En el pueblo Las Caldas, a muy pocos kilómetros de la capital asturiana, elevado sobre los ríos Gafo Y Nalón,  se encuentra un hermoso castillo digno de un cuento de hadas.

Edificio historicista, inspirado en los antiguos castillos medievales, fue reconstruido a partir de ruinas  más antiguas en el siglo XIX. No se sabe exactamente en que año fue su construcción original, pero en la época de Alfonso II ya aparecen datos sobre él.

En 1306, el Rey Fernando IV ordenó que el castillo fuese arrasado, como castigo a los señores que residían en él por sus abusos con las gentes del lugar.

En el siglo XV, se comenzó a utilizar como lugar de recreo de los Obispos de Oviedo.

Todas estas construcciones tienen sus fantasmas e historias, y este no podía ser menos.

Cuenta la leyenda que siendo señor del castillo un hombre feroz, ocurrió una tragedia. Este hombre, tenía una hija llamada Irene, que se enamoró de un paje, que pronto sería nombrado caballero. Los dos jóvenes se amaban en secreto, pero un día fueron descubiertos por el padre.

Hubo una pelea entre los dos hombres donde el señor fue herido de muerte por el joven. El muchacho fue a pedirle perdón a Irene por lo que había hecho, pero ella renegó de él ante la pérdida de su progenitor.

Entonces Pablo se arrojó a las aguas del Nalón, partiéndose la cabeza de una roca.

Dice la gente del lugar que esa piedra existe y todavía puede verse manchada con la sangre del paje