Adiós a un símbolo de Gijón: el asturcón de Cajastur se despide de la plaza del Carmen

Adiós a un símbolo de Gijón: el asturcón de Cajastur se despide de la plaza del Carmen

El logotipo que presidía desde hace 25 años la sede histórica de la Caja de Ahorros de Asturias es retirado de la fachada; el edificio, obra de Del Busto y Díaz Negrete, pierde uno de sus últimos vínculos visibles con la antigua Cajastur

 

Durante la mañana de este miércoles, vecinos y curiosos se quedaron unos minutos con la vista clavada en lo alto de la plaza del Carmen. Una grúa y una plataforma elevadora trabajaban sobre la fachada del imponente edificio de la antigua Caja de Ahorros de Asturias mientras los operarios desmontaban, pieza a pieza, el cuadrado rojo con la cabeza de un asturcón que coronaba el inmueble desde el año 2000.

Con ese gesto discreto, casi silencioso, Gijón se despedía de uno de sus símbolos urbanos más reconocibles: el logotipo de Cajastur que durante un cuarto de siglo presidió la sede gijonesa de la entidad y que formaba parte del paisaje sentimental de varias generaciones.

De la Caja de Ahorros al asturcón

Para entender la carga simbólica de esa pieza retirada hay que retroceder unas cuantas décadas. La Caja de Ahorros de Asturias nació en 1946 de la fusión del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo y la Caja de Ahorros Municipal de Gijón. Tres años después se convocó un concurso para levantar una gran sede en la entonces plaza de José Antonio, hoy plaza del Carmen.

El proyecto ganador fue el de los arquitectos Juan Manuel del Busto y Miguel Díaz Negrete, dos nombres clave de la arquitectura asturiana de posguerra. El edificio, de líneas sobrias y monumentalistas, se terminó a finales de los años cincuenta y abrió sus puertas en 1961. En la fachada de Álvarez Garaya se colocó poco después una escultura del gijonés Joaquín Rubio Camín, con un ángel sosteniendo una hucha, que subrayaba la vocación social de la caja.

En los primeros años, en la terraza superior se leían, bien visibles, las grandes letras de “Caja de Ahorros de Asturias” y un escudo en el que se combinaban la Cruz de la Victoria y la figura de Pelayo con la espada alzada. En la torre que mira a la plaza se instaló además una hucha luminosa: un cubo de luz sobre el que, mediante un sencillo juego eléctrico, parecía caer una moneda una y otra vez. Muchos gijoneses recuerdan todavía aquella imagen nocturna como una de las postales inevitables del centro.

El asturcón que galopó sobre la plaza

Con el paso de los años, la imagen corporativa fue mudando al ritmo de las transformaciones del sistema financiero. En los años noventa la entidad apostó por un símbolo más directo y reconocible: el asturcón al galope, caballo emblema de la raza autóctona asturiana.

En 1996, el edificio de la plaza del Carmen estrenó ese nuevo logotipo a tamaño monumental, acompañado del rótulo “Caja de Asturias” en el frontal y los laterales. El caballo entero, recortado sobre el cielo gijonés, marcó una época en la que la caja se reivindicaba como referencia financiera de todo el Principado.

Con la entrada del siglo XXI llegó un nuevo giro: la marca comercial Cajastur se consolidó y en la fachada se sustituyó el asturcón a cuerpo entero por un logotipo más sintético, un cuadrado rojo con la silueta de la cabeza del caballo, que es el que acaba de ser desmontado. Desde el año 2000, esa figura vigilaba la plaza, convertida ya en un icono gráfico tan familiar como el propio edificio.

De Cajastur a Liberbank y Unicaja: el rastro que se apaga

Tras la crisis financiera, la Caja de Ahorros de Asturias fue una de las muchas entidades que se vio arrastrada a un proceso de reordenación. El negocio bancario acabó integrado en Liberbank y, más tarde, tras nuevas operaciones corporativas, en Unicaja Banco, mientras que Cajastur se transformaba en fundación bancaria.

El imponente inmueble de la plaza del Carmen pasó así a manos de Unicaja, que ha ido adaptando la rotulación y la imagen corporativa a su propia marca. Con la retirada del asturcón, el edificio pierde uno de sus últimos vínculos visibles con la antigua caja asturiana, más allá de la memoria de los clientes que hicieron allí sus primeras libretas de ahorro.

Quedan aún algunos rastros dispersos: otros asturcones de la vieja Cajastur sobreviven, por ahora, en la Escandalera de Oviedo, en la sede principal, y en alguna fachada aislada del territorio, aunque su futuro es incierto.

Un símbolo urbano que se descolgó en silencio

La operación de desmontaje se llevó a cabo en pocas horas, sin ceremonia ni comunicado oficial. Solo la presencia de la grúa y de los operarios llamó la atención de quienes atravesaban la plaza. Algunos vecinos aprovecharon para sacar el móvil y guardar una última foto del asturcón antes de que desapareciera por completo.

Para muchos gijoneses, el gesto tiene un punto melancólico: el edificio de la plaza del Carmen, con su torre, su reloj y sus carteles luminosos, fue durante décadas mucho más que una oficina bancaria. Era un hito en el skyline del centro, punto de referencia para quedar “debajo del reloj de la Caja”, lugar donde se abrían las primeras cuentas, se ingresaban las pagas extras o se pedían los primeros préstamos.

Ahora, con la fachada desnuda, el inmueble entra en una nueva etapa, ligado ya a otra marca y a otro tiempo. Pero el recuerdo del asturcón que galopó sobre la plaza —y, antes que él, de la hucha luminosa y de la vieja Cruz de la Victoria— seguirá formando parte de la memoria sentimental de Gijón, esa que no entiende de fusiones, balances ni absorciones bancarias.

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