Más de 50.000 personas llenaron los praos de La Sobatiella en una de las celebraciones más multitudinarias que se recuerdan, con un ambiente festivo ejemplar y sin incidentes graves
No fue una romería cualquiera. Fue El Carmín de los récords. Desde primeras horas de la tarde del lunes, una marea humana de camisetas blancas y pañuelos azules fluyó desde el casco urbano de La Pola hacia los praos de La Sobatiella. Allí, bajo un cielo amable y con una temperatura casi diseñada para la ocasión, se vivió una de las fiestas más concurridas, alegres y ejemplares de la historia reciente de Siero.
Miles de romeros, de todas las edades, acudieron con la energía contenida de un año esperando este día. La escena era imponente: familias enteras con empanadas, tortillas y neveras en mano; peñas con tambores, bombos y charangas; grupos de jóvenes coreando cantares; y un prau que, poco a poco, se convirtió en una alfombra de alegría asturiana.
Una comitiva interminable de folixa
El punto de partida volvió a ser la plaza de Les Campes, desde donde partieron peñas y grupos al ritmo de gaitas, tambores y charangas como Los Cascaos, transformando el recorrido hacia La Sobatiella en una auténtica procesión festiva. La imagen del reguero de romeros, caminando entre música y sidra, fue constante durante horas.
A las 19:00, el recinto ya estaba casi lleno, pero seguían llegando más y más personas por los accesos del Mercado de Ganado. La ampliación de aparcamientos permitió un flujo fluido de vehículos y evitó los colapsos de ediciones anteriores.
Seguridad y sostenibilidad como sello de éxito
El ambiente fue animado, intenso y, sin embargo, ejemplar. El dispositivo de seguridad desplegado fue uno de los más amplios que se recuerdan: Policía Local, Guardia Civil, Unidad de Intervención Policial (UIP), Cruz Roja, Protección Civil y un hospital de campaña velaron por la tranquilidad de los asistentes. No se registraron incidentes graves.
Además, el Ayuntamiento impulsó una romería más sostenible: se instalaron 17 puntos de reciclaje, servicios asistidos y controles para evitar el acceso con vidrio u objetos peligrosos. La limpieza y la conciencia ambiental marcaron la diferencia.
Tres generaciones compartiendo canción y merienda
En los praos, el tiempo parecía detenerse. Las nuevas generaciones tomaron el relevo de la tradición, pero sin dejar atrás a quienes la construyeron. Familias de tres generaciones compartieron mantel con peñas de millennials con espíritu fiestero pero responsable. La convivencia, la música, los cantares improvisados y el aroma a tortilla casera crearon un mosaico único de identidad asturiana.
Algunos veteranos del Carmín evocaban entre risas las romerías de antaño: menos multitud, más barullu y el mismo espíritu. Otros, más jóvenes, brindaban por seguir la tradición “sin desbarrar, pero pasándolo muy bien”. El equilibrio entre fiesta y respeto fue una constante.
Una fiesta que emociona y se supera
El Carmín de 2025 no solo ha sido uno de los más numerosos, sino también uno de los más emotivos y ordenados. La Pola se reafirma como uno de los corazones festivos de Asturias, capaz de reunir a decenas de miles de personas sin perder el alma de sus tradiciones.
La jornada cerró con tranquilidad y satisfacción general. El eco de la música, los cánticos y los brindis con sidra seguirá resonando en los prados y las calles durante días. Y el pueblo de Siero, una vez más, puede presumir de saber cómo se celebra la vida.