En el interior de la Capilla Sixtina, el mármol se mantiene frío, el aire denso y solemne. Bajo los ojos eternos del Juicio Final de Miguel Ángel, 133 cardenales electores guardan el silencio que precede a toda decisión trascendental. El humo blanco aún no ha salido, pero el murmullo contenido en los pasillos del Vaticano apunta a una posibilidad que en otros tiempos habría parecido improbable: el próximo papa podría hablar español.
Cinco nombres resuenan con discreta intensidad entre los expertos vaticanistas y las quinielas de las congregaciones previas. Cinco españoles que podrían suceder a Francisco y llevar por primera vez en siglos la bandera de España al trono de San Pedro.
Cristóbal López Romero: el papable inesperado que seduce al ala progresista
Entre ellos, uno sobresale por la fuerza con la que ha irrumpido: Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat. Salesiano, misionero, hombre de diálogo interreligioso, ha sido definido como un "puente" entre culturas. Tiene 72 años y no pocos ven en él el perfil más cercano a la continuidad del pontificado de Francisco: aperturista, profundamente social, amigo del islam moderado y defensor de una Iglesia más humilde.
Nacido en Vélez-Rubio (Almería), ha trabajado en Paraguay, Bolivia y Marruecos. Su nombre, que hasta hace poco no aparecía en ninguna lista, ha ido ganando fuerza entre quienes ven en su perfil una combinación perfecta entre experiencia pastoral y capacidad diplomática. Su declaración en El País no ha pasado desapercibida: “Para ser hereje hay que saber bastante teología; no vale cualquier imbécil”, en referencia al riesgo de cisma que algunos sectores ultraconservadores esgrimen ante una Iglesia en evolución. En otras palabras: López Romero no teme hablar claro.
Ángel Fernández Artime: el carisma silencioso de los consagrados
Menos mediático, pero igualmente considerado, es Ángel Fernández Artime, de 64 años. También salesiano, dirige actualmente el Dicasterio para la Vida Consagrada, el organismo que vela por el corazón místico de la Iglesia: monjas, frailes y religiosos. Su experiencia como Rector Mayor de los Salesianos le dio renombre mundial y, aunque no figura entre los favoritos de las quinielas romanas, cuenta con respaldo entre quienes desean un pontífice volcado en el mundo espiritual y educativo.
José Cobo: el delfín madrileño con proyección a futuro
El más joven entre los papables españoles es José Cobo, cardenal y arzobispo de Madrid. A sus 59 años, representa la nueva generación de la jerarquía eclesiástica española. Cercano a Francisco y defensor de una pastoral urbana centrada en los pobres, ha protagonizado algunas tensiones internas dentro de la Iglesia por su carácter renovador. Su edad juega a su favor si el colegio cardenalicio opta por una figura duradera. Su juventud es también su desventaja: quizás todavía falte una votación más para que su momento llegue.
Juan José Omella y Carlos Osoro: el peso de la veteranía
Dos grandes nombres completan la lista, aunque la edad se cierne como un lastre inevitable. Juan José Omella, de 78 años, arzobispo de Barcelona y expresidente de la Conferencia Episcopal Española, es una figura clave en el diálogo Iglesia-sociedad. Ha tenido protagonismo en momentos decisivos, pero su edad lo relega a una posición simbólica. Similar es el caso de Carlos Osoro, cardenal emérito de Madrid, de 79 años, figura dialogante y querida, pero probablemente sin opción real de ser elegido.
Los papas españoles: un legado lejano, pero vigente
España ha tenido, a lo largo de la historia, apenas cuatro papas reconocidos como tales. El primero fue Dámaso I, en el siglo IV, nacido en lo que hoy sería Portugal pero de padres hispanorromanos. Fue el gran defensor del canon bíblico latino y del uso del latín en la liturgia. Siglos más tarde llegarían dos figuras decisivas, ambas valencianas: Calixto III y Alejandro VI, de la poderosa familia Borja. El primero, Alfonso de Borja, fue un diplomático astuto que combatió el cisma de Occidente; el segundo, Rodrigo de Borja, quedará para siempre en la memoria colectiva como uno de los pontífices más controvertidos de la historia.
Y no puede olvidarse al enigmático Benedicto XIII, el papa Luna, considerado antipapa por Roma, pero venerado en Aragón como un defensor de la ortodoxia. Su tumba en Illueca aún recibe flores y preguntas sin respuesta.
¿Será esta la quinta vez?
En la Roma eterna, los relojes se detienen cuando comienza un cónclave. Las paredes de la Capilla Sixtina han oído todo: traiciones, lágrimas, silencios, oraciones. Esta vez, la historia podría inclinarse hacia la piel de toro. Pero en el Vaticano, nada se da por seguro hasta que el humo se vuelve blanco.
Hay quienes dicen que los cardenales entran al cónclave siendo papables… y salen siendo cardenales. Pero si algo tiene este cónclave es una suma de factores imprevisibles: un Papa emérito fallecido, otro renunciante, una Iglesia en transición. Y entre los murmullos, cinco españoles que podrían cambiar el curso de la historia. Como dice la vieja fórmula romana: "Extra omnes". Todos fuera… y que el Espíritu Santo decida.