Un estudio internacional presentado en la Alzheimer Europe Conference alerta de los enormes retrasos en el diagnóstico y del estigma que aún rodea la enfermedad. España se sitúa entre los países con más demora para detectar los casos en fases iniciales.
Detectar a tiempo el Alzheimer sigue siendo, para miles de familias, una carrera de obstáculos. A pesar de que más del 80% de los especialistas españoles reconocen la importancia crucial de las pruebas de biomarcadores —herramientas que permiten confirmar el diagnóstico con precisión—, solo el 16,1% de los pacientes logra acceder a ellas. La cifra apenas varía en el resto del mundo: apenas un 15% de quienes muestran síntomas compatibles con la enfermedad reciben este tipo de test, según los datos presentados en la Alzheimer Europe Conference 2025, celebrada esta semana en Bélgica.
El estudio, desarrollado por Adelphi Real World en colaboración con Eli Lilly, analizó la práctica clínica real en siete países (España, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Japón y Estados Unidos). Los resultados son contundentes: el acceso a diagnóstico sigue siendo el gran cuello de botella en la lucha contra una enfermedad que ya afecta a 6,9 millones de europeos, de los cuales unos 800.000 viven en España.
“Tenemos la ciencia, pero no el acceso”
Durante el congreso, los expertos coincidieron en que la investigación ha avanzado más rápido que los sistemas sanitarios. “Nos encontramos en un momento crítico. Tenemos soluciones científicas eficaces para detectar y tratar el Alzheimer en fases tempranas, pero eso solo servirá si garantizamos el acceso equitativo al diagnóstico”, subrayó el profesor Lutz Frölich, jefe de Psiquiatría Geriátrica del Central Institute of Mental Health y catedrático en la Universidad de Heidelberg.
En España y Francia, el tiempo medio de espera para lograr un diagnóstico puede alcanzar los seis o siete meses, el doble de lo recomendable. La situación mejora ligeramente cuando la Atención Primaria interviene antes, acortando el proceso y permitiendo derivaciones más rápidas.
Aun así, el 30,8% de los pacientes con demencia leve y el 34,6% con deterioro cognitivo leve no son remitidos con la suficiente rapidez al neurólogo, lo que retrasa tratamientos y apoyo familiar.
El estigma: la barrera invisible
Más allá de los recursos técnicos, el estudio señala una barrera silenciosa pero decisiva: el miedo y la negación.
El 61% de los especialistas asegura que el principal obstáculo para detectar la enfermedad es la tardanza de los propios pacientes en pedir ayuda. El motivo, dicen, es el estigma que sigue asociado al Alzheimer, especialmente en sus fases iniciales.
“Muchos pacientes creen que su pérdida de memoria es ‘cosa de la edad’, no un síntoma clínico”, explica Jean George, directora ejecutiva de Alzheimer Europe. “Ese desconocimiento retrasa la consulta y prolonga la incertidumbre. Cuanto más tardamos en diagnosticar, más oportunidades se pierden.”
En España, el 44% de los especialistas considera que los pacientes con demencia leve confunden los síntomas con envejecimiento normal, y el 26% lo hace en casos de deterioro cognitivo leve.
Síntomas que no se deben ignorar
Los médicos insisten en prestar atención a señales tempranas como:
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Pérdida de memoria a corto plazo.
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Dificultades para concentrarse o mantener la atención.
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Problemas para recordar nombres o palabras habituales.
A menudo, son los familiares quienes detectan los primeros indicios, pero el miedo al diagnóstico o la falta de información provocan que el proceso se retrase meses, justo en la etapa donde las nuevas terapias muestran mayor eficacia.
Nuevas terapias y esperanza científica
“La ciencia está preparada para ofrecer soluciones reales”, afirmó Stéphane Epelbaum, vicepresidente de Asuntos Médicos Internacionales de Eli Lilly, compañía que impulsa varias de las líneas de investigación más prometedoras en Alzheimer.
“Las terapias emergentes dirigidas a la patología de la enfermedad pueden frenar su progresión y retrasar la necesidad de cuidados intensivos. Pero eso solo será posible si el diagnóstico se realiza a tiempo”, añadió.
En la actualidad, un tercio de las personas con síntomas iniciales puede evolucionar a fases graves en apenas un año, un dato que refuerza la urgencia de actuar antes de que el daño cerebral sea irreversible.
Un problema que crecerá con el envejecimiento
Según la Sociedad Española de Neurología, el número de casos en España podría duplicarse antes de 2050.
El envejecimiento de la población, unido a la falta de especialistas y al acceso limitado a los biomarcadores, convierte el Alzheimer en uno de los principales retos sanitarios del siglo XXI.
Los expertos reunidos en la conferencia reclamaron más inversión en diagnóstico precoz, campañas de concienciación social y formación para los médicos de Atención Primaria.
“Cada mes perdido es un mes que el cerebro no recupera”, sintetizó uno de los neurólogos asistentes. “Detectar pronto significa ganar tiempo, autonomía y calidad de vida.”
Un mensaje final: vencer el miedo
Más allá de la ciencia, la batalla contra el Alzheimer pasa también por un cambio cultural: romper el miedo y el estigma.
Hablar de la enfermedad sin tabúes, reconocer los síntomas y acudir al médico ante las primeras señales son, según los especialistas, los pasos más poderosos para ganar tiempo a la enfermedad.