Mientras se celebra una “mejora económica”, Oviedo y Gijón registran un fenómeno inquietante: menores en riesgo de exclusión por el umbral de la renta
En Oviedo, una madre con dos hijos y un contrato parcial de 28 horas semanales ha quedado fuera de las becas escolares por ganar 57 euros más al mes de lo que marca el límite oficial. En Gijón, un padre divorciado que cobra 1.250 € y paga alquiler tampoco ha recibido ayuda para libros. Ambos forman parte de un grupo creciente, invisible y frustrado: las familias que no acceden a las becas escolares por superar “por poco” los umbrales de renta.
Se les ha bautizado ya como los ‘niños de la mochila’: menores que cargan no solo con sus libros, sino también con las consecuencias de una desigualdad silenciosa. No aparecen en las estadísticas de exclusión, pero sus mochilas van más vacías. Literalmente.
La caída de solicitudes no es lo que parece
Este año, el Ayuntamiento de Oviedo ha recibido 11.333 solicitudes de becas escolares, 144 menos que en 2024. Oficialmente, eso representa una caída del 1,25 %, interpretada por el consistorio como una señal de mejora económica.
Pero el dato oculta una paradoja: el baremo sigue siendo el mismo desde 2021, y la inflación acumulada en tres años supera el 14 %. Lo que en 2021 era un límite razonable, hoy deja fuera a centenares de familias trabajadoras que simplemente no llegan.
Según cálculos de este medio con base en datos oficiales, al menos un 10 % de las familias solicitantes se queda fuera por diferencias de renta menores a 100 € mensuales. No están en la miseria, pero tampoco pueden pagar libros, comedor o material sin renunciar a algo básico.
Más del 28 % no accede a la ayuda completa
Los datos oficiales publicados por el Ayuntamiento de Oviedo lo confirman:
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De las 4.761 solicitudes admitidas para comedor, solo el 72,01 % recibe el 100 % de ayuda.
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El resto se reparte entre becas del 75 %, del 50 %, y exclusiones completas.
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Además, 1.333 peticiones han sido excluidas directamente, en el 93 % de los casos por superar el baremo.
Esto significa que miles de niños en Oviedo, y probablemente muchos más en Gijón y otras ciudades, no tienen acceso pleno al comedor escolar, aunque sus familias tampoco puedan permitírselo por completo.
Una realidad en Gijón que tampoco mejora
En Gijón, aunque los datos de 2025 aún no se han hecho públicos, la tendencia es similar. Asociaciones vecinales y centros escolares consultados por Asturias Mundial confirman que la sensación de “renta límite” es cada vez más habitual.
“Las familias preguntan: ¿cómo puede ser que me lo den un año y al siguiente no, si cobro lo mismo?”, explica una trabajadora social del entorno de El Llano. La respuesta está en la rigidez del sistema, que no contempla situaciones intermedias ni ajustes por inflación, cargas reales o alquiler.
¿Clase media empobrecida? Asturias se llena de umbralistas
Este fenómeno está creando una nueva categoría social: los umbralistas. Familias que no cumplen criterios de pobreza, pero tampoco tienen acceso a servicios esenciales.
Y lo que más alarma a los técnicos educativos es que sus hijos lo notan:
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Van sin fruta al recreo.
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Llevan mochilas de hace tres años.
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Usan libros heredados, sin claves digitales.
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Se inventan enfermedades para evitar excursiones que no pueden pagar.
¿Qué soluciones se proponen?
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Sistema de tramos: que la ayuda no sea “todo o nada”, sino progresiva según ingresos.
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Actualización automática del baremo con el IPC.
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Complemento de emergencia para familias a las que se deniega la beca por diferencias inferiores a 100 € mensuales.
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Mayor coordinación entre ayudas de conciliación y escolares, para evitar solapamientos o huecos.
¿Por qué esto no se cuenta?
Porque no hay protestas masivas. Porque quienes se quedan fuera, trabajan, pagan y callan. Porque no hay cifras llamativas, sino cientos de dramas domésticos que se diluyen entre papeles.
Pero están ahí. En los patios. En los pasillos del colegio. En las mochilas que pesan más por dentro que por fuera.
¿Mejora social o autoengaño estadístico?
Mientras Oviedo anuncia “el presupuesto más alto en becas de su historia”, la realidad es que hay niños asturianos que no pueden quedarse a comer en el colegio porque su padre gana 50 € más de lo que marca el baremo.
¿De verdad estamos mejorando? ¿O estamos dejando atrás a quienes no lloran ni gritan, pero no llegan?
Asturias debe decidir si quiere una educación inclusiva de verdad, o una que castigue al que trabaja y aún así no puede. Porque los nuevos ‘niños de la mochila’ no son una metáfora. Son tus vecinos.