¿Y si esto llega a Asturias? El fantasma de Torre Pacheco y la calma tensa en el Principado

¿Y si esto llega a Asturias El fantasma de Torre Pacheco y la calma tensa en el Principado

Mientras otras regiones arden en disturbios por conflictos con la inmigración, Asturias mantiene una paz social admirable. Pero el crecimiento imparable de población extranjera, los discursos radicales y la tensión económica podrían hacer que la calma sea solo aparente.

 

Tres noches de disturbios, gritos de “fuera moros”, patrullas callejeras de civiles y enfrentamientos con heridos. Eso es lo que ha vivido esta semana el municipio murciano de Torre Pacheco, donde una agresión a un vecino de 68 años ha sido el detonante de una escalada de odio racial contra la comunidad magrebí, que representa el 30 % de la población local. Lo que empezó como una concentración vecinal derivó en lo que muchos ya califican como una “cacería” racista alimentada por grupos ultras llegados desde fuera y amplificada por redes sociales.

Mientras tanto, a más de 800 kilómetros, Asturias observa con inquietud.

Una convivencia asturiana que resiste

En el Principado, la convivencia entre autóctonos y población inmigrante sigue siendo notablemente pacífica. Las calles de Oviedo, Gijón, Avilés o Mieres reflejan una sociedad madura, tolerante y sin grandes focos de tensión interétnica. A día de hoy, no se han producido altercados violentos relacionados con inmigración. Ni cacerías, ni disturbios, ni patrullas ciudadanas.

Pero la pregunta empieza a colarse en las conversaciones políticas, policiales y sociales:
¿Puede pasar aquí lo mismo que en Torre Pacheco?

Una inmigración que crece rápido… y en silencio

Asturias ha pasado en pocos años de ser una comunidad con muy baja presencia extranjera a contar con más de 117.000 habitantes nacidos fuera de España, lo que ya representa más del 10 % de la población total. En términos de empadronamiento, hay más de 60.000 personas con nacionalidad extranjera, y la tendencia es claramente ascendente: solo en 2024 llegaron más de 11.000 nuevos residentes inmigrantes, frente a la pérdida neta de más de 5.000 asturianos.

Aunque todavía muy por debajo de comunidades como Cataluña, Madrid o Murcia, la evolución es geométrica, y algunos municipios asturianos ya experimentan transformaciones sociales visibles.

¿Qué hace falta para que estalle?

En Torre Pacheco no fue la estadística, sino un suceso concreto —una agresión violenta— lo que lo desató todo. Ese es el verdadero riesgo: que la chispa salte tras un incidente puntual, amplificado por redes sociales y aprovechado por grupos radicales.
Asturias no es ajena a ninguno de esos ingredientes:

  • Hay presión demográfica (envejecimiento, despoblación rural).

  • Hay dificultades económicas y laborales que afectan a los jóvenes autóctonos.

  • Y hay discursos extremos que empiezan a emerger en la esfera pública, también aquí.

En palabras de un alto mando de la Policía Nacional en Asturias:
“La paz social es fuerte, pero no blindada. Solo hace falta un suceso con carga simbólica, una chispa emocional mal gestionada, para que estalle un conflicto que nadie desea”.

Asturias, aún muy lejos de la saturación

Comparativamente, la inmigración en Asturias aún está muy lejos de los niveles de saturación percibida de otros territorios. En municipios como El Ejido (Almería) o Torre Pacheco (Murcia), la población extranjera supera el 30 %. En Asturias, ningún municipio supera por ahora el 15 %.

Además, el tejido asociativo, educativo y sanitario asturiano ha gestionado con cierta eficacia la integración, aunque sin apenas medios extraordinarios.

Una sociedad que aún se protege del odio

Asturias mantiene una de las tasas más bajas de delitos de odio del país. Las manifestaciones ultraderechistas han sido puntuales y sin arraigo significativo. Incluso la presencia de partidos de discurso más duro ha sido testimonial, sin penetración en zonas de inmigración densa.

Pero no hay garantía de que eso continúe.

Hacia un 2030 con un 20 % de inmigrantes

Las proyecciones del INE indican que, si el ritmo actual se mantiene, Asturias podría alcanzar un 20 % de población extranjera en apenas cinco años. Esto se debe a dos factores simultáneos:

  1. La pérdida constante de población autóctona (mayor envejecimiento de España).

  2. El aumento progresivo de llegadas por razones laborales, de refugio o reagrupación familiar.

Con esta tendencia, las tensiones estructurales llegarán. La cuestión es si la política y la sociedad estarán preparadas para evitar que los conflictos se traduzcan en odio y violencia.

Asturias no es Torre Pacheco, pero tampoco es inmune

Lo que distingue hoy a Asturias no es que no tenga inmigración, ni pobreza, ni desigualdades. Lo que la distingue es que aún hay cohesión social, silencio tenso en vez de gritos violentos, respeto en vez de resentimiento.

Pero ese equilibrio es delicado.
Y si algo enseñan los sucesos de Torre Pacheco es que nadie está libre del contagio social cuando se mezclan inseguridad, frustración y desinformación.

La gran pregunta ya está sobre la mesa:
¿Está Asturias preparada para gestionar el auge de la inmigración sin caer en el conflicto?

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