Asturias sin relevo: el futuro de una tierra que deja de tener niños

Asturias sin relevo: el futuro de una tierra que deja de tener niños

Asturias encabeza muchas listas europeas, pero no siempre por las razones que se celebran. Esta vez, la alarma demográfica suena con una crudeza inapelable: la región es la tercera con menor tasa de fertilidad de toda Europa, con apenas 0,94 hijos por mujer según datos de Eurostat de 2023. Solo Canarias (0,83) y la isla italiana de Cerdeña (0,91) registran peores cifras.

Y eso no es todo. A este dato se le suma otro igual de revelador: la edad media de las asturianas al dar a luz ha alcanzado los 32,7 años, una de las más elevadas del continente. Mientras tanto, los nacimientos caen, las escuelas cierran aulas por falta de alumnado y la pirámide de población regional se invierte sin freno.

La Asturias que envejece y no se renueva

La imagen más clara del problema no está en una estadística, sino en los pueblos vacíos, en los colegios que cierran aulas y en las parroquias donde hace décadas que no se oye un llanto de recién nacido. Asturias está envejeciendo a un ritmo acelerado. Las proyecciones europeas apuntan a que en 2050 el Principado tendrá una edad mediana de población de 59,1 años, una de las más altas del continente.

El relevo generacional está en entredicho. Y con él, el futuro de todo un modelo de vida. ¿Quién trabajará, sostendrá las pensiones, atenderá los servicios públicos, cultivará los campos, mantendrá los pueblos vivos?

Los que aún tienen hijos: los que llegan

Mientras los nacimientos entre la población autóctona siguen en caída libre, la única natalidad que resiste —y en algunas comarcas incluso crece— es la de la población inmigrante. Hoy por hoy, el 11% de los nacimientos en Asturias ya corresponde a madres extranjeras, pese a que solo suponen el 3,6% del total de habitantes del Principado.

En ciudades como Gijón o Avilés, la presencia de familias llegadas de Marruecos, Colombia, Venezuela, República Dominicana o Rumanía empieza a notarse en las aulas. En algunas zonas rurales, son precisamente estas familias las que han evitado el cierre de escuelas unitarias. Y no son pocos los alcaldes que reconocen que sin inmigración, algunas parroquias ya no existirían más que en los censos.

El silencio del relevo: entre el deseo y la realidad

Lo más paradójico del panorama demográfico asturiano es que las mujeres sí desean tener hijos, pero no pueden. Los estudios sociológicos lo confirman: más del 70% de las mujeres jóvenes en Asturias querrían tener al menos dos hijos. Pero entre los bajos salarios, la inestabilidad laboral, la precariedad de la vivienda, el alto coste de la crianza y la falta de apoyos públicos, muchas terminan postergando —o renunciando— a la maternidad.

Cada año que pasa, la edad media del primer hijo se retrasa. Y cada año que se retrasa, disminuyen las posibilidades reales de tener más de uno.

¿Qué se está haciendo?

Las políticas públicas han reaccionado tarde y con escasa contundencia. Existen algunos planes autonómicos de conciliación familiar, ayudas por nacimiento y programas de asentamiento rural, pero su impacto ha sido limitado.

El Principado ha puesto en marcha programas como:

  • Cheque-bebé en zonas rurales para incentivar la maternidad fuera de las ciudades.

  • Bonos de alquiler joven para fijar población menor de 35 años.

  • Ayudas a la conciliación para familias con menores de tres años.

Pero ninguna de estas medidas, por sí sola, ha conseguido frenar la caída constante de nacimientos.

Un futuro sin infancia

Si la tendencia continúa, en pocas décadas Asturias podría ser una región con muy pocos niños, una sociedad envejecida, dependiente y con graves desequilibrios económicos y sociales. El impacto no será solo demográfico: afectará a las pensiones, al mercado laboral, al equilibrio urbano-rural, a la sostenibilidad de los servicios y a la propia identidad cultural de la región.

El mapa de Asturias del futuro podría tener grandes vacíos, no por falta de territorio, sino por falta de nacimientos. Un paraíso natural, sí, pero sin infancia.

¿La solución? Inmigración, voluntad política y cambio estructural

Los expertos son claros: sin un impulso fuerte a la inmigración, sin políticas activas de natalidad, sin mejoras reales en conciliación, acceso a la vivienda y empleo digno, la situación no revertirá. Asturias debe decidir si quiere seguir siendo una tierra que acoge vida o resignarse a un declive silencioso.

Porque el problema no es que no haya niños.

El problema es que no hay condiciones para tenerlos.

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