El río Sella, que serpentea entre montañas y verdes paisajes del oriente asturiano, es hoy uno de los escenarios más emblemáticos para la práctica del piragüismo en España. Pero detrás de la popular imagen de las canoas deslizándose por sus aguas, se esconde una historia cargada de tradición, compañerismo y espíritu deportivo. El descenso del Sella no es solo una prueba deportiva; es también una fiesta popular que ha logrado combinar el deporte con la cultura y el disfrute del entorno natural.
Esta prueba, que cada año atrae a miles de participantes y visitantes de todo el mundo, cuenta con una trayectoria que supera ya las nueve décadas. A continuación, te invitamos a conocer cómo comenzó esta aventura y cómo ha evolucionado hasta convertirse en el evento que hoy conocemos.
Los orígenes: un paseo entre amigos
La historia del descenso del Sella se remonta a la década de los años 20 del siglo pasado. Su origen no fue una competición oficial, sino un paseo entre amigos apasionados por la naturaleza y las excursiones. El impulsor de esta aventura fue Dionisio de la Huerta, un gijonés amante del deporte y del río, que en 1929, junto a otros compañeros, decidió recorrer en piragua el tramo comprendido entre Arriondas y Ribadesella.
Aquel primer recorrido fue más una expedición que una carrera, sin normas estrictas ni organización formal. Sin embargo, la experiencia dejó tan buen sabor de boca que se repitió al año siguiente, y poco a poco empezó a consolidarse la idea de convertir aquel paseo en una prueba deportiva organizada.
La primera edición oficial del evento tuvo lugar en 1930, y aunque entonces solo participaron unos pocos entusiastas, ya se empezaba a percibir el potencial de lo que, con el tiempo, se convertiría en una de las citas deportivas más importantes del calendario asturiano.
De cita local a evento internacional
Lo que comenzó como una aventura entre amigos fue creciendo en popularidad de forma progresiva. A medida que pasaban los años, el número de participantes aumentaba y la organización se profesionalizaba. El recorrido original, que en un principio era variable y se adaptaba a las condiciones del río y a las preferencias de los remeros, acabó fijándose en el trayecto clásico que une Arriondas y Ribadesella, con una distancia aproximada de 20 kilómetros.
En las décadas siguientes, el evento fue ganando reconocimiento y atrayendo a participantes de fuera de Asturias, primero de otras regiones de España y, más tarde, de otros países. Hoy en día, el descenso del Sella es una competición internacional que forma parte del calendario de la Federación Internacional de Piragüismo, y cada edición reúne a deportistas profesionales y aficionados de distintos rincones del mundo.
El Sella, más que una carrera
Si por algo destaca esta prueba, además de por su componente deportivo, es por el ambiente festivo y popular que la rodea. El evento, que se celebra tradicionalmente el primer sábado de agosto, es mucho más que una carrera de piraguas. Es una auténtica fiesta que combina deporte, música, tradición y convivencia.
Los trenes fluviales, las sidras, las gaitas y los cánticos populares forman parte del paisaje del día del descenso. Miles de personas se congregan en las orillas del río para animar a los participantes, disfrutar del entorno y vivir una jornada única. De hecho, la fiesta que acompaña al descenso es conocida como "Les Piragües", y está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional desde 1980.
Este espíritu de celebración, que comenzó casi de manera espontánea entre los vecinos de la zona, ha sabido mantenerse con el paso de los años y es uno de los grandes atractivos para quienes se acercan por primera vez a presenciar la prueba.
La evolución del material y la profesionalización del evento
A lo largo de la historia del descenso, no solo ha cambiado el número de participantes o la organización, sino también el material y la técnica. Las primeras embarcaciones eran rudimentarias piraguas de madera, pesadas y poco manejables, lo que daba aún más mérito a aquellos pioneros que se lanzaban al río con medios bastante limitados.
Hoy en día, las piraguas han evolucionado enormemente. Los materiales ligeros como la fibra de carbono y el kevlar, el diseño optimizado para la velocidad y la estabilidad, y la mejora en las técnicas de remo han elevado el nivel de la competición. Esto ha permitido que tanto profesionales como amateurs puedan disfrutar de la prueba, cada uno a su ritmo y según sus capacidades.
Cómo participar y disfrutar de la experiencia
Para quienes sienten curiosidad sobre cómo hacer el descenso del Sella, existen muchas formas de vivir esta experiencia, sin necesidad de competir a nivel profesional. Durante todo el verano, diferentes empresas de la zona ofrecen la posibilidad de alquilar canoas y participar en el recorrido, ya sea el día oficial del evento o cualquier otra jornada.
Esta opción permite que cualquier persona, con independencia de su experiencia previa, pueda realizar la actividad en un entorno seguro y guiado, con las instrucciones necesarias para disfrutar del trayecto sin riesgos. Muchas de estas empresas ofrecen distintos puntos de recogida, por lo que es posible elegir la distancia a recorrer en función de la forma física y las ganas de aventura.
Además, fuera del día de la competición, el río Sella se convierte en un espacio ideal para disfrutar de la naturaleza con mayor tranquilidad, sin las aglomeraciones de la jornada oficial, pero con el mismo encanto del paisaje asturiano.
Un legado que sigue creciendo
El descenso del Sella es mucho más que una prueba deportiva. Es un símbolo de Asturias, una tradición que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. La mezcla de naturaleza, deporte y cultura popular que caracteriza a este evento es, probablemente, la clave de su éxito y de su permanencia en el tiempo.
Cada edición suma nuevas historias, nuevos participantes y nuevas anécdotas que se entrelazan con el espíritu de aquel primer paseo en piragua que inició Dionisio de la Huerta en 1929. Así, el Sella sigue fluyendo, no solo como río, sino como tradición viva que une a generaciones enteras en torno a la pasión por el deporte, la naturaleza y la celebración compartida.