Las trabajadoras critican que la Consejería priorice el diálogo con otros niveles educativos y deje fuera al personal de la etapa más temprana
La incorporación de 22 ayuntamientos en septiembre se hará sin condiciones laborales comunes ni garantías de estabilización
La plantilla, en su mayoría femenina, alerta de una situación de invisibilidad, desigualdad y desgaste
“Somos educación, no una guardería.” Con esa frase, cargada de fuerza y hartazgo, comienza la carta firmada por un grupo de educadoras del ciclo 0‑3 años de Asturias, dirigida a la opinión pública y a los responsables de la Consejería de Educación. En ella, denuncian una situación de abandono institucional, desprotección laboral y falta de diálogo justo cuando el Gobierno del Principado ultima la integración de 22 ayuntamientos en la red pública de escuelas infantiles para este próximo curso.
El malestar crece. Tras semanas de movilizaciones y una huelga el pasado 11 de junio, los sindicatos desconvocaron nuevas jornadas sin que, según denuncian las propias trabajadoras, se haya producido ningún avance real ni se haya contado con su opinión. “Nos sentimos desamparadas. Se ha priorizado el diálogo con otros colectivos, incluso con la red concertada, mientras quienes educamos a los niños y niñas más pequeños seguimos sin interlocución ni respuestas”, afirman en su escrito.
Una red pública sin cohesión laboral
La principal preocupación se centra en cómo se va a aplicar la incorporación de estos ayuntamientos a la red del Principado. Según la información oficial, cada trabajadora mantendrá las condiciones laborales de su convenio municipal de origen, lo que genera una grave desigualdad entre profesionales que, dentro del mismo sistema público, realizarán exactamente la misma labor con condiciones diferentes: sueldos distintos, calendarios no homologados, vacaciones desiguales y procesos de estabilización heterogéneos.
Además, muchos de los ayuntamientos afectados no han iniciado procesos de consolidación de empleo, dejando en situación de vulnerabilidad a decenas de trabajadoras que ni saben si conservarán su puesto ni en qué condiciones podrán acceder a las nuevas bolsas de trabajo del Principado. “Las interinas desconocen incluso si podrán seguir optando a vacantes, ya que la bolsa de empleo autonómica pasará a tener prioridad sobre las bolsas municipales existentes”, denuncian.
Una labor esencial, pero desvalorizada
El colectivo reivindica el carácter educativo del ciclo 0‑3, a menudo reducido, según sus propias palabras, a una “herramienta de conciliación familiar”. En su carta, insisten en que su labor no es meramente asistencial, sino profundamente pedagógica. Trabajan con ratios muy elevadas (hasta 18 niños por aula en algunos casos), sin apoyo suficiente y sin descansos pedagógicos. Realizan tareas burocráticas fuera del horario de aula, ya que durante las horas lectivas dan prioridad a la atención directa de los menores.
“La Consejería habla de educación pública, pero no aplica ese principio a las profesionales que sostienen la base del sistema educativo”, denuncian. Piden la equiparación con el segundo ciclo de Infantil en el calendario laboral, la asignación de pareja educativa real por aula, la reducción de ratios y el reconocimiento de su categoría profesional como personal educador, no auxiliar.
Un conflicto más amplio que sacude la educación asturiana
Este conflicto se enmarca dentro de una crisis educativa más amplia en Asturias, que ha vivido en los últimos meses una cadena de movilizaciones, huelgas y una dimisión forzada —la de la anterior consejera Lydia Espina— tras el intento fallido de modificar el calendario escolar. Las trabajadoras del 0‑3 se sumaron desde el primer momento a estas protestas, con su propia agenda de reivindicaciones y una identidad muy clara: son el primer eslabón del sistema educativo, pero siguen siendo tratadas como el último.
La llegada de la nueva consejera, Eva Ledo, generó cierta expectativa, pero las educadoras aseguran que no han sido convocadas a ninguna mesa de negociación. Mientras, la red autonómica conocida como Les Escuelines, impulsada por el Principado, sigue en fase de implantación, con fuertes inversiones públicas pero sin abordar, según denuncian, los problemas estructurales que afectan a la plantilla: inestabilidad, desigualdad, falta de reconocimiento y precariedad.
“Nos sentimos invisibles”
Más allá de las condiciones materiales, las trabajadoras del 0‑3 alertan de una desmoralización generalizada, provocada por años de olvido institucional y una creciente presión laboral. “Nuestro trabajo está feminizado y precarizado. Como tantos otros, se nos invisibiliza”, afirman. Reclaman que se les escuche y se reconozca el valor real de su labor: “Trabajamos con la infancia más vulnerable, en una etapa crítica para su desarrollo. Merecemos respeto, condiciones dignas y voz propia”.
Por ahora, anuncian que seguirán movilizadas. Si no hay avances antes del comienzo del curso, los sindicatos mantienen un paro convocado para el 4 de septiembre. Las educadoras insisten en que no buscan confrontar, sino ser escuchadas. Pero no están dispuestas a volver al silencio.
“Somos educación, y lo seguiremos diciendo alto y claro. Porque si no hablamos ahora, nadie hablará por nosotras.”