Fallece Eusebio Poncela, el actor que hizo del riesgo un arte en el cine español

Fallece Eusebio Poncela, el actor que hizo del riesgo un arte en el cine español

El intérprete madrileño muere a los 79 años en El Escorial, tras una carrera marcada por la intensidad, la transgresión y la complicidad con directores como Iván Zulueta y Pedro Almodóvar.

 

El cine español pierde hoy a uno de sus rostros más singulares, profundos y arriesgados: Eusebio Poncela. El actor ha fallecido a los 79 años en su domicilio de El Escorial, víctima de un cáncer contra el que llevaba luchando desde hacía más de un año. La noticia ha sido confirmada por la Academia de Cine y ha generado una ola de conmoción en el mundo cultural, que despide a un artista irrepetible, dueño de una mirada penetrante y de una presencia escénica que marcó época.

Un intérprete único

Poncela nunca fue un actor de multitudes, ni un rostro diseñado para el aplauso fácil. Era, más bien, un intérprete de fondo, magnético en su ambigüedad y poderoso en su fragilidad, que se convirtió en icono de varias generaciones gracias a títulos que desafiaron las convenciones de su tiempo.

Su carrera dio un vuelco con Arrebato (1979), de Iván Zulueta, esa obra de culto que retrató la pulsión destructiva del cine y que lo catapultó a la categoría de mito underground. Años más tarde, Pedro Almodóvar lo convirtió en uno de sus actores fetiche en películas fundamentales como Matador (1986) y, sobre todo, La ley del deseo (1987), donde encarnó a un director de cine homosexual atrapado entre el amor y la obsesión, papel que abrió caminos en la representación de la diversidad en la pantalla grande.

Entre la intensidad y la vulnerabilidad

La filmografía de Poncela es un catálogo de personajes complejos: desde el desencanto existencial de Martín (Hache) (1997), de Adolfo Aristarain, hasta la enigmática frialdad de Intacto (2001), de Juan Carlos Fresnadillo, donde fue nominado al Goya. Siempre buscó el riesgo, la incomodidad, aquello que lo mantenía vivo como actor.

No solo brilló en el cine. En el teatro, trabajó con directores como José Carlos Plaza y Lluís Pasqual, defendiendo clásicos y contemporáneos con la misma entrega. Y en televisión dejó su huella en series como Los gozos y las sombras (1982), donde compartió protagonismo con Charo López y Eusebio Lázaro, convirtiéndose en rostro familiar para el gran público en plena Transición.

Su último papel, un círculo perfecto

Lejos de retirarse, Poncela seguía en activo. Su último trabajo fue este mismo año en la serie Matices, producida por SkyShowtime, donde interpretaba al Dr. Tomás Marlow junto a Elsa Pataky. La ficción, estrenada apenas unas semanas antes de su fallecimiento, demuestra que hasta el final conservó intacta la pasión por actuar y la capacidad de reinventarse.

Un legado imborrable

La industria lo recuerda hoy con admiración. El director Pedro Almodóvar, en un mensaje difundido por El Deseo, lo definió como “un actor que siempre supo mirar más allá del personaje y llevar a la pantalla lo más íntimo de sí mismo”. Desde la Academia de Cine se subraya que Poncela fue “una de las grandes voces de la interpretación española, un artista que hizo de la valentía su marca”.

Su rostro, alargado y enigmático, su voz grave y cadenciosa, y esa forma de habitar cada plano con verdad y misterio, quedarán para siempre en la memoria de quienes aman el cine.

El adiós a un actor irrepetible

Eusebio Poncela se marcha, pero nos deja un legado que trasciende su propia obra: el recordatorio de que el cine puede ser riesgo, vértigo, belleza y abismo al mismo tiempo. Como en aquel plano final de Arrebato, su figura se funde ya con la pantalla, eterna, inasible, imposible de olvidar.

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