Un amplio dispositivo de la Guardia Civil y el SEPA peina por tierra, mar y aire la costa oriental asturiana, con la mirada puesta en los Bufones de Santiuste, donde apareció un coche vinculado al fugitivo. La hipótesis de un suicidio fingido para eludir una nueva condena cobra fuerza mientras el tiempo apremia.
La tensión es palpable en la costa oriental de Asturias. Un vasto operativo de las fuerzas de seguridad rastrea sin descanso cada rincón del litoral llanisco en busca de un padre gijonés de unos 50 años, sobre quien pesa una condena de 25 años de prisión por la violación continuada de su hija menor y que ahora ha eludido un segundo juicio por presuntas agresiones sexuales a su hija mayor. La fuga, que se destapó al no presentarse a la vista oral el pasado miércoles en el Palacio de Justicia de Gijón, ha desatado una carrera contrarreloj y ha puesto sobre la mesa la inquietante posibilidad de una elaborada treta para evadir la acción de la justicia.
Un historial siniestro y una fuga anunciada
El caso que ha conmocionado a la sociedad asturiana se remonta a más de una década, aunque los hechos no salieron a la luz pública hasta el año pasado. La pesadilla para las víctimas comenzó en 2015. La hija más pequeña del procesado fue la primera en romper el silencio, desvelando un infierno de abusos sexuales que, según la sentencia que lo condenó a un cuarto de siglo de cárcel, se iniciaron cuando ella tenía tan solo seis años. Esta valiente denuncia fue la que destapó las presuntas agresiones sufridas también por su hermana mayor, lo que derivó en la apertura de un segundo procedimiento judicial. En ambos procesos, el padre siempre mantuvo su inocencia, negando categóricamente todos los cargos.
La alarma sobre su desaparición saltó por partida doble a principios de esta semana, incluso antes de su incomparecencia judicial. El martes por la noche, la propia familia del acusado denunció su ausencia ante la Policía Nacional. Según su testimonio, el procesado había alquilado una furgoneta el lunes con la aparente intención de huir al extranjero, un detalle que ya ponía en preaviso a las autoridades sobre sus intenciones de fuga.
Paralelamente, la inquietud crecía entre los vecinos de La Franca, en Llanes. Un Citroën Xsara de color granate llevaba varios días abandonado en la carretera N-634, en las peligrosas inmediaciones de los Bufones de Santiuste, un paraje de acantilados donde el Cantábrico se ha cobrado vidas en el pasado.
Despliegue sin precedentes: La búsqueda en Llanes
Tras confirmarse que el vehículo era utilizado asiduamente por el gijonés en busca y captura –perteneciente, presuntamente, a un familiar que confirmó este uso–, todas las sospechas se centraron en la zona llanisca. Desde la tarde del jueves, la Guardia Civil activó un amplísimo operativo. Prácticamente todos los efectivos del cuartel de Llanes se han volcado en la búsqueda, movilizando patrullas terrestres que han recorrido palmo a palmo la zona, un helicóptero del instituto armado que ha realizado vuelos de inspección y barridos visuales desde las alturas, y una patrullera marítima que ha explorado la escarpada línea costera, siendo avistada en áreas como la playa de La Franca.
A este esfuerzo se sumó el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA), que también desplegó su propio helicóptero el jueves para colaborar en unas tareas de rastreo que no descartan ningún escenario, incluido el hallazgo de un cadáver si el acusado hubiera decidido quitarse la vida. Sin embargo, la teoría de un suicidio fingido es la que parece ganar más peso entre los investigadores, considerando sus antecedentes y la planificación de su huida.
La treta del suicidio y la extensión a Cantabria
Los minuciosos trabajos en los Bufones de Santiuste no han arrojado, por el momento, ningún resultado concluyente. Esta falta de hallazgos llevó a los responsables del operativo a levantar el puesto de mando avanzado, instalado inicialmente cerca del espectacular fenómeno geológico, para extender el perímetro de búsqueda. Ayer viernes, las labores de rastreo se ampliaron hasta la frontera con Cantabria, y no se descarta que las indagaciones se adentren en la comunidad vecina si no surgen nuevas pistas en Asturias.
La posibilidad de que el abandono del coche y la elección de un lugar tan simbólico y peligroso como los bufones sea una maniobra de distracción, una "treta" para hacer creer que se ha suicidado y ganar tiempo para su huida definitiva, es una línea de investigación prioritaria. Las autoridades analizan cada detalle, cada movimiento previo a su desaparición, en un intento de anticiparse a sus próximos pasos.
Un fugitivo peligroso y la angustia de las víctimas
La fuga de este individuo no solo supone un desafío para las fuerzas de seguridad, sino que reabre las heridas de sus víctimas y genera una lógica alarma social. Los protocolos de búsqueda para fugitivos implicados en delitos tan graves son exhaustivos y a menudo implican la coordinación entre diferentes cuerpos policiales y, si es necesario, la emisión de órdenes de búsqueda a nivel nacional e internacional.
Mientras la Guardia Civil y el SEPA continúan batiendo la costa y los montes llaniscos, y la investigación se extiende hacia Cantabria, la pregunta principal sigue sin respuesta: ¿Dónde está el padre gijonés? ¿Ha logrado su objetivo de cruzar la frontera o se oculta, esperando el momento oportuno para moverse? ¿O es la dramática escena de los bufones algo más que una simple pista abandonada? La respuesta, esperan los investigadores, llegará pronto. La prioridad es localizarlo y ponerlo a disposición de la justicia para que responda por los terribles hechos de los que se le acusa y por la condena que ya pesa sobre él.