, convertida en mantra político, pretende transmitir la imagen de un país en plena expansión económica, líder en crecimiento dentro de la Unión Europea y con “una de las recuperaciones más sólidas de la zona euro”.

Sin embargo, ese optimismo institucional choca cada día con la realidad de millones de ciudadanos que viven con el agua al cuello. Porque, aunque el cohete despegue, parece que no lleva a nadie dentro.

Los datos macro que sirven al Gobierno para construir su relato

El Ejecutivo se apoya en cuatro grandes indicadores:

  • Crecimiento del PIB durante los últimos años, situado por encima de muchos países de la UE.

  • Reducción del paro respecto a etapas anteriores.

  • Aumento del empleo indefinido tras la reforma laboral.

  • Incremento del salario medio bruto, empujado por acuerdos sectoriales y actualización del SMI.

Es un relato atractivo, fácil de repetir y políticamente rentable. Pero es un relato incompleto, porque el PIB y el empleo por sí solos no definen el bienestar de una sociedad.

La otra cara: salarios que no cunden, inflación que muerde y familias exhaustas

Detrás del cohete hay una fotografía mucho más cruda:

Salarios reales estancados

Aunque los sueldos nominales han subido, el salario real —el que se mide descontando la inflación— sigue por debajo del nivel previo a la crisis inflacionaria. La mayoría de los trabajadores cobra más en números, pero vive peor en términos de poder adquisitivo.

Precios que devoran el bolsillo

La cesta de la compra ha vivido la mayor escalada de las últimas décadas. Alimentación, luz, gas, carburantes… Todo cuesta más, y el incremento ha golpeado especialmente a los hogares de renta baja y media.

La frase más repetida en supermercados, gasolineras y pasillos de oficina es la misma:
“Antes llegaba a fin de mes; ahora, no.”

Desigualdad creciente y clase media encogida

Uno de cada cuatro españoles está en riesgo de pobreza o exclusión. La clase media se estrecha y se precariza, y cada vez más familias dependen de ayudas públicas para cubrir gastos esenciales. Y no hablamos de parados: hablamos de trabajadores pobres, personas con empleo que no pueden sostener una vida digna.

El agujero negro del modelo: la vivienda como lujo

Si hay un factor que destruye cualquier relato de prosperidad, es la vivienda:

  • Alquilar o comprar exige un esfuerzo económico que supera ampliamente el 30% recomendado del salario.

  • En muchas ciudades, especialmente las turísticas, más de la mitad del sueldo se va en el alquiler.

  • Los jóvenes directamente han desaparecido del mercado: emanciparse se ha convertido en un sueño caro.

El cohete del PIB seguirá despegando lo que quiera, pero si una familia no puede pagar un piso, no hay economía que valga.

España: campeona en crecimiento… y también en paro

Es cierto que el paro ha bajado, pero España sigue siendo —de largo— el país con más desempleo de la Unión Europea. Además:

  • El paro juvenil continúa por encima del 25%.

  • La temporalidad encubierta sigue existiendo a través de fijos discontinuos y subcontratas.

  • Persisten enormes diferencias territoriales, con zonas donde el empleo despega y otras donde la precariedad es estructural.

Crecimiento y empleo sí, pero con un mercado laboral que no garantiza estabilidad ni salarios suficientes.

¿De quién es realmente el cohete?

El discurso del Gobierno no miente cuando dice que la economía crece. El PIB crece. La recaudación crece. El turismo revienta récords. Las grandes empresas presentan beneficios históricos.

Pero la pregunta es otra:
¿Quién se sube a ese cohete?

Porque la sensación en la calle es inequívoca: la mayoría ve despegar la nave desde abajo sin tener billete. Los salarios no acompañan, los precios se disparan, la vivienda es inalcanzable y la desigualdad se agranda.

El cohete existe. Sí.
Pero no es de la ciudadanía.
Es un cohete para macrodatos, para informes de Bruselas, para titulares optimistas y para una élite empresarial que sí nota los vientos de cola.

La España real —la de los trabajadores, las familias, los autónomos, las parejas que no llegan a fin de mes— vive en otra velocidad, otra atmósfera y otra realidad.

La distancia entre el relato y la vida

El Gobierno insiste en que España es una economía “fuerte, sólida y admirada en Europa”. Puede que los números macro lo apoyen, pero el país no se gobierna solo desde una hoja de Excel.

La vida real se mide en carne, no en gráficos. En facturas, no en PIB. En frigoríficos vacíos, no en proyecciones optimistas. En alquileres imposibles, no en ruedas de prensa.

La gente está cansada —agotada— de escuchar hablar de un cohete que nunca llega a su barrio. Y con razón. Porque la economía puede ir como un cohete…
pero si la tripulación se queda en tierra, no hay prosperidad que celebrar.

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