El 18 % según el SESPA, el 80 % según los sindicatos. La huelga médica de este viernes en Asturias deja un mensaje claro: el malestar del colectivo por el nuevo Estatuto Marco, la precariedad y el desgaste acumulado tras años de saturación.
El viernes amaneció con un silencio distinto en los pasillos de los hospitales asturianos. Menos bata blanca, más pancartas. A las puertas del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), un centenar de médicos coreaba el mismo lema:
“No somos héroes, somos profesionales. Queremos respeto y condiciones dignas.”
Fue la primera gran huelga médica en Asturias en más de una década, y aunque las cifras bailan —18 % de seguimiento según el SESPA, más del 80 % según el Sindicato Médico Profesional de Asturias (SIMPA)—, lo que no se discute es la tensión acumulada en un colectivo que dice haber llegado “al límite”.
El origen del conflicto: un estatuto que divide
El detonante de la huelga es el nuevo borrador del Estatuto Marco del personal sanitario, impulsado por el Ministerio de Sanidad para actualizar una normativa con más de veinte años de antigüedad.
El texto, lejos de generar consenso, ha levantado una ola de indignación entre los médicos de toda España, y en especial entre los asturianos.
“El Ministerio nos iguala con todos los sanitarios, pero sin reconocer nuestras responsabilidades, nuestras guardias ni nuestras horas reales de trabajo”, explica José Antonio Vidal, secretario general del SIMPA. “No estamos pidiendo privilegios, sino un trato justo y un marco legal que refleje la realidad de nuestra profesión”.
El sindicato denuncia que el borrador elimina avances conquistados, reduce la autonomía profesional, mantiene jornadas extenuantes y no ofrece una mejora real en retribuciones ni conciliación familiar.
“Es un retroceso disfrazado de modernización”, resumen.
Una jornada entre consultas suspendidas y normalidad aparente
Durante la jornada de huelga, los servicios mínimos —entre el 30 % y el 60 % según el tipo de servicio— mantuvieron abiertas las urgencias, las UCI y la atención primaria básica. En el resto, la sensación fue de una calma tensa.
En el Hospital de Cabueñes, algunos pacientes esperaban a la entrada sin saber si serían atendidos. “Tenía cita de revisiones y al final me atendieron, con algo de retraso”, contaba Carmen R., una paciente de Gijón.
Otros no tuvieron tanta suerte: “Mi consulta de cardiología se pospuso para la próxima semana, pero me parece bien. Si no protestan ahora, ¿cuándo?”, afirmaba Julián G., de Oviedo.
El Servicio de Salud del Principado (SESPA) informó de 722 facultativos adheridos al paro (18,39 % del total), aunque los sindicatos replican que esa cifra “no refleja la realidad”, porque “muchos profesionales tuvieron que trabajar por obligación en servicios mínimos”.
En las calles de Oviedo y Gijón, las concentraciones fueron numerosas, con especial presencia frente al HUCA y el Centro de Salud de La Lila, donde los médicos desplegaron pancartas reclamando “menos burocracia y más tiempo para el paciente”.
El apoyo del Colegio de Médicos y el mensaje a la sociedad
El Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Asturias (ICOMAST) mostró su apoyo explícito a la huelga.
En un comunicado difundido la víspera, el Colegio subrayó que “la dignidad profesional y la calidad asistencial están en riesgo” si no se revisan las condiciones laborales del colectivo.
El texto señala que los médicos asturianos “han sostenido la sanidad pública a costa de su salud mental y su vida personal” tras la pandemia, y que “es hora de devolverles estabilidad, conciliación y reconocimiento”.
El gesto fue bien recibido entre los profesionales, que consideran que el respaldo institucional era necesario para legitimar una protesta que “no busca perjudicar al paciente, sino proteger la calidad del sistema”.
Los usuarios, entre la comprensión y el cansancio
Entre los pacientes hubo reacciones dispares.
Algunos se mostraron molestos por los retrasos o cancelaciones de citas: “Entiendo que reclamen, pero hay listas de espera que ya son eternas”, lamentaba María E., vecina de Mieres.
Otros, sin embargo, mostraron un apoyo rotundo. “Si los médicos están quemados, lo acabamos pagando nosotros. Yo prefiero que protesten a que se marchen”, decía José Manuel P., de Avilés.
Los colectivos de pacientes crónicos y asociaciones de salud mental han pedido “empatía y diálogo” para evitar que la situación derive en un conflicto prolongado.
“Los médicos están agotados y los usuarios frustrados. La administración tiene que moverse ya”, resumió una portavoz de la Asociación de Pacientes del HUCA.
Una negociación estancada y el fantasma de una huelga indefinida
El Ministerio de Sanidad defiende que el nuevo Estatuto busca modernizar el sistema, incluyendo mejoras como la limitación de guardias de 24 horas y la equiparación de derechos entre comunidades.
Pero para los sindicatos, esas medidas “no compensan la pérdida de derechos acumulados”.
“Nos dicen que todo es negociable, pero no se mueve nada. Si no hay avances reales, esto no acabará aquí”, advirtió José Antonio Vidal.
A nivel nacional, la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) ya estudia nuevas jornadas de paro o incluso una huelga indefinida si no se reabre la negociación en los próximos días.
El pulso asturiano: una batalla por la dignidad
Más allá de las cifras, la huelga médica de este viernes en Asturias ha servido para poner voz a un malestar que lleva años creciendo.
Plantillas envejecidas, falta de relevo generacional, sobrecarga burocrática y una sensación creciente de pérdida de autonomía profesional son algunos de los males crónicos de la sanidad asturiana.
El Gobierno del Principado ha optado por la cautela, destacando que “la normalidad fue la nota general de la jornada” y defendiendo los servicios mínimos como “razonables y necesarios”.
Pero en los pasillos de los hospitales, el ambiente no es tan sereno.
“Esto no va de sueldos”, decía ayer una médica del HUCA con treinta años de experiencia. “Va de respeto. De que nos traten como personas, no como piezas de una cadena.”
Epílogo: el eco de una huelga
Al caer la tarde, los médicos recogían las pancartas entre aplausos y cansancio.
La huelga terminó oficialmente, pero su eco continúa resonando en los despachos de la Consejería de Salud y el Ministerio.
La jornada ha sido, en palabras de muchos facultativos, “una llamada de atención, no un punto final”.
Porque detrás de cada guardia de 24 horas, de cada paciente que espera en un pasillo o de cada informe atrasado, hay un profesional que pide algo tan básico como tiempo, respeto y condiciones para seguir cuidando.