Aunque la normativa lo prohíbe desde 2021, el 45 % de las familias creen que un cachete bien dado es útil para educar. Expertos alertan de sus riesgos y reclaman alternativas basadas en la disciplina positiva.
Una prohibición que choca con la realidad de muchos hogares
En España, el cachete está prohibido desde la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI) de 2021. Sin embargo, la práctica se mantiene viva en los hogares: según el Barómetro de la Infancia 2023, uno de cada tres padres admite haber dado un cachete a su hijo en el último año, y un 45 % de las familias lo consideran todavía imprescindible para educar.
Para muchos progenitores, se trata de un “toque de atención” que marca límites y ayuda a los niños a entender cuándo han traspasado la línea. Es lo que algunos califican como “un cachete bien dado”, algo que, pese a la prohibición, sigue normalizado en buena parte de la sociedad.
La otra cara: lo que dice la ciencia y la OMS
Frente a esta visión, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que no existe un cachete inocuo. Según sus investigaciones, incluso las formas “leves” de castigo físico están asociadas a problemas de salud mental, dificultades de aprendizaje y conductas agresivas.
Los expertos en psicología infantil insisten en que gritos, amenazas o golpes, por pequeños que sean, no generan obediencia saludable, sino miedo o resentimiento. Y, sobre todo, violan los derechos fundamentales de los niños a la integridad física y a un trato no degradante.
El debate educativo: disciplina sin violencia
En medio de este choque de percepciones, especialistas como María Riega, trabajadora social y autora de 13 maleficios que sabotean tu crianza, defienden la disciplina positiva como alternativa realista y eficaz.
“No se trata de criar sin límites, sino de ponerlos de manera firme y amable a la vez. Cuando las familias descubren que existen otras herramientas, se recupera la conexión y el disfrute en casa”, explica.
La propuesta pasa por programas de apoyo a la parentalidad que ofrezcan recursos prácticos: cómo marcar límites, gestionar la frustración y acompañar las emociones de los niños sin recurrir al castigo físico.
Entre la cultura y la ley
El debate sigue abierto. Para algunos, el cachete sigue siendo un recurso educativo de toda la vida; para otros, una forma de violencia incompatible con la sociedad actual. La ley ha marcado el rumbo, pero la realidad muestra que cambiar patrones culturales lleva tiempo.
Lo que está claro es que la discusión trasciende lo jurídico: habla de cómo queremos educar a las nuevas generaciones, entre quienes defienden la mano dura y quienes apuestan por la crianza respetuosa.