La jueza reabre el caso de la gijonesa Mari Trini Suárdíaz Suero y su hija Beatriz, de 13 meses, desaparecidas en 1987. Los buzos de la Policía Nacional confirman la presencia de dos vehículos en el fondo de una balsa minera en Berbes. El sospechoso sigue vivo, en Portugal.
Treinta y ocho años después, el silencio del agua podría empezar a hablar.
Bajo el lodo espeso de una balsa minera en Berbes (Ribadesella), la Policía Nacional ha localizado dos coches sumergidos. No es un hallazgo cualquiera: podría ser la clave que cierre uno de los casos más oscuros y olvidados de la crónica negra asturiana.
Las víctimas son Mari Trini Suárdíaz Suero, una joven gijonesa de 23 años, y su hija Beatriz, de apenas trece meses. Desaparecieron en 1987. Nadie volvió a verlas. Nadie las buscó durante años. Y sin embargo, alguien —desde la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de Gijón— nunca dejó de hacerlo.
Una pista en el barro
La jueza de Instrucción nº 4 de Gijón ha reabierto el caso y ha autorizado nuevas diligencias tras el informe de los buzos del Grupo Operativo de Actividades Subacuáticas (GOA), que han confirmado la presencia de dos turismos en el fondo de la charca.
La hipótesis es tan simple como escalofriante: Mari Trini y su hija podrían estar dentro.
El hallazgo se produjo en una antigua bocamina de espato flúor, un paraje abrupto y olvidado a escasos metros de un acantilado. Los buzos lograron llegar hasta el fondo, pero el fango, la basura y la presión del agua impidieron inspeccionar el interior de los vehículos.
El siguiente paso será decisivo: drenar la balsa o emplear maquinaria especializada —incluso la UME— para elevar los coches y confirmar lo que tantos temen desde hace casi cuatro décadas.
Una desaparición envuelta en miedo
Para entender por qué los ojos de la Policía vuelven a fijarse en esa balsa hay que retroceder a 1987.
Mari Trini, natural de Villaviciosa y criada en Gijón, vivía una historia marcada por la violencia. Se había casado con Antonio María da Silva, alias “el Portugués”, un hombre 18 años mayor que ella, contrabandista, violento y con antecedentes.
Ella había intentado escapar. Lo hizo varias veces.
Una de esas veces, en el pueblo leonés de Matadeón de los Oteros, lanzó una nota por la ventana pidiendo ayuda:
“Ayúdenme. Me tiene secuestrada.”
La Guardia Civil intervino. Él fue detenido. Pero ella nunca se presentó al juicio. Volvió con él. Siempre volvía.
En 1986 nació su hija Beatriz en el Hospital de Cabueñes. Un año después, ambas desaparecieron sin dejar rastro.
El monstruo y el silencio
Cuando los vecinos de Matadeón fueron preguntados años después, recordaban a “el Portugués” fabricando cemento frente a su casa durante semanas, justo después de que madre e hija desaparecieran.
También recordaban el olor, la tierra removida, las noches sin luces.
Pero nadie denunció. Nadie preguntó.
La familia de Mari Trini era pequeña. Su único hermano, que vivía de la caridad en Gijón, no denunció su desaparición hasta quince años después, en 2002. Para entonces, ya no había ni casa ni testigos. Solo rumores y un nombre que daba miedo pronunciar.
La investigación que no muere
La Policía reabrió el caso varias veces. Excavó en Matadeón, en el solar donde se levantaba la casa del “Portugués”.
Nada.
Registró después la vivienda de Berbes, en Ribadesella.
Encontraron un zulo del tamaño de un cuerpo humano bajo el suelo.
Vacío.
Pero los investigadores no se rindieron.
“Hay algo ahí”, repitieron una y otra vez.
Y lo había: los testimonios de los vecinos de Berbes apuntaban a que el hombre había arrojado dos coches en la balsa minera.
Durante años, nadie autorizó una inmersión. El caso parecía condenado a otro archivo.
Hasta ahora.
Un giro en 2025
Con el impulso de la UDEV de Gijón y el respaldo de la jueza Ana López Pandiella, el caso ha vuelto a la vida.
Los buzos confirmaron la existencia de los vehículos. La policía no lo dice abiertamente, pero lo insinúa con cautela:
“Creemos que podríamos estar cerca.”
Si se logra extraer los coches y dentro hay restos humanos, se tomarán muestras de ADN y se cotejarán con los registros familiares que aún conserva la base nacional de desaparecidos.
El principal sospechoso, Antonio María da Silva, vive en Portugal, en un centro asistencial. Fue detenido en 2018 y quedó libre por falta de pruebas.
Hoy, a sus más de 80 años, el tiempo juega su última partida con él.
Mari Trini, la víctima perfecta
Mari Trini fue una mujer sin red.
Criada por su abuela en Rozadas (Villaviciosa), abandonada por sus padres, sin recursos, sin nadie que la defendiera.
La víctima perfecta.
Su historia no llenó portadas. Su nombre se perdió en los márgenes del tiempo.
Pero en el despacho de la UDEV de Gijón, en una carpeta marcada como “Asunto pendiente”, su fotografía sigue ahí: una joven de mirada tímida con una niña en brazos.
Treinta y ocho años después, la siguen buscando.
La balsa que puede hablar
El agua de Berbes guarda secretos. Los buzos aseguran que hay dos coches allí abajo.
¿Son los mismos que los vecinos vieron desaparecer una noche de 1987?
¿Están allí Mari Trini y su hija?
Las próximas semanas serán decisivas. La jueza ha pedido medios técnicos extraordinarios para vaciar la balsa y acceder al fondo.
Si los coches pueden sacarse, el misterio podría tener por fin una respuesta.
Después de casi cuatro décadas de silencio, Asturias vuelve a contener la respiración.
Porque quizá, bajo ese lodo espeso y antiguo, el agua guarde la verdad que la tierra se negó a entregar.
