Uno de los toros se descolgó en estafeta y sembró el pánico durante más de cinco minutos de carrera intensa, agónica y peligrosa
A las 08:00 en punto, con el habitual estruendo del cohete y la respiración contenida de cientos de mozos tensos en Santo Domingo, arrancó el segundo encierro de San Fermín 2025. Desde el primer segundo, se notó que no iba a ser una carrera fácil. Los protagonistas de hoy eran los toros de Cebada Gago, viejos conocidos en Pamplona, famosos por su bravura, su potencia… y por su historial de cornadas.
Los seis astados, acompañados por cabestros, partieron agrupados y en carrera limpia, con un ritmo inicial uniforme. El tramo de Ayuntamiento y Mercaderes fue veloz y sin sobresaltos, los mozos buscaban la cara, se pegaban a la barrera, trataban de templar… pero pronto todo cambió.
La ruptura llega en estafeta
A mitad de la Estafeta, uno de los toros, “Caminante”, de 575 kilos, se rezagó. No fue una simple ralentización. El animal se paró en seco, miró hacia atrás, giró sobre sí mismo y embistió. Un movimiento seco, inesperado. En ese momento, la carrera dejó de ser lineal y se convirtió en un baile de pánico, carreras cortas, gritos y huidas en zigzag.
Los corredores se dispersaron como pudieron. Algunos treparon a la barrera. Otros resbalaron. Varios intentaron distraer al animal sin éxito. Caminante, completamente desorientado, encadenó varios giros violentos mientras buscaba una salida en ese embudo humano de vértigo y adoquines mojados.
Cinco minutos de angustia
Mientras los otros cinco toros completaban su carrera y eran guiados con eficacia hacia la plaza, el reloj corría para Caminante, y con él, la angustia del encierro. Se detuvo en el tramo de Espoz y Mina, retrocedió hasta Estafeta, volvió a arrancar y embistió en seco a varios mozos, hasta que finalmente fue reconducido entre gritos, empujones y mucha sangre fría por parte de los dobladores y pastores.
El encierro se cerró a los 5 minutos y 22 segundos, un tiempo largo que se hizo eterno para los que estuvieron cerca de las astas.
primer herido por asta de las fiestas
El encierro de hoy deja un balance de siete personas atendidas, entre ellas un hombre de 38 años, natural de Murcia, que recibió una cornada en el brazo izquierdo. Fue evacuado al Hospital Universitario de Navarra con pronóstico reservado, convirtiéndose en el primer corneado de estos Sanfermines.
Además, hubo otros seis corredores trasladados por contusiones y traumatismos, especialmente en los tramos de Ayuntamiento, Estafeta y el callejón de entrada a la plaza.
Cebada Gago, la ley no escrita
Lo de esta mañana no fue una sorpresa para los veteranos del encierro. Cebada Gago es sinónimo de peligro, y hoy volvió a confirmarlo. Su historial habla por sí solo: toros corpulentos, nobles pero temperamentales, que nunca regalan una carrera fácil. En San Fermín, su nombre siempre impone respeto, y esta vez, uno de los suyos decidió marcar el día con fuego.
En la plaza, la tensión aún se notaba minutos después de la carrera. Varios corredores permanecieron sentados, agotados, con la vista perdida y las manos temblorosas. El eco de los cascos sobre los adoquines aún resonaba en la memoria inmediata de los que lograron correr, esquivar o simplemente sobrevivir al paso del miedo.
La segunda mañana de encierros en Pamplona ha recordado que, bajo la fiesta, el vino y los cánticos, sigue latiendo un pulso antiguo entre el hombre y la bestia. Hoy ganó la bestia durante cinco minutos. Y Caminante, fiel a su nombre, caminó su propia ruta sembrando sustos y dejando huella.