La temida pregunta

La temida pregunta

Víctor tenía un raro síndrome: los ojos de Víctor no podían ver su propio cuerpo, es más, Víctor era un ser invisible para sí mismo. Para que te hagas una idea su vida era como si estuviera viendo una película desde la oscuridad de una sala de cine y no pudiera siquiera verse las manos ni las piernas en la butaca. Como Víctor no podía confirmarse a sí mismo que existía procuraba que los demás le hicieran señales de que, al menos, para ellos no era un fantasma.

 

¿Te puedes imaginar la sensación de ser invisible para ti mismo y para los demás? Para evitar esto procuraba ganarse todo el reconocimiento posible cada segundo de su vida, cuando no lo conseguía Víctor se sumía en una depresión absoluta. Si no conseguía algún gesto de admiración del resto temía acabar allá donde viven los mediocres, los insignificantes.

 

Cuando Marta se enamoró de Víctor éste se aferró a ella porque le daba seguridad, al menos ella lo veía y él no tenía que esforzarse en ser visto. El daño colateral del síndrome de Víctor era la adicción a un estado de inconformismo y duda constante. En cuanto se ganaba la seguridad comenzaba a desconfiar del valor de aquellas palabras aduladoras y del peso de la opinión de esa persona; era como dar valor a nuestra madre cuando nos dice que somos los más guapos del mundo. Víctor rompió con Marta, necesitaba que lo quisieran menos para dar valor a ese amor.

 

A la edad de 50 años cuando, preparando una ponencia ante un grupo de grandes empresarios en su fabuloso dúplex junto a la playa, Víctor resbaló en la bañera e, inmóvil en un charco de sangre, tomó conciencia de su cuerpo y de su vida de teatro la escasa hora que estuvo tendido en el suelo hasta que llegó su asistenta.

 

¿Sabes qué sensación experimentan aquellas personas que saben que van a morir en un breve período de tiempo y han vivido siempre en función de lo que piensan los demás? Víctor decía haber vivido en su cabeza lo mismo que si huyera de un incendio. El tormento era ¿QUÉ ME LLEVO? ¿Qué único recuerdo me sirve para llegar al segundo antes de la muerte con una sensación de satisfacción (que, al fin y al cabo, a falta de creencias religiosas, eso es para mí el sentido de la vida)?


Nada de lo que tenía en ese momento le servía para mitigar el miedo, realmente no había hecho nada en su vida para sí mismo, para sentirse pleno en soledad y dejar de temblar al esperar al muerte. No hay peor tortura que llegar al final y darse cuenta de que has perdido el tiempo en tonterías que creías que te servirían para morir satisfecho. Con suerte Víctor tendrá Alzheimer y no se hará, al final, este tipo de preguntas.

 

Espero vuestras opiniones. ¿QUÉ TE LLEVAS? ¿Estáis preparando la mejor respuesta a la temida pregunta? ¿Algun@ se quedaría en blanco?

 

@Jcaperan

jacaperan@gmail.com

4 comentarios

  • # ciudadano Responder

    05/12/2011 20:42

    me llevo alguna buena sensación de haber estado con alguna buena persona buscando la verdad de la vida.

  • # JULIA Responder

    07/12/2011 16:21

    YO SE QUE ME LLEVARÉ LO MEJOR, SABER QUE MUCHA GENTE ME HA QUERIDO POR EL INTERES..... PERO QUE YO HE AMADO DE VERDAD, SIN CONDICIONES, Y SENTIR QUE PUEDES DAR ESE AMOR SIN ESPERAR NADA ES LO MEJOR.

  • # José Ángel Caperán Responder

    08/12/2011 09:51

    Estoy de acuerdo Julia, si uno quiere que le hagan feliz debe ser uno mismo el que dé el paso de dar aquello que quiere recibir y, por su puesto, sin esperar recibir nada a cambio. Si no lo esperas es cuando lo recibes porque nadie da amor a chantajistas

  • # Iria Responder

    09/12/2011 15:16

    Yo me llevo el haber aprendido a ser feliz conmigo y pesar de mí. El ser auténtica. El haber encontrado gente que me quiere de verdad y de vez en cuando encontrar también a los que no y ser capaz de no disgustarme mucho con ello.

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