Asturias está envejeciendo. Sí. Asturias pierde población. También. Pero lo que nadie está queriendo mirar de frente es la bomba emocional, sanitaria y social que ya está instalada en el corazón de esta tierra: la soledad no deseada.
Esa que no se ve en los telediarios.
Esa que no provoca ruedas de prensa.
Esa que no incendia Twitter, pero va matando poco a poco.
En 2030, si nadie lo frena, más de 316.000 asturianos vivirán completamente solos.
Solo en sus casas.
Solo en sus rutinas.
Solo con sus recuerdos.
Y, lo peor, solos sin querer estarlo.
Es la cifra más alta de toda España y una de las más altas de Europa. Pero detrás de ese número hay algo más inquietante: el silencio. El silencio que se instala en un piso donde ya nadie llama. El silencio que queda cuando el ruido de la vida se va apagando, aunque el cuerpo siga respirando.
Asturias vive un fenómeno que avanza sin prisa, sin hacer ruido, sin pancartas… y que, si no despertamos, nos convertirá en una región donde la gente vive más años, sí, pero muere antes por dentro.
Un territorio que envejece… y se vacía por dentro
Los datos no mienten:
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Casi la mitad de los mayores de 65 años viven solos.
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Más del 43% de las mujeres mayores pasan cada día sin compañía.
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El grupo de más de 80 años crece más rápido en Asturias que en toda Europa.
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Y los jóvenes —sí, los jóvenes— empiezan a confesar que se sienten más solos que nunca en una época diseñada, paradójicamente, para estar hiperconectados.
No es casualidad. Es un cóctel explosivo:
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Menos natalidad.
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Más esperanza de vida.
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Familias fracturadas, dispersas, agotadas.
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Cuidadoras que cuidan a todos… menos a sí mismas.
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Jóvenes con vínculos líquidos y afectos fugaces.
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Mayores atrapados entre paredes demasiado grandes y vidas demasiado vacías.
Asturias no solo envejece: se aísla.
La soledad que mata por dentro
La soledad no deseada no es un sentimiento poético ni un estado pasajero.
Es una enfermedad. Silenciosa. Letal.
Los médicos alertan de que la soledad:
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Debilita el sistema inmunitario.
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Dispara la hipertensión.
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Aumenta el riesgo de infarto.
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Duplica la probabilidad de depresión.
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Dispara los episodios de ansiedad.
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Y, en su forma más extrema, empuja hacia pensamientos autolíticos.
No hablamos de metáforas. Hablamos de salud pública.
Del tipo de salud pública que colapsa hospitales y destroza vidas antes de tiempo.
La Asturias que viene: más años de vida… pero menos vida en esos años
Se nos repite constantemente que “vivimos más”.
Pero la pregunta verdadera, la que casi nadie se atreve a hacer, es:
¿Y de qué nos sirve vivir más… si vivimos muertos en vida?
Una vejez sin red familiar.
Una juventud sin vínculos reales.
Unas cuidadoras exhaustas.
Una población dispersa por los concejos.
Centros de salud que ven aparecer a mayores solo para poder hablar con alguien.
Llamadas perdidas que ya nadie devolverá.
La región avanza hacia un territorio donde las personas vivirán más tiempo, sí…
pero rodeadas solo de paredes, recuerdos, y un silencio que te va comiendo por dentro.
Una estrategia pionera que llega justo a tiempo
El Principado ha activado una Estrategia contra la Soledad No Deseada, con 16 millones de euros destinados a identificar, acompañar y reconectar a la población en riesgo. Es un paso importante, necesario, valioso.
Pero no basta.
Porque la soledad no deseada no se resuelve con un decreto.
Ni con una campaña.
Ni con buenos deseos.
La soledad se combate en cada casa, en cada pueblo, en cada barrio, en cada gesto.
En la llamada que posponemos.
En la visita que nunca hacemos.
En el vecino al que ya no le abrimos la puerta.
En la persona que vemos cada día y dejamos de mirar como si fuera invisible.
Una sociedad que se apaga si no actuamos ya
Asturias se enfrenta a su mayor reto social desde la reconversión industrial:
la lucha contra un enemigo que no hace ruido, que no da titulares de urgencia, pero que se está llevando por delante a miles de personas sin que casi nos demos cuenta.
La soledad no deseada no es un mal de viejos.
Es un mal de todos.
Un espejo que nos dice quiénes somos… y quiénes podríamos ser.
¿Queremos una Asturias llena de gente mayor encerrada en casas que ya no pisan?
¿Queremos jóvenes conectados a pantallas pero desconectados del mundo real?
¿Queremos mujeres cuidadoras agotadas, sin red, sin descanso, sin ayuda?
¿Queremos vivir más… para vivir solos?
El momento es ahora
Esta región siempre ha presumido de comunidad, de cercanía, de cuidar a los suyos.
Es hora de demostrarlo.
Porque si no hacemos nada, en 2030 tendremos más de 316.000 asturianos viviendo solos, y entre ellos puede estar tu padre, tu amiga, tu vecino… o tú mismo.
La soledad no deseada es la próxima pandemia.
La diferencia es que esta no aparece de repente.
Lleva años avanzando.
Y solo se detendrá si damos un paso adelante.
Asturias aún está a tiempo.
Pero ese tiempo se está agotando.
