El coste del huevo se dispara un 137 % desde 2021 por la gripe aviar, el auge del consumo y el encarecimiento de la producción
Los asturianos —como el resto de los españoles— se enfrentan a un problema literal de huevos. No es una frase hecha: el producto más básico de la cesta de la compra, la docena de huevos, se ha convertido en un artículo de lujo. En solo cuatro años, su precio se ha disparado un 137 %, impulsado por una tormenta perfecta de factores que ha puesto patas arriba el mercado alimentario.
Tres motivos detrás del encarecimiento
El primer responsable tiene nombre propio: la gripe aviar. Este 2025 ha sido el año con más incidencia en Europa y también en España. Los brotes han obligado al sacrificio de más de 2,5 millones de gallinas ponedoras, lo que ha reducido la producción nacional en torno a un 5 %. En un mercado tan ajustado, ese golpe se ha notado enseguida en los precios.
El segundo factor es el consumo al alza. Lejos de disminuir, los españoles cada vez compran más huevos. En solo cinco años el consumo ha crecido un 17 %, impulsado por su versatilidad, valor nutricional y precio históricamente asequible. Pero cuando hay más demanda y menos oferta, la ecuación es inevitable: los precios vuelan.
Y el tercer motivo está dentro de las granjas: los nuevos sistemas de producción. Cada vez más explotaciones abandonan las jaulas por modelos de gallinas sueltas, camperas o ecológicas. Una buena noticia para el bienestar animal, pero cara para los bolsillos. Producir huevos en gallinero cuesta un 20 % más que en jaulas, y los ecológicos duplican ese coste.
Una subida sin precedentes
Según la Unión de Consumidores, la docena de huevos ha subido un euro en apenas seis meses, lo que supone un aumento del 50 % en medio año. Si se compara con 2021, el alza acumulada alcanza el 137 % para las categorías más baratas.
El huevo, que antes era sinónimo de alimento humilde y universal, ha pasado a ser un producto que muchas familias empiezan a racionar.
El año pasado, los hogares españoles consumieron más de 419.000 toneladas, un 2,3 % más que en 2023. España sigue siendo uno de los mayores productores de Europa, con 1.169 millones de docenas anuales, pero la demanda supera el ritmo de producción y los costes siguen aumentando.
Asturias, dependiente del exterior
La producción asturiana es modesta: 3,6 millones de docenas en 2024, apenas el 3,4 % del total nacional. Eso convierte a la región en una consumidora neta y, por tanto, más vulnerable a las fluctuaciones de precios que vienen del resto del país.
Los huevos llegan desde otras comunidades o del extranjero, arrastrando los costes logísticos, energéticos y de distribución que se suman a un producto ya encarecido en origen.
Un sector ahogado en burocracia
El aumento de la demanda debería ser una buena noticia para los productores, pero en España ampliar una granja de puesta se ha convertido en una odisea administrativa.
El sector está sometido a más de 70 normas distintas que regulan desde la sanidad y el bienestar animal hasta la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la comercialización.
Antes de empezar a producir, cualquier emprendedor debe tramitar permisos ambientales, licencias de suelo y proyectos técnicos que pueden tardar años.
A todo ello se suma la inversión inicial: las instalaciones, el equipamiento y los controles obligatorios hacen que abrir una granja sea una empresa de riesgo solo apta para bolsillos solventes.
“Esta es una actividad atractiva para los emprendedores, pero con tantas exigencias y costes resulta muy difícil aumentar la producción”, explica la directora de la Asociación Española de Productores de Huevos, Mar Fernández.
El alimento que ya no es tan básico
El huevo era, hasta hace poco, la tabla de salvación del consumidor: proteína barata, fácil de cocinar y disponible todo el año. Pero el mercado lo ha convertido en otro símbolo de la inflación alimentaria.
En los supermercados asturianos, la docena de categoría M —la más común— ya roza o supera los 3,20 euros, y las camperas o ecológicas pueden alcanzar hasta 5 euros. Los hosteleros, que usan el huevo a diario, empiezan a trasladar el sobrecoste a sus cartas: tortillas, rebozados y repostería ya salen más caros.
El futuro: precios altos y consumo sostenido
El sector no prevé que los precios bajen a corto plazo. La gripe aviar sigue amenazando las explotaciones, la conversión a sistemas más éticos avanza despacio y los costes de producción se mantienen en niveles récord.
Mientras tanto, el huevo continúa siendo un producto de primera necesidad… pero cada vez menos accesible para muchas familias.
Asturias, que apenas produce una mínima parte del total nacional, seguirá dependiendo del mercado exterior y pagando los efectos de una cadena en tensión.
Porque, aunque suene a broma, la situación es seria: los asturianos están, literalmente, hasta los huevos de que suban los huevos.
