La crisis mundial del offshore, los recortes a las energías limpias en EE. UU. y la competencia asiática se traducen en despidos masivos en la filial de servicios de Windar en Avilés, afectando a familias, economía local y cadena productiva.
Windar, Avilés y el pulso del empleo
Cuando los trabajadores de la filial Windar Wind Services acudieron ayer como cualquier día, no imaginaban que les esperaba el golpe más duro: la empresa comunicó que pretende despedir cerca de 70 empleados, prácticamente toda la plantilla. Lo que hasta hace poco parecía que podría resolverse con un expediente temporal o traslado, ha estallado en despido colectivo.
Las familias están en alerta. Muchos dependen de este trabajo para estabilizar sus economías en un municipio donde la industria pesada lleva generaciones siendo el pilar. Para muchos empleados, este empleo no solo es el sustento: es identidad, es Avilés y sus fábricas. El temor al desempleo inmediato, a los meses de espera para cobrar, a la desaparición de proyectos previsibles, lo parieron todo en una mañana.
La empresa apeló a la falta de “carga de trabajo”, pero esa excusa suena hueca cuando hace solo meses Windar y el Principado habían anunciado inversiones millonarias, ayudas públicas y promesas de futuro cercano para la planta de Avilés.
El mapa global que explica el desencadenante
Pero no se trata solo de Avilés. Detrás del ERE hay una tormenta global:
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En Estados Unidos, la Administración federal ha paralizado permisos clave para parques eólicos marinos como New England Wind 1 y 2, además de cuestionar otros ya concedidos (SouthCoast, Maryland Offshore). Esa inseguridad regulatoria ha cortado la financiación, detenido la construcción y convertido pedidos en promesas incumplidas.
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En Europa, la industria sufre con la ralentización de adjudicaciones, competencia feroz de China, problemas en la cadena de suministro y acero. Aunque la UE ha implementado medidas anti-dumping para torres eólicas, otros eslabones siguen expuestos y con escasa protección.
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Windar había mostrado señales de ajustar ritmos: trasladó unos 40 trabajadores en enero a Fene, activó ERTEs, y ahora enfrenta esta caída de producción repentina. Aunque ha logrado entregar monopiles para proyectos de Iberdrola y jackets para Francia, esos flujos ya no aseguran el sustento de toda la plantilla de servicios.
Contradicciones y paradojas locales
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Avilés es escenario de inversión pública y privada: la futura planta de monopiles prometía cientos de millones y cientos de empleos. Muchos proyectos anunciados, muchas expectativas levantadas. Pero los despidos contradicen esa promesa hecha visible.
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En enero de 2025, la plantilla se preparaba para desplazamientos, traslados parciales y medidas temporales. Ahora, lo que se plantea es más grave: despidos definitivos que desestabilizan hogares.
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Los apoyos institucionales y subvenciones recibidas por Windar en la ría de Avilés no se traducen ahora en seguridad para los trabajadores de la filial de servicios. Esa mismatch entre lo que representa “ayuda pública” y lo que significa empleo real en lotes productivos se ha convertido en una herida abierta.
Consecuencias sociales y expectativas laborales
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Las consecuencias inmediatas serán duras: despido, pérdida de ingresos, impacto en hipotecas, alquileres, familias con hijos. En Avilés, donde el paro ya existe en sectores como metal, hostelería o servicios, la caída de uno de los grandes actores agrava una situación que parecía estabilizada.
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Riesgo de fuga de talento: operarios especializados, soldadores, técnicos podrían buscar oportunidades fuera de Asturias si no se estabiliza la industria. Eso compromete no solo a Windar, sino a todo el ecosistema industrial local.
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Presión sindical y comunitaria: los representantes de los trabajadores ya han pedido explicaciones. La mesa negociadora próxima será clave. Se juega más que un ERE: se juega la credibilidad de las instituciones locales ante promesas de reindustrialización verde.
Radar político-comercial
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Los gobiernos (nacional, autonómico, local) tendrán los micrófonos puestos: ¿qué compromisos de protección hay frente a empresas extranjeras? ¿Qué estímulos para compañías nacionales? ¿Cómo se articula la transición energética sin dejar atrás a quienes fabrican las estructuras?
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Empresas del mismo sector observan: el retroceso estadounidense y la competencia china son vistos como señales de alarma. ¿Invertirán menos? ¿Se refugiarán en mercados menos expuestos a barreras regulatorias?
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Windar, por su parte, tiene la opción de diversificar, de apostar por mercados emergentes europeos (como Polonia) o fortalecer su línea onshore, aunque esos cambios no dan beneficios inmediatos para quienes hoy ven el despido como destino seguro.
Qué pasará después: próximos pasos y lo que exigen
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Convocar la mesa negociadora: esta reunión definirá cifras finales, compensaciones, plazos, si hay recolocaciones o traslados.
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Reivindicación sindical fuerte: protestas locales, concentraciones, exigencia de transparencia de cuentas por parte de Windar.
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Posibles medidas institucionales: ayudas para desempleo, subvenciones para reconversión de trabajadores, presión para protección comercial frente a importaciones chinas.
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Vigilancia mediática: este caso puede servir como ejemplo sobre cómo las grandes promesas industriales se deshacen si no hay respaldo político-regulatorio internacional.
Windar no es solo una fábrica más en Avilés: es parte del ADN industrial de la ciudad, parte de su orgullo y de su futuro. Cuando la plantilla tiembla ante la palabra “despido”, no es solo economía: es dignidad, es hogar, es lo que construyen generaciones.
Este ERE no es un episodio aislado. Es la señal de alerta de que el nuevo modelo energético global, tan proclive a discursos de transición, puede dejar en el camino a quienes fabrican los sueños. Y si no reaccionan juntos —empresa, trabajadores, instituciones— Avilés no perderá solo empleos, perderá parte de su historia viva.