La región afronta la mayor crisis médica de España: uno de cada tres facultativos se retirará en los próximos diez años y la llegada de nuevos residentes no será suficiente para cubrir las vacantes.
Asturias está a punto de quedarse sin médicos. Lo advierte con crudeza el Estudio de Demografía Médica 2025 de la Organización Médica Colegial (OMC): el 18,2% de los facultativos asturianos se jubilarán antes de 2030, y un 31,3% lo harán antes de 2035. Ninguna otra comunidad autónoma española tiene una proporción tan elevada ni una tasa de reposición tan baja.
En otras palabras, uno de cada tres médicos asturianos colgará la bata en la próxima década. Y lo peor: no hay relevo generacional suficiente. Los médicos residentes que se incorporarán al sistema en los próximos años no alcanzan para reemplazar a todos los que se van.
Asturias es, de hecho, la única comunidad de España que no puede cubrir todas las jubilaciones previstas, según los cálculos de la OMC. Una realidad que deja al sistema sanitario regional en una situación de vulnerabilidad extrema, con riesgo de vacíos asistenciales en atención primaria, pediatría y urgencias hospitalarias.
La paradoja asturiana: muchos médicos, pero envejecidos
El Principado presume de una de las tasas más altas de médicos activos del país: 642 por cada 100.000 habitantes, solo por detrás de Madrid. Pero ese dato es engañoso. La media de edad de los facultativos en activo es de 49,3 años, la segunda más alta de España, y el 61,6% son mujeres, un colectivo más joven pero con mayores necesidades de conciliación, lo que exige plantillas reforzadas.
La conclusión de los expertos es clara: Asturias tiene muchos médicos, pero demasiado mayores y con un relevo que no llega a tiempo. Lo que hoy parece un sistema robusto, en cinco años puede resquebrajarse por simple efecto demográfico.
¿Quién nos va a atender? ¿Quién nos va a curar?
La pregunta, hasta hace poco retórica, empieza a sonar urgente. En los hospitales comarcales del Oriente y el Occidente, y en centros de salud rurales, ya se perciben las primeras grietas: jubilaciones que no se cubren, guardias que se doblan, contratos temporales que encadenan médicos exhaustos y jóvenes que prefieren marcharse a otras comunidades con mejores condiciones laborales.
Si nada cambia, en 2030 habrá zonas enteras del mapa asturiano donde no habrá médicos suficientes para atender la demanda, y no por falta de presupuesto, sino por falta de profesionales disponibles.
Los datos que nadie quiere mirar
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Asturias: 6.484 médicos activos, 642 por cada 100.000 habitantes. 
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Jubilaciones previstas: 18,2% antes de 2030, 31,3% antes de 2035. 
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Tasa de reposición: 0,99 (la única por debajo de 1 en España). 
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Edad media: 49,3 años. 
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Médicos hombres: 38,4%. Mujeres: 61,6%. 
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Media nacional de médicos activos: 568 por cada 100.000 habitantes. 
El problema no es numérico, sino estructural. En palabras de un decano universitario asturiano consultado para este reportaje: “No faltan médicos en España; faltan en los lugares donde más se necesitan. Y Asturias es el ejemplo perfecto de cómo un territorio envejecido puede quedarse sin reemplazo humano antes que sin recursos.”
Las especialidades más amenazadas
Los informes sanitarios lo repiten año tras año: las mayores tensiones se concentran en Atención Primaria, Pediatría, Medicina Interna, Anestesiología y Psiquiatría, especialmente en áreas rurales y comarcales. En algunos hospitales, una sola jubilación puede comprometer la cobertura completa de un servicio.
En paralelo, la falta de incentivos para atraer médicos a zonas rurales o periféricas está agravando la desigualdad territorial: Gijón y Oviedo concentran las plazas más atractivas, mientras que Arriondas, Jarrio o Cangas del Narcea sufren para mantener plantillas estables.
“Tenemos médicos, pero mal distribuidos”
La Organización Médica Colegial lo resume así: España no sufre un déficit global de médicos, sino una mala planificación y distribución. Mientras unas comunidades forman residentes de sobra, otras no cubren sus necesidades. Y, dentro de las propias autonomías, hay capitales saturadas y comarcas vacías.
Para revertirlo, la OMC propone un “pacto de reposición” nacional que permita redistribuir médicos entre comunidades y reforzar las zonas con mayor déficit. También plantea un “ajuste dinámico del MIR”, adaptando cada convocatoria a las jubilaciones previstas por especialidad y territorio.
El informe sugiere además aprovechar la inteligencia artificial y la telemedicina como herramientas complementarias: sistemas de apoyo diagnóstico, formación digital y atención a distancia en áreas rurales. Pero todos los expertos coinciden: la tecnología ayudará, no sustituirá. El problema sigue siendo humano.
La sanidad que envejece a la vez que sus pacientes
La paradoja es cruel: mientras Asturias lidera el envejecimiento poblacional, también envejece su sistema sanitario. Los médicos que hoy atienden a los mayores del Principado son, en buena parte, coetáneos de sus pacientes. Dentro de diez años, muchos de esos profesionales estarán jubilados y sentados al otro lado de la mesa.
Sin un plan de choque urgente para formar, atraer y retener talento sanitario, la región podría enfrentarse a un escenario donde la cobertura asistencial se degrade progresivamente: más esperas, más sobrecarga, más rotación, más frustración.
El reloj ya ha empezado a correr
Asturias no está sola en esta carrera contra el tiempo, pero sí es la que corre con menos ventaja. Comunidades como Castilla y León, Galicia o Aragón también sufrirán una oleada de jubilaciones, pero cuentan con tasas de reposición superiores y políticas más agresivas para captar profesionales.
Aquí, en cambio, el reloj ya ha empezado a descontar. Y la gran pregunta sigue sin respuesta:
 ¿quién nos va a atender cuando se jubilen los que hoy nos cuidan?
Una advertencia con nombre propio
El presidente del Colegio de Médicos de Asturias lo resumió hace unos días en una frase que duele por su realismo:
 “No hay relevo. En pocos años, si no cambiamos la estrategia, no habrá médicos suficientes ni para atender a los que ahora nos leen.”
Asturias fue pionera en la medicina pública y en la formación sanitaria. Hoy, sin embargo, podría convertirse en el primer territorio español donde la falta de relevo ponga en jaque el sistema.
No es una crisis repentina. Es una cuenta atrás que empezó hace años y que, si nadie la detiene, puede transformar la sanidad asturiana en un lujo escaso.
Porque, al final, más allá de cifras y porcentajes, la pregunta sigue siendo la misma y cada vez más urgente:
 ¿quién nos va a cuidar cuando ya no quede quien cure?
 
	
									
								

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
