Camiones parados, rutas sin cubrir y flotas infrautilizadas. El panorama no es el de una huelga ni el de una crisis económica inmediata, sino el resultado de un problema más profundo y persistente: la escasez alarmante de conductores profesionales en Asturias. No hay relevo generacional. No hay nuevas vocaciones. Y los que aún resisten están a punto de colgar el volante.
Es el retrato que ofrece el reciente informe del Servicio Público de Empleo del Principado (Sepepa), que califica sin ambages la situación como de “grave falta de conductores” en el sector del transporte por carretera, tanto de mercancías como de viajeros. Una advertencia que confirma lo que ya vienen denunciando desde hace tiempo empresarios, patronales y trabajadores: no hay manos suficientes para mover las ruedas de la economía asturiana.
Una urgencia con forma de rutina: el sector se queda sin gente
La imagen que muchos aún tienen del camionero —hombre de mediana edad, solitario, curtido en carreteras infinitas— está dejando de ser estereotipo para convertirse en última generación. La edad media del conductor profesional en Asturias ronda los 53 años, y buena parte de ellos se jubilará en la próxima década. El problema es que no hay quien tome el relevo.
Los datos son contundentes: solo en el sector del transporte de mercancías faltan unos 300 camioneros en la región, y otros tantos en el transporte de viajeros. Seis centenares de puestos sin cubrir, mientras los vehículos permanecen inmóviles y los calendarios se tensan para cumplir con rutas cada vez más ajustadas. “Estamos en un momento crítico. Ya no es que no podamos crecer: es que no podemos cumplir”, advierte Ovidio de la Roza, presidente de ASETRA, la principal patronal del transporte en Asturias.
¿Por qué no hay conductores?
Las causas son múltiples, pero todas apuntan en la misma dirección: ser conductor profesional ya no resulta atractivo. Y no por el sueldo: un conductor con experiencia puede alcanzar entre 2.000 y 2.500 euros netos al mes, una cifra que supera a la de muchos empleos cualificados. El problema es otro.
Los horarios son exigentes, sobre todo en el transporte de mercancías, donde los días fuera de casa son la norma. Las jornadas se alargan, la conciliación es casi imposible, y la sensación de aislamiento pesa. En el transporte de viajeros, donde las rutas suelen ser más locales, la situación mejora, pero no lo suficiente como para convencer a los jóvenes.
Además, el coste de acceso a la profesión se ha convertido en una muralla. Obtener los permisos de conducir C y D, junto con el Certificado de Aptitud Profesional (CAP), puede suponer una inversión de entre 3.000 y 5.000 euros. Un gasto difícil de afrontar para alguien que apenas empieza.
A eso se suma otro cuello de botella: la escasez de profesores de autoescuela, que ralentiza aún más el proceso.
Un sector en retroceso
La tormenta perfecta lleva años gestándose. Entre 2015 y 2024, el número de empresas de transporte en Asturias ha descendido un 8,6 %, muy por encima de la media nacional, que ronda el 5 %. De las 5.745 empresas que existían en 2015, quedan hoy 5.250. Un retroceso que se ha acelerado en los últimos tres años.
Y aunque algunas empresas han intentado reinventarse —aprovechando la última milla, el reparto urbano o las sinergias con la logística—, el modelo sigue chocando con la falta de conductores autónomos, las altas cargas fiscales y la dureza del trabajo. Es decir: ni como asalariado ni como autónomo el oficio parece hoy viable para empezar de cero.
El espejo europeo: la competencia también juega su parte
A la falta de personal hay que sumarle la presión de empresas extranjeras, especialmente de Europa del Este, que operan en España con costes laborales más bajos. Esto genera una tensión añadida en el mercado: compiten por los mismos contratos, pero con salarios que aquí serían imposibles de mantener.
“Nos hacen dumping laboral desde dentro de la UE”, denuncian desde el sector.
La ausencia de mujeres y la oportunidad perdida
Apenas un 2 % de los conductores profesionales en Asturias son mujeres. Las condiciones actuales, centradas en largas jornadas y escasa conciliación, siguen alejando al talento femenino. Algunas empresas están lanzando planes de incorporación, pero sin una mejora estructural en los horarios y el entorno de trabajo, el acceso femenino sigue siendo testimonial.
Los extranjeros, una solución que se atasca
El Sepepa apunta otra vía para mitigar el problema: la incorporación de personas extranjeras. Sin embargo, los trámites para convalidar carnets y títulos profesionales son lentos y poco claros. La burocracia frena la entrada de profesionales que, en muchos casos, ya tienen experiencia y están dispuestos a trabajar.
“Hay gente que lleva meses esperando un papel”, lamentan desde varias autoescuelas.
Soluciones: muchas palabras, pocas acciones
El programa ‘Reconduce’, impulsado por el Ministerio de Transportes, pretendía ser un salvavidas: formación, campañas informativas, agilización de trámites migratorios. Pero, según Ovidio de la Roza, “no ha tenido una puesta en marcha seria”. La realidad es que, hoy por hoy, la situación sigue empeorando y los camiones siguen parados.
Cuando el problema es estructural, la solución debe ser estratégica
Lo que ocurre en Asturias es solo una muestra del problema nacional —e incluso europeo— del transporte. Pero aquí se siente con más crudeza por el peso del sector en la economía regional y por la falta de respuestas estructurales. Hacen falta:
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Campañas serias de atracción del talento joven y femenino.
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Reducción del coste formativo.
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Flexibilización de horarios.
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Agilización administrativa para extranjeros.
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Mejoras en conciliación.
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Y una revalorización social del oficio.
Mientras tanto, el volante sigue esperando manos que lo sujeten. Y si nadie lo hace, la rueda del transporte puede empezar a detenerse.