Cuando el mar volvió a Avilés: la Nao Victoria surca cinco siglos de historia y atraca junto al Niemeyer

Cuando el mar volvió a Avilés: la Nao Victoria surca cinco siglos de historia y atraca junto al Niemeyer

 

El mítico navío que completó la primera vuelta al mundo llega a la ría tras una gira europea, convertido en museo flotante. Una lección viva de historia y marinería que conecta el pasado de los grandes descubrimientos con el alma marinera de Avilés.

 

La ría de Avilés volverá a oler a brea y sal. Al caer la tarde, cuando el sol pinte de cobre los muelles y las grúas, una silueta de otro tiempo asomará en el horizonte: velas blancas con cruces rojas, mástiles tensos al viento y un rumor de madera que cruje como si contara historias. Es la Nao Victoria, el barco más legendario de la historia de la navegación, el mismo que completó hace más de quinientos años la primera vuelta al mundo.

Del 12 al 19 de octubre, este navío convertido en museo flotante podrá visitarse junto al Centro Niemeyer, tras una larga travesía de seis meses por puertos de media Europa. Su llegada a Avilés no es solo un acontecimiento cultural: es un símbolo, un reencuentro entre la historia universal y la tradición marinera de Asturias.

Un eco del siglo XVI en las aguas de la ría

La Nao Victoria original partió de Sevilla en 1519, dentro de la expedición capitaneada por Fernando de Magallanes y culminada por Juan Sebastián Elcano. Fue la única de las cinco naves que logró regresar tres años después, en 1522, completando la primera circunnavegación del planeta.
De los más de 240 hombres que zarparon, solo regresaron 18, flacos, enfermos y silenciosos, pero victoriosos. Habían demostrado que la Tierra era redonda, que los océanos se comunicaban y que el mundo era mucho más grande —y también más pequeño— de lo que Europa imaginaba.

La réplica que ahora llega a Avilés, construida con técnicas del siglo XVI en los astilleros de Punta Umbría (Huelva), es una obra maestra de carpintería naval. Mide 26 metros de eslora y 7 de manga, y ha navegado por los cinco continentes como embajadora cultural de España. Quien se sube a bordo no pisa una maqueta, pisa historia viva.

Un museo que flota y respira

Durante una semana, el puerto avilesino se transformará en un aula abierta de historia marítima. En las cubiertas del barco, los visitantes podrán recorrer el sollado donde dormían los marineros, ver los toneles donde se guardaba el agua y la comida, y tocar los instrumentos de navegación que guiaron la travesía: astrolabios, cuadrantes, compases y mapas sin hemisferios.

Todo está dispuesto para que quien suba al barco entienda lo que significaba enfrentarse a lo desconocido: vivir tres años sin saber si habría regreso, bajo tormentas, hambre, enfermedades y un océano interminable.
Los tripulantes actuales —jóvenes marineros que reviven aquellas rutas— explican con detalle cómo se maneja una nao sin motor, solo con el viento y la destreza humana. “Cada maniobra es una lección de respeto por el mar y por quienes se atrevieron a cruzarlo cuando no existían certezas”, dicen con orgullo.

Avilés, ciudad de ría y memoria

No podía haber mejor escenario para recibir a la Nao Victoria. Avilés es una ciudad nacida del agua, curtida en los astilleros, con siglos de tradición marinera y comercial. Su puerto fue durante generaciones una puerta abierta al mundo, por la que salieron y llegaron barcos de hierro, carbón, sal y sueños.
Ver ahora una nave del siglo XVI amarrada junto al Niemeyer es casi una metáfora: el pasado y el futuro fundidos en un mismo reflejo sobre la ría.

Quienes se acerquen estos días al muelle podrán ver cómo la sombra del casco de la Nao se dibuja sobre el agua mansa, mientras el viento hace flamear la bandera de Castilla y las cruces de Santiago en las velas. Es un espectáculo de belleza sencilla, pero profundamente simbólica: el mar vuelve a abrazar a Avilés.

 

 

Visitas abiertas del 12 al 19 de octubre

El barco abrirá sus cubiertas todos los días entre las 10:00 y las 20:00 horas. Las entradas pueden adquirirse en el propio muelle o a través de la web de la Fundación Nao Victoria, responsable del proyecto.

Durante las visitas, los guías explicarán cómo fue la construcción de la réplica, cómo se organiza la vida a bordo durante las giras internacionales y qué retos implica mantener viva una embarcación histórica que sigue navegando por mares reales.
Además, los colegios y asociaciones locales podrán realizar talleres educativos para aprender sobre navegación antigua, cartografía y los grandes viajes de la era de los descubrimientos.

 

 

Una lección de historia que no se olvida

Cuando el sol caiga sobre la ría y las luces del Niemeyer se reflejen en el agua, la imagen será casi irreal: un barco del siglo XVI frente a una obra maestra del siglo XXI. Dos mundos, dos épocas, unidos por el mismo horizonte.

La Nao Victoria no solo trae historia; trae una emoción. La de recordar que hubo un tiempo en que un puñado de hombres asturianos, andaluces, vascos y portugueses se lanzó a cruzar lo imposible con la sola ayuda del viento, la madera y la fe en su rumbo.

Y ahora, quinientos años después, esa historia flota de nuevo frente a Avilés.

 


El mar, que nunca olvida, ha regresado a casa.

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