La comparecencia de Claudia Montes, Miss Asturias 2017 y exempleada de la empresa pública Logirail, convirtió la comisión del Senado sobre el Caso Koldo en algo más que un episodio político. Su relato mezcla tres elementos explosivos: una denuncia de acoso sexual, una contratación bajo sospecha que el Tribunal Supremo considera «delictiva» y un reproche directo al PSOE y al feminismo institucional por haberla dejado sola.
Mientras los focos se centraban en las posibles derivaciones que pudieran alcanzar a José Luis Ábalos o incluso a Pedro Sánchez, hubo un aspecto de su declaración que apenas ha trascendido en otras crónicas: la historia humana de una mujer que dice haber sufrido acoso dentro de una trama de poder político y económico. Ese es el relato que cambió el tono de la sesión.
De Miss Asturias a supervisora de trenes de lujo en Gijón
Montes no llegó a Logirail desde la nada. Militante socialista en Asturias, conoció a Ábalos en un mitin del partido en Gijón en 2019. A partir de ahí, la relación evolucionó «primero como compañeros de partido» y después «en algo más», según explicó ante los senadores.
En su versión, cuando se quedó sin trabajo acudió a él como «amiga o compañera militante» para pedir orientación laboral. Ábalos le remitió un enlace con ofertas de empleo públicas y le recomendó apuntarse solo a aquellas para las que cumpliera los requisitos. Poco después le comentó que había tres empresas que estaban creciendo con rapidez, entre ellas Logirail.
Montes asegura que envió su currículum por los cauces ordinarios y que la empresa la entrevistó primero por teléfono y después de forma presencial. Fue contratada a finales de 2019 como encargada de “trenes de lujo” en Gijón y más tarde ascendió a supervisora, puesto que ocupó hasta febrero de 2022.
“La empresa ratificó hace poco que valoró mi experiencia laboral y que yo era apta para el puesto”, subrayó, negando haber sido “colocada” por nadie.
Sin embargo, el Tribunal Supremo ha calificado su contratación como “delictiva” dentro de la red de favores presuntamente ligada a Koldo García y al exministro Ábalos. Esa tensión —entre una trabajadora que defiende su mérito y una contratación bajo sospecha— es una de las claves de esta historia.
“Me hacía hasta 21 videollamadas al día para verme en ropa interior”
El punto más desgarrador de su declaración fue el presunto acoso sexual y laboral de Koldo García. Montes aseguró que recibía hasta 21 videollamadas diarias por WhatsApp del exasesor ministerial con el único propósito de “verla en ropa interior”.
Contó que esas llamadas llegaban a cualquier hora y que cuando empezó a cuestionar lo que consideraba irregularidades en la empresa, la apartaron “de cara a la pared”, le retiraron funciones y finalmente fue despedida.
La exempleada relató que vivió una situación de deterioro emocional extremo: llegó a acercarse a las vías del tren con la intención de quitarse la vida. Asegura que fue atendida en un hospital tras sufrir una crisis nerviosa, episodio que ha mantenido en silencio hasta ahora.
Negación tajante de la prostitución y ruptura con el relato mediático
Su nombre se había mezclado en los medios con otras mujeres relacionadas con la trama, lo que la llevó a negar rotundamente cualquier vínculo con la prostitución.
“Tengo una vida laboral, soy una persona muy activa y nunca he ejercido la prostitución”, afirmó con contundencia.
Montes quiso desmarcarse de ese ruido mediático y recordó que su historia no tiene nada que ver con las escorts mencionadas en el caso. “No quiero ser recordada como la prostituta de Ábalos”, aseguró, “sino como una mujer trabajadora que ha sido víctima de acoso y utilizada políticamente”.
“Me ha faltado el apoyo del ‘hermana, yo sí te creo’”
En un momento especialmente tenso, Montes miró directamente a los senadores del PSOE y lanzó un dardo al movimiento feminista institucional:
“Nadie me ha apoyado en ningún momento. Me ha faltado el apoyo de todas las feministas, nadie ha levantado el teléfono desde marzo hasta que declaré. Me lo he tragado todo escuchando barbaridades de mi persona. Me faltó el apoyo de mis compañeros y del ‘hermana, yo sí te creo’”.
Su denuncia pone en evidencia la soledad que, según ella, ha sufrido durante meses. “Me han destrozado la vida”, resumió entre lágrimas.
Sombras sobre Ábalos y un aviso al Supremo
Más allá de lo personal, Montes introdujo dos elementos de enorme calado político: la existencia de grabaciones y las conversaciones con Ábalos que, según dijo, podrían implicar a otros dirigentes socialistas.
Aseguró haber grabado una charla en la que el exministro mencionaba a Santos Cerdán, actual secretario de Organización del PSOE, como superior de Koldo y pieza clave en la estructura. También afirmó que Ábalos le llegó a decir que Pedro Sánchez “sabía lo que estaba ocurriendo”.
Su abogado, Alfredo Arrién Paredes, matizó después que esas afirmaciones son “conjeturas” y que se entregarán pruebas al Tribunal Supremo, que ya investiga la presunta trama de contratos públicos irregulares.
Una testigo que incomoda a todos
La figura de Claudia Montes se ha convertido en una piedra en el zapato para todos los actores implicados:
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Para el PSOE, porque una militante asturiana denuncia acoso dentro del entorno de un exministro socialista y reprocha haber sido abandonada por su partido.
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Para la oposición, porque la misma mujer que señala a Koldo y a Ábalos fue contratada en una empresa pública bajo sospecha.
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Para el feminismo institucional, porque su relato desafía el discurso de “creer siempre a la víctima” cuando la protagonista no encaja en el molde de la víctima ideal.
 
En Asturias, el caso adquiere una dimensión más cercana: la trama que parecía madrileña y abstracta tiene rostro, acento y biografía asturiana.
Su frase más repetida, “me hacía 21 videollamadas al día”, se ha convertido ya en símbolo de un testimonio que trasciende lo político y habla de poder, silencio y soledad.
El Senado podrá volver a llamarla y el Supremo decidirá si investiga a fondo sus denuncias. Pero, mientras tanto, Claudia Montes ha logrado algo que pocos han conseguido en este caso: humanizar el escándalo.
