El futuro del oso pardo se decide en Europa: Asturias consolida su recuperación mientras Rumanía y Eslovaquia amenazan con retrocesos brutales

 El futuro del oso pardo se decide en Europa: Asturias consolida su recuperación mientras Rumanía y Eslovaquia amenazan con retrocesos brutales

Mientras el Principado presume de su modelo de conservación con unos 130 ejemplares, otros países de la UE avanzan en su desprotección. El caso del oso ya recuerda al del lobo, cuya protección ha sido rebajada en toda Europa.

 

Asturias, bastión de una recuperación ejemplar

En las montañas del Parque Natural de Somiedo o los bosques profundos de Fuentes del Narcea, los osos pardos vuelven a pisar territorio con cierta tranquilidad. Asturias es hoy el epicentro de la recuperación del oso en la Cordillera Cantábrica, con una población estimada en unos 130 ejemplares, según el último censo. Representa aproximadamente el 35% de los osos cantábricos, que en total suman unos 370 individuos.

La población se distribuye en dos núcleos:

  • Subpoblación occidental: 250 ejemplares (entre Asturias y León, principalmente).

  • Subpoblación oriental: 120 ejemplares (en zonas de Palencia y Cantabria, con algunas incursiones en el oriente asturiano).

El censo se actualiza este 2025, y se espera confirmar una ligera tendencia al alza, fruto de más de tres décadas de trabajo coordinado entre el Gobierno del Principado, ONG ambientales como la Fundación Oso Pardo, y agentes rurales y comunidades locales.

Desde 1990, el oso pardo está incluido como especie “en peligro de extinción” en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas del Principado. A nivel nacional, figura desde 2011 en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, con la categoría de “vulnerable”.

De Asturias al mundo: ¿una especie europea en jaque?

Sin embargo, fuera de España, el panorama se oscurece. En Rumanía, el país con la mayor población de osos pardos de la Unión Europea, el Gobierno ha lanzado un órdago a Bruselas: quiere que se rebaje la protección de la especie para poder eliminar ejemplares de forma más flexible.

Rumanía cuenta con entre 10.400 y 12.700 osos pardos, según un reciente censo. El Ministerio de Medio Ambiente, dirigido por Mircea Fechet, considera que el país solo puede “soportar” unos 4.000 osos. En los últimos 20 años se han registrado 26 muertes por ataques de osos y más de 270 heridos, datos que el Gobierno rumano ha esgrimido para justificar su petición a la Comisión Europea de reducir el nivel de protección del animal.

"No es solo una cuestión estadística. Hemos alcanzado un punto de inflexión en la gestión de la especie", afirmó el ministro Fechet.

???????? Eslovaquia: el plan más agresivo de toda la UE

Si en Rumanía la amenaza es política, en Eslovaquia ya es una realidad. El Gobierno del país ha aprobado la eliminación de 350 osos en 2025, una cifra que triplica los ejemplares presentes en Asturias y se equipara con toda la población osera de la Cordillera Cantábrica.

Eslovaquia alberga en torno a 1.300 osos, según su Ministerio de Medio Ambiente. La decisión se ha tomado tras el ataque mortal a un hombre, el primero de estas características en años. En 2020 se contabilizaron 650 encuentros con humanos, una cifra que se disparó a 1.900 en 2024. En lo que va de siglo se han registrado 108 ataques a personas.

El ministro Tomas Taraba ha defendido la medida como una forma de proteger a la población rural y reducir lo que califica como una “presión insostenible” sobre las comunidades montañosas.

¿España puede acabar igual?

La situación española es radicalmente distinta. Aquí, los osos están blindados jurídicamente por múltiples normativas autonómicas, nacionales y europeas. Además, el programa de conservación en la Cordillera Cantábrica se ha convertido en un referente internacional por su enfoque integral: protección legal, control del furtivismo, alimentación natural, desincentivo de la dependencia del ser humano y campañas educativas.

Pero la presión existe. El crecimiento de la especie –aunque lento en comparación con Europa oriental– ha generado episodios puntuales de conflicto:

  • Avistamientos cerca de pueblos y carreteras.

  • Daños ocasionales en colmenas o frutales.

  • Encuentros en rutas de montaña.

Hasta ahora, el Gobierno asturiano ha optado por soluciones no letales: traslado de ejemplares problemáticos, instalación de pastores eléctricos y disuasión mediante personal especializado. No se ha autorizado ningún sacrificio de ejemplares.

Sin embargo, el precedente del lobo preocupa.

¿El siguiente en la barbería?

El lobo ibérico, cuya población se concentra sobre todo al norte del Duero, fue retirado del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) en 2021 por el Gobierno central, lo que generó un fuerte conflicto político entre regiones y sectores.

Recientemente, la Unión Europea ha rebajado su nivel de protección, pasando de “estrictamente protegido” a simplemente “protegido”, lo que deja en manos de cada Estado la posibilidad de autorizar planes de control poblacional.

En Asturias, esta decisión ha desembocado en planes para eliminar ejemplares de lobo, tras las protestas del sector ganadero. Muchos conservacionistas temen que, de consolidarse esta vía, el oso pardo pueda ser el próximo en verse arrastrado al mismo debate.

Una especie que camina sobre el filo

El oso pardo en Asturias vive su mejor momento en décadas, pero las amenazas externas son reales. En Europa oriental, la especie se enfrenta a una regresión sin precedentes desde su recuperación en el siglo XX. Y mientras España mantiene el modelo conservacionista, la presión política y social sobre los grandes carnívoros crece.

Lo que ocurra en los próximos meses en Bruselas marcará un antes y un después. Porque si el oso deja de ser “prioritario” en Europa, como ya ha pasado con el lobo, el modelo asturiano podría verse desbordado por decisiones que se toman muy lejos de sus montañas.

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