La casa de los horrores de Oviedo: tres niños encerrados durante cuatro años en un chalé tapiado, sin colegio, sin sol, sin zapatos

La casa de los horrores de Oviedo: tres niños encerrados durante cuatro años en un chalé tapiado, sin colegio, sin sol, sin zapatos

En el corazón de Fitoria, una zona tranquila y boscosa a las afueras de Oviedo, se escondía el infierno. Detrás de unas persianas siempre bajadas y una verja que nunca se abría, tres niños —dos gemelos de ocho años y su hermano mayor, de diez— llevaban encerrados desde diciembre de 2021. No iban al colegio. No salían a jugar. No sabían lo que era el sol. Dormían en cunas sin patas apoyadas en el suelo, con pañales bajo el pijama, rodeados de basura y sin contacto alguno con el exterior. Hasta que una vecina, inquieta por lo que veía y escuchaba, llamó al Ayuntamiento. Lo que vino después fue una intervención que ya muchos en la Policía Local de Oviedo definen como "la operación más escalofriante de sus vidas".

La llamada que activó todas las alarmas

Era el 14 de abril de 2025 cuando una vecina de la zona alertó al Servicio de Familia e Infancia del Ayuntamiento. “Estoy casi segura de que hay niños dentro. A veces los oigo, los he visto por la ventana... pero nunca salen. Jamás. Nunca los he visto en el colegio”, contó. La Policía Local, con competencia en el control de escolarización de menores, inició discretamente una vigilancia. Día tras día, los agentes observaron lo mismo: persianas bajadas, ningún movimiento, y un único adulto —el padre, un hombre alemán de 53 años— que abría brevemente la puerta para recoger grandes paquetes de comida de supermercado. Ni coches, ni paseos, ni rastro de vida infantil.

Uno de los policías lo resume así: “Algo no cuadraba. Las cajas eran demasiado grandes para una sola persona. Y un día, vimos una cortina moverse en el piso de arriba justo cuando el padre estaba en la puerta. Sabíamos que había alguien más ahí dentro. Y lo sabíamos sin margen de error”.

La orden judicial y el asalto al secreto

Tras exponer sus sospechas a la Fiscalía de Menores, se autorizó un registro. Fue el lunes 28 de abril, a las 11:00 de la mañana. A la casa se desplazaron siete agentes, una traductora de alemán, trabajadores sociales y la letrada del menor del Principado. Llamaron a la puerta y el hombre abrió: desaliñado, descalzo. “Sí, hay niños dentro”, reconoció sin oponer resistencia. Pero pidió algo insólito: que los agentes se pusieran mascarillas antes de entrar. “Mis hijos están muy enfermos”, advirtió.

Cuando entraron, la escena era dantesca.

Respirar por primera vez

Los tres menores estaban allí, en pijama, sucios, pegados a la madre, una mujer de nacionalidad alemana y origen estadounidense, de 48 años. Llevaban tres mascarillas cada uno, una encima de otra. Temblaban. No entendían qué ocurría. Y no sabían cómo reaccionar al mundo exterior.

“Uno tocó la hierba del jardín con las manos como si fuera la primera vez que veía algo así. Y los tres empezaron a respirar profundamente, como si jamás hubieran sentido el aire libre”, relatan los agentes. No exageran: los últimos zapatos que tenían eran de 2019. No tenían calzado de su talla. No sabían correr. Al intentarlo, perdían el equilibrio.

Cunas, pañales y basura

La comitiva entró en las habitaciones. Los gemelos dormían en cunas sin patas, apoyadas directamente en el suelo. El mayor, de diez años, tenía un camastro minúsculo, también en el suelo. No había colchones decentes. No corría el aire. Las ventanas estaban selladas a cal y canto. No entraba luz. Bajo las camas y por todas partes: bolsas, papeles, basura, suciedad. Los niños llevaban pañales. La madre dijo que era “lo habitual”. Aseguró que los cambiaba. No se halló rastro alguno de juguetes.

En una habitación cerrada, los investigadores encontraron un gato en condiciones deplorables. Cubierto de pelo enmarañado, rodeado de sus excrementos, con un tumor visible.

Cuatro años de encierro por miedo

Durante los interrogatorios, la madre se vino abajo. Dijo que llevaban en el chalé desde diciembre de 2021, y que al principio solo querían “proteger a los niños”, supuestamente con salud delicada. Pero con el paso del tiempo, el miedo a que alguien los descubriera fue creciendo. “Nos dejamos llevar por el miedo, luego ya temíamos a la Policía”, confesó. Según la investigación, los últimos informes médicos de los niños son de 2019. Ninguno tenía entonces patologías graves.

"Jamás pensé que algo así pudiera pasar en este país"

Francisco Javier Lozano, comisario principal de la Policía Local de Oviedo, no tiene dudas: “Hemos desmantelado la casa de los horrores. Hemos devuelto a la vida a tres menores. Jamás pensé que algo así pudiera pasar en este país”.

Los niños fueron trasladados al HUCA para un reconocimiento médico y ahora están bajo la tutela del Gobierno del Principado, en un centro de menores. Se están evaluando posibles secuelas físicas y psicológicas. Las imágenes del registro, según los presentes, eran “propias de una película de terror”.

Padres detenidos, justicia en marcha

Ambos progenitores fueron detenidos y trasladados al cuartel de la Guardia Civil. El hombre, doctor en Filosofía, trabajaba desde casa. Este miércoles pasarán a disposición judicial. Se les acusa, de momento, de un presunto delito continuado de abandono de menores.

Mientras tanto, los vecinos no salen de su asombro. “Solo veíamos al hombre. Jamás pensamos que dentro había niños. Nunca oímos nada. Era como una casa vacía. Una casa cerrada. Una casa que ahora, sabemos, escondía algo espantoso”, dice una vecina.

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