Maribel Vilaplana sale del hospital tras una crisis de ansiedad a 48 horas de declarar ante la juez por la DANA

Maribel Vilaplana sale del hospital tras una crisis de ansiedad a 48 horas de declarar ante la juez por la DANA

La periodista, que comió con Mazón el día de la catástrofe, mantiene su intención de comparecer el lunes pese a un fuerte colapso emocional. Su entorno asegura que “está rota”.


La periodista Maribel Vilaplana ha recibido el alta hospitalaria tras sufrir en la tarde de este sábado una crisis de ansiedad severa. El episodio, que la obligó a ser trasladada a un centro médico de València, se produce en pleno torbellino mediático y apenas dos días antes de su declaración ante la jueza que investiga la gestión de la DANA del 29 de octubre de 2024, aquella jornada trágica que dejó más de dos centenares de muertos y hundió políticamente a buena parte del Consell.

Según confirman fuentes de su entorno, Vilaplana abandonó el hospital acompañada de familiares y mantiene la intención de acudir el lunes al juzgado, pese a su estado de agotamiento emocional. “Va a ir, pero está rota”, admiten las mismas fuentes, que describen a la periodista como “desbordada” por la presión mediática y judicial de las últimas horas.

La tensión se disparó esta semana al reavivarse la polémica sobre el vídeo que supuestamente enseñó al president Mazón durante la comida en El Ventorro, aquel almuerzo que se ha convertido en el epicentro político del caso. La periodista lo niega: asegura que el vídeo de las inundaciones le llegó a un chat familiar y que se limitó a responder con un emoticono, sin mostrárselo al president.

El problema es que la jueza instructora quiere fijar con precisión qué ocurrió durante esas cuatro horas de comida y sobremesa entre Mazón y Vilaplana. Y, para eso, ha solicitado incluso el ticket del aparcamiento, los mensajes de ese tramo horario y la geolocalización del móvil. El objetivo: saber cuándo supo el president la gravedad de lo que estaba ocurriendo y si actuó o no en consecuencia.

Una periodista reconocida que se enfrenta a su peor momento

Maribel Vilaplana, nacida en València en 1975, ha sido durante más de dos décadas una de las comunicadoras más reconocibles de la televisión valenciana. Presentó informativos y debates en Canal 9 y À Punt, ha sido profesora universitaria, coach de comunicación y presentadora habitual de actos institucionales y empresariales. Su imagen, vinculada a la elegancia y la solvencia profesional, era habitual en congresos, ferias y eventos públicos.

Todo eso cambió el 29 de octubre de 2024, el día de la catástrofe meteorológica que devastó amplias zonas del litoral valenciano. Aquella jornada, mientras el agua anegaba municipios y el 112 multiplicaba llamadas, el president Carlos Mazón comía con ella en el restaurante El Ventorro, en las afueras de València. Desde entonces, su nombre quedó inevitablemente unido a ese episodio, y su carrera se ha resentido: varios actos institucionales fueron cancelados y algunas empresas evitaron contratarla “por prudencia”.

En los últimos meses, según ha trascendido, ha seguido impartiendo clases y colaborando con firmas privadas, pero su entorno reconoce que “nada ha vuelto a ser igual”. La presión mediática, las insinuaciones sobre su papel aquel día y el señalamiento público han pasado factura: “la ansiedad se ha acumulado hasta romperla”, explican familiares cercanos.

Cuatro horas de comida que pueden costar una carrera política

La gran incógnita sigue siendo qué ocurrió exactamente durante las cuatro horas que duró la comida y la sobremesa en El Ventorro. Cuatro horas son, en términos políticos, demasiado tiempo para un presidente en jornada laboral y en plena emergencia meteorológica.

Según las diligencias judiciales, Mazón y Vilaplana llegaron al restaurante a primera hora de la tarde y no salieron hasta pasadas las seis. Durante ese intervalo, la DANA se agravó: Protección Civil ya había emitido avisos rojos, varios municipios estaban incomunicados y los servicios de rescate trabajaban a contrarreloj.

Lo que se investiga ahora es si el president fue informado de la magnitud del desastre mientras comía. Si la respuesta es afirmativa, la responsabilidad política podría ser devastadora. Si no lo fue, la negligencia recae en la falta de control y seguimiento de la crisis por parte de Presidencia.

En ese contexto, la versión de Vilaplana se vuelve crucial. Su declaración puede aclarar si Mazón conocía los vídeos y avisos que circulaban por redes o si, como ella sostiene, la conversación transcurrió sin referencias directas a la emergencia.

El análisis: el silencio que pesa más que las palabras

Cuatro horas de comida y sobremesa no son una anécdota. En política, cuatro horas de desconexión durante una crisis mortal son una eternidad. Lo que se discute ahora no es si Mazón tenía derecho a comer con quien quisiera, sino si tenía derecho a no enterarse de lo que estaba pasando.

En esas cuatro horas se resume la distancia entre el poder y la calle, entre los despachos blindados y la gente que vio cómo se llevaban su coche o su casa las aguas. En esas cuatro horas, la imagen del president se hundió más rápido que cualquier cauce desbordado.

Y por eso, cuando una periodista veterana como Maribel Vilaplana se derrumba justo antes de declarar, la pregunta que resuena no es si está enferma, sino por qué tanto peso recae sobre ella.

Quizás porque su testimonio, tan sencillo como decir “sí, le enseñé el vídeo” o “no, no lo hice”, puede cambiar el relato político de toda una catástrofe. Quizás porque nadie está preparado para cargar con la culpa colectiva de una tragedia que va mucho más allá de una sobremesa.

Lo que está claro es que, cuando comparezca este lunes, Vilaplana no solo declarará ante una jueza, sino ante una opinión pública que lleva un año preguntándose lo mismo:

¿Qué hicieron durante esas cuatro horas que impidió al president estar donde debía estar?

Hasta entonces, la periodista más serena de la televisión valenciana intenta recuperar el aire que le ha robado la tormenta más larga de su vida.

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