La carretera no es un lugar para juegos, y menos cuando la vida de otras personas está en juego. El 12 de diciembre de 2024, un acto de imprudencia, protagonizado por un motorista de 22 años y una conductora de 20, resultó en un grave accidente en la autovía AS-II, a la altura de Llanera, que dejó a una persona con heridas graves y a otra con heridas leves. Ambos investigados por la Guardia Civil como presuntos autores de conducción temeraria y lesiones por imprudencia, protagonizaron una escena que recuerda lo fácil que es convertir un simple juego de velocidad en una tragedia en la carretera.
La historia comienza con una competencia de velocidad, en un tramo de la autovía que conecta Oviedo y Gijón. Durante 15 kilómetros, ambos conductores compitieron entre sí, adelantándose de manera temeraria y realizando maniobras peligrosas dentro de un grupo de siete vehículos. Sin embargo, lo que parecía ser una carrera sin consecuencias terminó de la peor manera posible. En el punto kilométrico 6,300 de la autovía, la colisión frontolateral entre un turismo y una motocicleta provocó la herida grave de uno de los conductores y daños de consideración en los vehículos implicados.
El juego peligroso que casi cuesta una vida
Lo que parecía una carrera entre dos jóvenes se convirtió rápidamente en una lección de irresponsabilidad, un recordatorio de cómo un comportamiento temerario al volante puede alterar no solo la vida de los involucrados, sino también la de los inocentes que transitan la carretera. Conducir a altas velocidades y realizar adelantamientos temerarios en plena vía pública, lejos de ser una demostración de destreza, es una práctica suicida que puede tener consecuencias fatales en un abrir y cerrar de ojos.
Los investigadores de la Guardia Civil analizaron cada detalle del siniestro. Tras casi cuatro meses de investigación, recopilaron pruebas, testimonios y datos que confirmaron que los dos conductores estaban involucrados en una actitud de competición, lo que aumentó el riesgo de que cualquier maniobra errónea terminara en tragedia. La conducción temeraria se extendió durante unos 15 kilómetros, generando un grave riesgo no solo para ellos, sino también para los demás conductores que transitaban la zona. La conducción en competición no solo es una violación de las normas de tránsito, sino una agresión directa a la seguridad vial.
Condena por imprudencia: la Guardia Civil se pone tras la pista de los involucrados
El 26 de abril de 2025, la Guardia Civil culminó su investigación, identificando a un motorista de 22 años y a una conductora de 20 años, ambos vecinos de Gijón, como presuntos responsables de los delitos de conducción temeraria y lesiones por imprudencia. Las pruebas recabadas permitieron establecer que, además de circular en actitud de competición, ambos conductores se comportaron de manera negligente dentro de un grupo de vehículos, poniendo en riesgo su integridad y la de terceros.
En su declaración, las víctimas del accidente, un hombre y una mujer, confirmaron que el incidente había sido el resultado de un juego peligroso entre los conductores. La conducción temeraria no solo puso en peligro las vidas de los implicados, sino que también dejó secuelas físicas y emocionales en las víctimas de la colisión.
El verdadero costo de la competencia: tragedia a un solo movimiento de distancia
La competencia de velocidad, que en este caso estuvo marcada por la imprudencia, terminó con un balance muy diferente al que los involucrados pudieron haber imaginado. "Esto no es un juego", afirmaron varios expertos en seguridad vial al analizar el suceso. "Las carreteras no son lugares para demostrar destrezas o competir. Es un lugar de vida y muerte, donde una mala maniobra puede arrebatar vidas inocentes."
Este tipo de conductas no solo son un delito, sino que además son una tragedia anunciada. Cada vez que un vehículo acelera sin control, el riesgo de un accidente fatal aumenta exponencialmente. Competir en la carretera no solo es ilegal, sino una práctica inmoral, que puede tener consecuencias devastadoras tanto para los conductores como para los afectados que circulan sin intención alguna de involucrarse en una carrera.