¿Quieres conocer el perfil dietético de los bebés asturianos?

¿Quieres conocer el perfil dietético de los bebés asturianos

Un estudio saca a la luz una mejorable adherencia a la lactancia materna, un excesivo consumo de carne y escaso de frutas y verduras y un déficit de vitamina D

 

El trabajo ha sido realizado por investigadoras del Área de Fisiología de la Universidad de Oviedo, facultativos del Servicio de Salud del Principado de Asturias y científicos del grupo de Microbiota, Alimentación y Salud del IPLA-CSIC y ha sido publicado en la revista ‘Nutrients’

 

Los resultados pueden ser útiles para la creación de futuras directrices centradas en la promoción de la lactancia materna y en los hábitos alimentarios saludables en los primeros años de vida

 

Oviedo/Uviéu, 30 de mayo de 2021. El perfil dietético de los niños asturianos de entre 2 y 36 meses se caracteriza por la limitada adherencia a la lactancia materna, el excesivo consumo de carne y reducido de frutas y verduras y el déficit de vitamina D entre los nutrientes. Estos son los datos fundamentales de una investigación liderada por la Universidad de Oviedo que acaba de ser publicada en la revista Nutrients, de máximo impacto en su área de conocimiento.

 

Los autores del trabajo recuerdan que los primeros años de vida representan una oportunidad idónea para establecer patrones dietéticos adecuados y mantenerlos en el tiempo. El objetivo de la investigación fue describir la dieta de una cohorte de niños españoles, residentes en Asturias, de 2 a 36 meses e identificar los componentes que pudieran influir en la calidad de su nutrición a los 24 y los 36 meses de edad. El trabajo ha sido llevado a cabo por investigadoras del Área de Fisiología de la Universidad de Oviedo, junto a facultativos del Servicio de Salud del Principado de Asturias y científicos pertenecientes al grupo de Microbiota, Alimentación y Salud del IPLA-CSIC, en el contexto de un proyecto a nivel europeo.

 

Sonia González Solares, investigadora del área de Fisiología de la Universidad de Oviedo y firmante del estudio, resume en cuatro puntos las principales conclusiones del trabajo. Primera, a pesar de las recomendaciones internacionales de mantener la lactancia materna exclusiva hasta al menos los 6 meses de edad, solo el 53,6% de los bebés que formaron parte de la investigación eran alimentados con leche materna a los 2-3 meses. Segunda, entre los 12 y los 36 meses de edad, el consumo de carne era superior a las recomendaciones nacionales en contra de lo que ocurría con las frutas y verduras. Tercera, el trabajo ha identificado la vitamina D como un nutriente a vigilar en estas etapas tempranas, y cuarta, aquellos niños con un mayor consumo de verduras en la alimentación complementaria a los 6 meses tenían un patrón dietético más mediterráneo a los 36 meses.

 

Las conclusiones de este estudio, que se engloba dentro de un proyecto europeo coordinado desde el IPLA-CSIC y financiado por la Convocatoria Europea JPI, EarlyMicroHealth, describen la evolución de la dieta de una población de niños residentes en Asturias desde el nacimiento hasta los 3 años de vida. La autora principal destaca que los resultados obtenidos pueden ser útiles para la creación de futuras directrices centradas en la promoción de la lactancia materna y en los hábitos alimentarios saludables en los primeros años de vida.

 

La población estudiada

La cohorte estuvo compuesta por 97 bebés que fueron seguidos desde los 2 y 3 meses de vida hasta los 3 años de edad, estableciéndose cuatro grupos longitudinales en función de la alimentación: lactantes, periodo de destete, dieta de transición y dieta familiar. Los participantes fueron reclutados a través del Servicio de Pediatría de Atención Primaria de Asturias, durante la primera consulta médica.

 

Sonia González destaca que “nuestros resultados aumentan el conocimiento existente sobre la evolución de la dieta desde el periodo de lactancia hasta la dieta familiar en una cohorte mediterránea, identificando objetivos dietéticos que podrían determinar la adherencia a una dieta de mayor calidad en edades posteriores”. La investigadora subraya además que, “considerando la importancia para la salud de la primera etapa de la vida, el conocimiento obtenido a partir de estos resultados podría ser útil en la creación de futuras guías enfocadas a la promoción de hábitos saludables”.

 

Lactancia materna

A pesar de las recomendaciones de la OMS a favor de la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, los resultados del trabajo muestran que solo un 53,6% de los niños de la muestra eran amamantados a los 3 meses.  A lo largo del tiempo, la duración de la lactancia materna fue relativamente buena, con un 7,8% de los niños que continuaban siendo amamantados a los 36 meses en comparación con el entre el 2% y 6 % reportado por otros trabajos internacionales para el intervalo de edad entre los 23 y los 48 meses. Los autores apuntan que aún es necesario fortalecer estrategias para promover la lactancia materna en los primeros meses de vida.

 

Alimentación complementaria

Según los autores del trabajo, la alimentación complementaria representa una etapa crucial en la que se debe alcanzar un equilibrio para garantizar los requerimientos energéticos y nutricionales del niño, permitiéndole tener un desarrollo adecuado a su edad y considerando su limitada capacidad digestiva. En este contexto, aparte de las fórmulas infantiles y la leche materna, las frutas fueron uno de los alimentos más consumidos en la muestra a los 6 meses de edad, seguido por cereales infantiles. Este patrón fue similar al de otros países mediterráneos, como Italia, y diferente respecto a otros, como Inglaterra, donde el arroz es el alimento de partida.

 

Dieta de transición y dieta familiar

De los 6 a los 12 meses, se produjo un cambio progresivo en la textura de los alimentos pasando del 9,9% de una dieta semisólida al 66,7%, respectivamente. A los 12 meses de edad, la dieta se denomina dieta de transición porque, aunque se consumen todos los grupos de alimentos, se mantiene la lactancia materna, los productos infantiles y una consistencia semisólida en las preparaciones. A los 24 y 36 meses, la mayor parte de la muestra tenía una dieta familiar regular. “Curiosamente, a los 36 meses se observó una reducción en la ingesta de vegetales a favor de la carne y los productos cárnicos, lo cual está en línea con otros estudios y es representativo de la dieta de adultos en países occidentalizados”, apunta la investigadora.

 

Déficit de vitamina D

La investigación ha revelado un déficit de vitamina D en la muestra poblacional estudiada. En España, los niños reciben suplementos de vitamina D hasta los 12 meses de edad y, al ser un país soleado, es probable que los requerimientos estén cubiertos.  Sin embargo, un estudio previo en Asturias sugirió que la exposición al sol puede no ser suficiente para cubrir estas deficiencias. Por tanto, sería necesario aclarar si es necesaria la suplementación con esta vitamina durante un período más prolongado para cubrir los requerimientos nutricionales.

 

Adherencia a la dieta mediterránea

En cuanto a la adherencia a la dieta mediterránea a los 36 meses, se encontró que aquellos niños que comían verduras a los 6 meses de vida tenían mejores patrones de consumo a los 36 meses. La relación entre el grupo de verduras y una mayor adherencia a la dieta mediterránea está bien documentada.  Entre las frutas más consumidas en la muestra, se encuentran plátano, manzana, pera y naranja, seguidas de ciruela y fresa en menor proporción.

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