La investigación por el violento tiroteo ocurrido en Toledo, donde un narco residente en Gijón murió al abrir fuego contra la Policía, ha abierto una nueva línea de trabajo en Asturias: los agentes analizan si este grupo criminal —especializado en ajustes de cuentas, secuestros exprés y cobros de deudas entre bandas rivales— está detrás del asesinato de Emiliano Burke, «el Panameño», ejecutado de madrugada en enero en Lugo de Llanera.
Una ejecución calculada y casi profesional
Emiliano, de 43 años, casi dos metros de altura y 150 kilos de peso, fue asesinado la madrugada del domingo 26 de enero. Un grupo desconocido le tendió una emboscada cuando circulaba por la carretera AS-374, cerca de la estación de tren de Lugo de Llanera. Minutos antes, sus atacantes le habían pinchado la rueda en Lugones, mientras él se encontraba en un local de hostelería.
Al detener el coche para comprobar el estado del neumático, un turismo se posicionó junto al suyo. Desde esa posición privilegiada, los asaltantes le dispararon cuatro veces y, con él ya en el suelo, remataron el ataque con un quinto disparo de gracia. El cuerpo quedó tendido en la calzada, con la puerta del coche abierta y las llaves aún en el contacto.
Con él viajaba un conocido suyo de la época en la que Emiliano vivió en Lugones. Este acompañante huyó corriendo y se presentó horas después en la Comisaría de Oviedo.
La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil se hizo cargo del caso desde los primeros minutos. La brutalidad del ataque y el historial de la víctima encauzaron la investigación rápidamente hacia un ajuste de cuentas ligado al narcotráfico.
Un pasado marcado por el crimen organizado
Emiliano no era un desconocido para las fuerzas de seguridad. En 2010 ya había sido detenido en una operación contra un laboratorio de cocaína y drogas sintéticas en Siero. Trabajaba como portero en clubes de alterne y ejercía de lugarteniente para un conocido clan de proxenetas que controlaba parte de las redes de prostitución en Asturias.
Su trayectoria lo situaba en un entorno criminal donde las deudas, los conflictos y las represalias son la moneda de cambio.
La clave que apunta a Toledo
El caso, que permanece bajo secreto de sumario en el Juzgado de Instrucción nº 1 de Oviedo, ha resurgido con fuerza tras la reciente operación policial en Toledo.
En ella, agentes especializados se disponían a detener a un grupo de origen dominicano asentado en Gijón y otras zonas del norte. La banda abrió fuego contra los agentes. El enfrentamiento dejó:
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Un narco muerto, residente en Gijón.
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Tres heridos graves entre los miembros del grupo.
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Varios detenidos relacionados con secuestros exprés, robos a otros narcos, cobros de deudas y extorsiones violentas.
Las características de este grupo —su estructura, sus métodos, el tipo de encargos que asumían y sus conexiones en Asturias— encajan con varias de las hipótesis que los investigadores manejan desde enero.
Las fuerzas de seguridad trabajan ahora para determinar:
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Si alguno de los miembros del grupo estuvo en Asturias en las fechas del crimen.
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Si existen comunicaciones, desplazamientos o pagos relacionados con Emiliano Burke.
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Si la banda actuaba bajo encargo de otra organización con intereses en el Principado.
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Si el móvil fue una deuda, un robo en el ámbito del narcotráfico o un conflicto previo entre grupos.
Una investigación que apunta alto
Los agentes describen esta línea de investigación como “sólida, aunque todavía en construcción”. La violencia mostrada por el grupo en Toledo —disparar contra la Policía, ejecutar acciones armadas y asumir encargos de alto riesgo— encaja con el perfil de los autores del asesinato en Llanera.
La magnitud del caso también obliga a un análisis más amplio: la posible entrada en Asturias de bandas dedicadas a la delincuencia organizada violenta, con movilidad entre regiones y capacidad para ejecutar ataques planificados.
Un Principado sacudido por un crimen todavía sin resolver
Casi un año después, el asesinato de Emiliano “el Panameño” sigue siendo una de las investigaciones más complejas de la última década en Asturias.
El secreto de sumario y la prudencia de los investigadores sugieren que la Guardia Civil trabaja en un círculo que se estrecha.
La posible conexión con la banda del narco abatido en Toledo podría ser la clave definitiva para desentrañar no solo quién apretó el gatillo, sino quién dio la orden.
