¿No sabes si eres de derechas, de izquierdas o medio pensionista? Aquí tienes el manual definitivo para encontrarte en el mapa político sin necesidad de brújula ni GPS

¿No sabes si eres de derechas, de izquierdas o medio pensionista Aquí tienes el manual definitivo para encontrarte en el mapa político sin necesidad de brújula ni GPS

El desconcierto ideológico del siglo XXI

Vivimos una época extraña. Todo el mundo opina de política, pero casi nadie sabe bien de qué lado está. La derecha habla de libertad, la izquierda habla de justicia, los del centro hablan de “consenso” y los de los extremos gritan tan fuerte que ya nadie escucha nada.
Nos dicen que las ideologías han muerto, pero cada día amanece una nueva. Y en medio de ese ruido —tweets, tertulias y memes— hay una pregunta que flota en el aire como un globo perdido:

¿Tú de qué eres?

Pues bien, aquí tienes un manual descarado, rápido y sin anestesia. Pura política de barra de bar, pero con una pizca de lucidez.

Si esto te suena familiar… bienvenido a la extrema derecha

Crees que el Estado debe ser chiquitito, casi invisible, salvo cuando hay que poner orden. Te emociona la palabra “patria” y te ponen nervioso los que la cuestionan. Piensas que el feminismo, la agenda LGTBI o la diversidad son modas peligrosas que “van demasiado lejos”.

Eres de los que sueltan “yo no soy racista, pero…” antes de decir algo racista. Y sientes cierta nostalgia por los tiempos en que las cosas eran más simples: “hombres eran hombres, mujeres eran mujeres y las fronteras, sagradas”.

Diagnóstico: Eres de extrema derecha, aunque prefieras llamarlo “sentido común”.

Si crees en el esfuerzo y en el orden, estás en la derecha clásica

Te gusta que las cosas funcionen y te da sarpullido la palabra “subvención”. No entiendes por qué hay que pagar tantos impuestos, aunque te gusta tener carreteras, hospitales y pensiones.

Adoras la idea de que quien trabaja prospera, pero te cuesta asumir que no todos parten del mismo sitio. Te cae simpática la monarquía, aunque nunca has leído la Constitución entera.

Diagnóstico: Eres de derechas. Liberal, conservador, de los que creen que con trabajo todo se arregla… salvo lo que no se puede arreglar trabajando.

Si todo te parece matizable, estás en el centro

Te gusta la política de la mesura. No te gusta la bronca, los gritos ni los extremos. Crees que todos los partidos tienen algo de razón y que el consenso es la palabra mágica que lo solucionaría todo.

Piensas que el mercado es útil, pero que sin Estado esto sería una jungla. Admiras a Suárez, aunque apenas recuerdas qué hizo.

Diagnóstico: Eres de centro. Moderado, dialogante… y en peligro de extinción.

Si te importan los servicios públicos, eres de izquierda moderada

Crees que la educación y la sanidad deben ser universales, y que pagar impuestos es una forma de solidaridad, no un castigo. Aplaudes la igualdad de género, defiendes los derechos sociales y te irrita oír que “el mercado lo arregla todo”.

A veces te sientes en tierra de nadie: demasiado rojo para la derecha, demasiado tibio para la izquierda radical.

Diagnóstico: Eres socialdemócrata. El alma de un reformista, la cabeza de un gestor y la eterna esperanza de que algún día haya justicia social… sin que se hunda el PIB.

Si crees que el capitalismo es el demonio, saludos desde la extrema izquierda

No te fías del sistema ni de sus reglas. Te hierve la sangre con palabras como “explotación” o “privatización”. Piensas que la propiedad privada es un invento burgués y que el dinero debería servir a las personas, no al revés.

Desconfías de los políticos de traje, te entusiasma la palabra “colectivo” y te emocionas con la idea de que el pueblo tome las riendas.

Diagnóstico: Eres de extrema izquierda. Utopista, coherente, rebelde… y, posiblemente, pobre.

Si tu dios es el mercado, eres libertario o anarcocapitalista

El Estado te sobra. Querrías que se limitara a imprimir pasaportes y poco más. Para ti la libertad es sagrada, incluso si eso significa privatizar hasta el aire. Crees que las empresas lo hacen todo mejor que los gobiernos y que los impuestos son un robo legalizado.

Si te emociona Bitcoin y te enervan las normas, no hay duda:

Diagnóstico: Eres libertario, fanático del libre mercado y enemigo natural de cualquier burócrata.

Si no reconoces autoridad alguna, saludos, anarquista

No soportas jefes, banderas ni patrias. Piensas que la libertad solo existe cuando nadie manda sobre nadie. Tu lema podría ser “ni Dios, ni amo, ni patrón”.

Te organizas en colectivos, crees en la cooperación espontánea y te fascina la idea de una sociedad horizontal.

Diagnóstico: Eres anarquista, heredero de una tradición que los poderosos temen y los historiadores admiran en secreto.

Si lo tuyo es el planeta y los derechos humanos, eres progresista sin etiquetas

Te mueven la empatía, el respeto y la conciencia climática. Eres de los que piensan que un mundo más justo y verde no es una utopía, sino una obligación. No te interesan las viejas trincheras ideológicas; te interesa el futuro.

Hablas de innovación, igualdad y sostenibilidad con una sonrisa optimista que saca de quicio a los cínicos.

Diagnóstico: Eres progresista, y probablemente te llamen “woke”, pero te da igual: crees que aún se puede cambiar el mundo sin gritarle a nadie.

Epílogo: tu ideología, ese espejo que da miedo mirar

Puede que no seas capaz de etiquetarte, y no pasa nada. Puede que pienses que todos los políticos son iguales, y puede que tengas razón. Pero, en el fondo, todos tenemos una brújula. A veces apunta al pasado, a veces al futuro; a veces al bolsillo, a veces al corazón.

Así que la próxima vez que alguien te diga “¿y tú de qué eres?”, podrás responder con orgullo:

“De mí. Pero ya sé de qué color tiñe mi voto.”

Y si después de todo este test sigues sin saber si eres de derechas, de izquierdas o medio pensionista...
No te preocupes: eres español, y eso ya es una ideología en sí misma.

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