Austria se alza con la victoria gracias a una combinación explosiva de ópera y pop, mientras Israel emociona al mundo y Melody se estrella con "Esa diva"
Una gala vibrante y repleta de emociones
Lo que se vivió la noche del sábado en Basilea no fue solo una edición más del Festival de Eurovisión. Fue una montaña rusa de emociones, estética, tensiones políticas y giros inesperados que mantuvieron en vilo a millones de espectadores en toda Europa. El St. Jakobshalle suizo se convirtió en epicentro de un espectáculo audiovisual que no dejó indiferente a nadie.
La gala, presentada con soltura por Hazel Brugger, Sandra Studer y Michelle Hunziker, destacó por una realización impecable y un ritmo vertiginoso. Las actuaciones rozaron lo teatral, lo bizarro y lo conmovedor, en un cóctel eurovisivo de alto voltaje.
Austria conquista Europa con elegancia y fuerza escénica
El ganador de la noche fue Austria. JJ, un contratenor queer de voz prodigiosa y estética contenida, se impuso con su tema Wasted Love, una fusión de ópera contemporánea y electrónica que rompió moldes. El público enmudeció ante una puesta en escena austera, sin grandes artificios, en blanco y negro, que apostó por la sobriedad frente a los excesos habituales del certamen.
JJ logró 258 puntos del jurado profesional y 178 del televoto, alcanzando un total de 436 puntos. Aunque no se trata de una puntuación histórica, sí es la más baja de una victoria desde la implantación del sistema mixto. Aún así, Austria vuelve a saborear el triunfo y lo hace con clase.
Israel, una actuación que tocó el alma de Europa
El segundo lugar fue para Israel, que presentó New Day Will Rise, una balada interpretada por una joven superviviente del ataque de Hamás en 2023. La actuación, sobria y llena de emoción contenida, conmovió profundamente al público. El televoto le otorgó 297 puntos, pero no fueron suficientes para desbancar a Austria. Con un total de 357 puntos, Israel firmó una actuación memorable y políticamente cargada de significado.
España se hunde en la clasificación con Melody
Las esperanzas españolas estaban puestas en Melody, una artista que lleva dos décadas sobre los escenarios y que acudía a Eurovisión con una propuesta de empoderamiento femenino: Esa diva. La actuación fue poderosa: una coreografía intensa, estética flamenca con sombrero cordobés y volantes negros, y una interpretación vocal sin fisuras.
Sin embargo, el resultado fue demoledor: puesto 24 de 26. Solo 37 puntos (27 del jurado, 10 del televoto), en una de las peores clasificaciones de los últimos años. La reacción de Melody al conocer los resultados, forzando una sonrisa mientras se intuía la decepción en su mirada, se viralizó en redes y despertó una ola de solidaridad.
Clasificación final: Austria reina, España naufraga
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Austria – JJ – Wasted Love – 436 puntos
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Israel – Yuval Raphael – New Day Will Rise – 357
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Estonia – Tommy Cash – Espresso Macchiato – 356
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Suecia – KAJ – Bara Bada Bastu – 321
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Italia – Lucio Corsi – La Settima Onda – 256
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Grecia – Klavdía – Asteromáta – 231
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Francia – Louane – Maman – 230
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Albania – Shkodra Elektronike – Zjerm – 218
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Ucrania – Ziferblat – Bird Of Pray – 218
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Suiza – Zoë Më – Voyage – 214
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España – Melody – Esa diva – 37
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Islandia – VÆB – Róa – 33
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San Marino – Gabry Ponte – Tutta l’Italia – 27
Una edición marcada por la tensión política y la censura
La gala no estuvo exenta de polémica. La participación de Israel generó protestas en el exterior del recinto y tensiones entre delegaciones. La UER implementó un estricto código de conducta que prohibía banderas LGTBIQ+, mensajes políticos y símbolos no oficiales, lo que fue duramente criticado por artistas y público. Varios países mostraron su disconformidad, especialmente Francia y Países Bajos, y se llegó a hablar de una “crisis reputacional” del certamen.
España y RTVE, ante el espejo
Tras la debacle de Melody, RTVE ha anunciado que revisará a fondo el proceso de selección del representante español. El Benidorm Fest, hasta ahora considerado un revulsivo positivo, ha quedado en entredicho. Se barajan nuevas fórmulas, más abiertas a la industria y menos condicionadas por las modas.
El festival, entre la gloria y la necesidad de reinventarse
Eurovisión 2025 ha sido una gala brillante, intensa, cargada de emociones y mensajes, pero también de síntomas preocupantes: tensiones políticas, censura, cuestionamientos del sistema de votación y un creciente escepticismo sobre el equilibrio entre arte y espectáculo.
Aun así, la magia eurovisiva sigue intacta. Porque, a pesar de todo, millones de europeos siguen soñando durante una noche con que la música pueda unir lo que la política separa.