ArcelorMittal celebra beneficios récord y mira con optimismo al auge del gasto en defensa, pero en Asturias miles de familias conviven con la incertidumbre de un futuro industrial cada vez más volátil
Por Redacción Asturias Mundial
Mientras el CEO de ArcelorMittal, Aditya Mittal, proclamaba desde Luxemburgo que el auge del gasto en defensa e infraestructuras públicas es “claramente positivo para la siderurgia”, en Gijón y Avilés los trabajadores de la acería miran al calendario con la misma incertidumbre de siempre. El rearme europeo, con compromisos históricos de inversión militar por parte de los gobiernos, es una oportunidad para la industria pesada… pero aún no hay garantías de que esa bonanza se traduzca en empleo estable ni en inversiones reales sobre el suelo asturiano.
Beneficios récord… con letra pequeña
ArcelorMittal acaba de presentar un beneficio neto de 2.272 millones de euros en el primer semestre de 2025, lo que supone un incremento del 80,2 % respecto al año anterior. Sin embargo, la mayor parte de ese salto obedece a partidas extraordinarias y efectos de tipo de cambio, no a un repunte estructural de la actividad siderúrgica. De hecho, la compañía ha revisado a la baja sus previsiones globales de demanda de acero y reconoce que la recuperación europea es “frágil y desigual”.
¿Entonces por qué tanto optimismo?
Porque el gasto público en defensa, que no deja de aumentar desde la invasión rusa de Ucrania, abre un nuevo mercado para el acero europeo. ArcelorMittal ya es el segundo mayor productor continental de acero balístico y aspira a suministrar también materiales para hangares, remolques, barcos cisterna, equipos logísticos, ferrocarriles militares… Y en esa lista de capacidades industriales figura una instalación clave: el tren de chapa gruesa de Gijón, donde se fabrican los componentes más robustos de la industria naval.
Pero ¿todo eso crea empleo aquí?
Depende. En Asturias, más de 5.000 empleos directos dependen de ArcelorMittal, y miles más de forma indirecta. Pero desde hace meses, la empresa mantiene congelados sus grandes proyectos de descarbonización en la región, incluyendo las esperadas plantas de reducción directa de hierro (DRI), fundamentales para que Asturias lidere la transición hacia un acero más limpio.
En noviembre de 2024, la empresa paralizó todas esas inversiones alegando precios eléctricos insostenibles, falta de madurez del hidrógeno verde y ausencia de un marco regulatorio europeo sólido. La noticia cayó como una losa entre los trabajadores, los sindicatos y el Gobierno autonómico, que contaba con esos proyectos para anclar el empleo y atraer fondos europeos.
“Hablan de futuro verde, de acero limpio, de rearme… Pero aquí lo que hay son relevos, prejubilaciones y parches. No vemos ni un duro de esas inversiones”, lamenta un operario de la acería de Veriña.
La paradoja asturiana: potencia siderúrgica sin inversiones claras
La estrategia empresarial parece clara: apostar por el mercado militar, pero retrasar cualquier inversión estructural hasta que la UE aclare sus reglas del juego. Aditya Mittal lo dejó claro en su comparecencia: “Sigue siendo un año crucial para la siderurgia europea. Aún esperamos avances en las salvaguardias, el CBAM y los precios de la energía”. Hasta que eso llegue, las inversiones en Asturias están en stand-by, y el riesgo de pérdida de competitividad frente a otros países más baratos (como Alemania o Francia) se hace más real cada trimestre.
El rearme europeo: oportunidad con letra pequeña
La guerra ha obligado a Europa a tomarse en serio su autonomía defensiva. Países como Alemania, Polonia, Francia o Italia han aumentado su presupuesto militar muy por encima del 2 % del PIB, lo que ha generado una nueva demanda de materiales industriales, incluidos aceros especiales. ArcelorMittal se sitúa como proveedor estratégico, pero para que eso genere empleo estable en Asturias hacen falta contratos concretos, planes industriales definidos y garantías de inversión territorial.
El ejemplo de El Tallerón, donde Indra ha anunciado una planta de vehículos blindados en Gijón, alimenta la esperanza de que el tejido industrial asturiano reciba parte de esa nueva ola de producción. Pero sin un compromiso firme de ArcelorMittal para convertir Asturias en eje de esa cadena de suministro, el rearme europeo puede acabar generando más titulares que puestos de trabajo.
¿Y qué dice la UE?
La Comisión Europea ha aprobado un ambicioso “Plan de Acción para el Acero y los Metales”, con medidas contra el dumping, refuerzo del CBAM y nuevos fondos para el acero verde. Pero el calendario es lento. El CBAM no estará plenamente en vigor hasta 2026, y las lagunas regulatorias y los precios energéticos siguen haciendo muy difícil competir desde el norte de España.
“Estamos en un limbo. No podemos competir con China, no se cierran las puertas del dumping, y encima el coste energético nos penaliza. Y si encima se retrasa la transición al acero verde, ¿a qué jugamos?”, denuncia un representante sindical de CC. OO. en la acería.
Hay oportunidades, pero falta compromiso
Asturias mira al rearme europeo con la ilusión del que lleva años esperando una nueva oportunidad industrial. Y esa oportunidad existe. El acero balístico, la industria naval, los equipos militares y logísticos… todo eso necesita chapa gruesa y producción pesada, y Gijón puede ofrecerla.
Pero sin inversiones reales, sin planes concretos y sin blindar el empleo local, la bonanza del acero puede acabar siendo un espejismo. ArcelorMittal presume de beneficios, pero aún no ha demostrado que sus promesas de acero se traduzcan en seguridad para quienes lo forjan cada día en las plantas asturianas.