Ni genovés ni portugués: la nueva investigación genética acota el origen de Colón al Mediterráneo occidental y apunta a raíces sefardíes

Ni genovés ni portugués: la nueva investigación genética acota el origen de Colón al Mediterráneo occidental y apunta a raíces sefardíes

Confirmada la identidad de los restos del Almirante en Sevilla, el equipo de la Universidad de Granada sitúa su ascendencia en la órbita de la Corona de Aragón. Historiadores piden cautela hasta ver la publicación científica y recuerdan que la tesis genovesa sigue vigente.

 

¿De dónde era realmente Cristóbal Colón? La pregunta que ha dividido a historiadores durante más de cinco siglos vuelve a escena con fuerza tras la emisión del documental “Colón ADN. Su verdadero origen”, emitido en Televisión Española en la noche del sábado 12 de octubre.

El proyecto, dirigido por el forense y catedrático José Antonio Lorente, de la Universidad de Granada, confirma por análisis genético que los restos enterrados en la Catedral de Sevilla pertenecen efectivamente al Almirante de la Mar Océana. A partir de esa base sólida, el equipo de Lorente sostiene que el ADN de Colón revela una ascendencia sefardí y un origen geográfico vinculado al Mediterráneo occidental, dentro del territorio que en su época pertenecía a la Corona de Aragón.

La hipótesis, fruto de más de dos décadas de investigación, descarta las teorías que situaban a Colón en Génova o Portugal, y apunta a que su linaje podría tener raíces en Valencia, Cataluña o las Islas Baleares. Según el propio equipo, su perfil genético coincide con poblaciones judías sefardíes de la Península Ibérica, lo que encajaría con la idea de un Colón que habría ocultado su origen judío para evitar obstáculos en la corte castellana, justo en los meses en los que los Reyes Católicos decretaban la expulsión de los judíos en 1492.

Una identidad confirmada y un origen todavía en debate

Hasta ahora, lo que sí puede afirmarse con rotundidad es que los restos analizados en Sevilla son los del navegante que cruzó el Atlántico en 1492. Los laboratorios de Granada confirmaron la coincidencia genética de Colón con los restos de su hijo Hernando y de su hermano Diego, despejando una de las incógnitas más antiguas de la historia.

La parte todavía abierta es el lugar exacto de su nacimiento. El equipo genético andaluz habla de compatibilidad con el ADN del Mediterráneo occidental, una región amplia que abarca la costa levantina y balear, pero no concreta una localidad. Las conclusiones finales se darán a conocer cuando el estudio completo sea publicado en una revista científica especializada.

Cautela en la comunidad científica

Varios genetistas y académicos han pedido prudencia antes de dar por cerrado el debate. Algunos critican que las conclusiones sobre el origen de Colón se hayan presentado antes en televisión que en una publicación revisada por pares, y recuerdan que, sin ese paso, no puede considerarse una demostración científica definitiva.

De momento, los resultados aportan un nuevo escenario de alta probabilidad, pero no una certeza absoluta. La investigación ha logrado acotar el área de origen y añadir una dimensión cultural y religiosa a la figura del Almirante, al vincular su linaje con comunidades sefardíes expulsadas en la misma época en la que emprendió su travesía hacia el Nuevo Mundo.

El contrapeso genovés

La tesis de un Colón genovés sigue teniendo defensores de peso. El historiador Esteban Mira Caballos, autor de una biografía reciente del navegante, reafirma el origen genovés basándose en documentación notarial, registros mercantiles y cartas de la época. Para Mira Caballos, la hipótesis aragonesa carece de pruebas documentales directas y no invalida los textos que sitúan al navegante como súbdito de Génova.

Otros expertos recuerdan que Colón escribía en castellano y latín, nunca en italiano, algo que muchos consideran indicio de su adaptación a la corte castellana más que prueba de un origen hispano. Los marinos y comerciantes del siglo XV, argumentan, solían escribir en la lengua de sus interlocutores.

Un misterio que se estrecha

La investigación de Lorente, iniciada en 2002, ha recorrido laboratorios de media Europa y América, recolectando muestras de descendientes directos e indirectos del Almirante y cotejando secuencias de ADN mitocondrial y cromosómico.

El resultado es doble: el misterio de la identidad se resuelve —los huesos de Sevilla son los del descubridor—, pero el misterio del origen se redefine, acotado a una franja geográfica concreta del Mediterráneo español y con una posible ascendencia judía.

Los investigadores confían en que los nuevos análisis genómicos, más precisos que los de hace veinte años, permitan concretar aún más el mapa de origen. Si así fuera, estaríamos ante uno de los hallazgos históricos más relevantes de la ciencia española reciente, al resolver con genética lo que cinco siglos de debate documental no pudieron cerrar.

Entre la historia y el mito

La figura de Cristóbal Colón ha sido objeto de disputa constante: genovés para unos, portugués o gallego para otros, catalán o valenciano según distintas escuelas. Ahora, la ciencia introduce una nueva variable que podría reconciliar versiones: Colón, hombre de mar y de frontera, con sangre judía y raíces aragonesas, en un siglo de descubrimientos y expulsiones.

Por ahora, el veredicto definitivo sigue en el aire. Pero algo sí parece claro: el misterio del origen de Colón, cinco siglos después, ya no mira hacia Génova, sino hacia las costas del Mediterráneo español, donde historia, religión y ciencia vuelven a cruzarse como en los días en que el Almirante soñaba con llegar a las Indias.

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