Salvemos a las morsas

Salvemos a las morsas

Hace apenas dos minutos, pasando 22 de las 12, conforme caminamos estas teclas, se ha encendido la mecha de la vida, en Pamplona, parada obligada. Hasta aquí ni yo ni nadie podrá aportar más novedades que las del tiempo, y que si está caliente el pan o qué le pasa a mi vecino, o si estarán ustedes de vacaciones. En Iruña, si están dentro (adentro el alma) que lo disfruten, y si no lo están, anótenlo, y apresúrense que todo tiende a cerrar, incluso la felicidad de perfil bajo.

 

De un año casi a esta parte ha llegado tanto náufrago que la cola de la comisaría para sacar el pasaporte de hasta aquí llegaron las posibilidades de estos cabrones de colonialistas dobla la esquina, Gil de Jaz arriba, Gil de Jaz abajo (esto, pongamos que Oviedo). El resumen de este periplo (un año) tremendo de miserias se queda en un suspiro, el deliquio impostor de las canciones de amor o de los poemas de la gente mayor. Al fondo a la derecha, leo en este tren de juguete que Leticia Sabater regresa de una gira que va de la estupidez a la estulticia. Bolos eternos los de la idiotez. En este trabajo innombrable incluso en voz baja, en que todos los días buscando pronombres personales y artículos indeterminados, esta gota gruesa e impresentable resulta ser ese resumen. Nada pedir, nada  recibir. Después de tanto curro, en el mapa del tesoro solo había mapa. Cómo no van a beber los piratas.

 

En esta diversidad de las nostalgias, en el corazón de la geología, en la luna de cartón, salvemos a las morsas como prioridad social hacia el absurdo. Robo a Zitarrosa con todo un cabezazo de admiración y tembleque esta frase digna de los aduaneros que renunciaron a las líneas de los mapas que se ven desde el avión (y que luego volvieron felices a sus casas): “Mi corazón está mejor sitiado que mi casa, mi barrio, cercado por mi pueblo. En mi barrio vive el presidente, cercado por un muro casi derrumbado”. Esta tarde, y la de mañana, y esa que aún  no sabemos por dónde anda, en la acera breve de la parte derecha de la Estafeta corre un niño con una pegatina que dice ‘Salvemos a las morsas’. Habrá quien diga que esto solo pasa en sanfermines. 

 

FOTO: (via twiter)

Ya no queda nada!!! Felices fiestas a todos

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