El Principado de Asturias traslada al plantígrado al recinto de aclimatación de León, donde convivirá en semilibertad antes de ser reintroducida en la naturaleza.
Alba ya no es una osezna indefensa. Pesa más de 25 kilos, ha superado un proceso de recuperación ejemplar y desde el jueves vive en completa soledad en un monte de León, en su última parada antes de reencontrarse con la vida salvaje.
Se trata de la cría de oso pardo cantábrico rescatada el pasado abril en el concejo asturiano de Teverga, y que ahora ha sido trasladada al recinto de aclimatación de Valsemana, un espacio natural gestionado por la Junta de Castilla y León donde los esbardos viven aislados de la actividad humana y se preparan para su liberación definitiva.
Una historia que empezó en Teverga
Alba fue hallada dentro del programa de seguimiento de osas con cría en la zona de Teverga. Pesaba tan solo 2,1 kilogramos y no se encontraba con su madre, lo que encendió todas las alarmas. Tras varios días de observación, los agentes del Medio Natural del Principado confirmaron que el reencuentro en condiciones de seguridad era imposible, y optaron por su rescate.
Primero pasó por una clínica veterinaria en Oviedo/Uviéu, donde se descartaron heridas o enfermedades. Posteriormente fue enviada al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Villaescusa, en Cantabria, donde ha crecido, engordado y se ha fortalecido estos meses.
Valsemana: la escuela de la libertad
Ahora ha llegado el momento de la fase final: su paso por Valsemana, una finca adaptada en 2019 precisamente para este tipo de casos. Allí vivirá entre uno y dos meses en semilibertad, sin contacto humano, aprendiendo a buscar alimento y reconectando con su instinto.
“El objetivo es que cuando vuelva al monte, no dependa de nadie. Que sea una osa libre y fuerte”, explican fuentes del Principado.
Tres comunidades unidas por los osos
La recuperación de Alba ha sido posible gracias al trabajo coordinado entre tres gobiernos autonómicos:
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Asturias, que localizó y rescató al esbardo.
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Cantabria, que se encargó de su recuperación.
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Castilla y León, que ahora acoge su proceso final de aclimatación.
Una colaboración ejemplar dentro del programa de conservación del oso pardo cantábrico, una especie emblemática y todavía amenazada.
Un recinto con historial de esperanza
Alba no es la primera en pasar por Valsemana. En los últimos años, seis esbardos han sido aclimatados en esta finca leonesa:
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Saba (2019), que ha logrado reproducirse en libertad, todo un éxito.
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Éndriga (2020).
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Martín (2022), rescatado en León.
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Cova y Barniedo (2024), procedentes de Asturias y León, respectivamente.
Cada uno de estos casos ha servido para perfeccionar un protocolo de rescate, recuperación y reintroducción que ya es referencia en España y Europa.
Alba volverá a casa… si la naturaleza lo permite
Si todo va bien, la osezna será liberada en su hábitat natural a finales del verano. Nadie dirá el lugar exacto —por seguridad—, pero el monte ya espera a Alba, con sus riscos, sus hayedos y sus desafíos.
Y aunque el ser humano ha tenido que intervenir en su vida, todo lo que se hace desde ahora es para desaparecer de ella.
Porque el mejor final para esta historia… es que no vuelva a tener más capítulos.