Un lugar en el infierno

Un lugar en el infierno

En situaciones extremas, guerras, incendios, terremotos o, como es el caso, crisis despiadada, la gente corriente suele optar o por recogerse en el nido más íntimo, debajo de la manta, o por huir a otro país con la intención de no volver jamás. Cuestiones ambas ajenas al sentido común, que recomienda dar la cara, encajar los golpes y ser solidarios con todo hijo de vecino.

Están muy saturadas las conciencias de mensajes políticos obvios: de esto hay que salir juntos, hay que hacerlo entre todos, trabajemos unidos, y demás falacias de aspecto monjil y alma cuartelera. También está lleno el depósito de tener muy claro quién va a pagar la porcelana rota, de ahí que las tentaciones ciudadanas sean parcas y egoístas: o me quedo en casa o me voy a Londres y ahí os quedáis. Con el panorama cada vez más diáfano para los culpables y negro como la noche para el pagano, parece legítima la desconfianza y poco censurable el individualismo.

El otro día varios de los universitarios premiados por sus expedientes fin de carrera, es decir los mejores estudiantes asturianos en el último recuento de cerebros, no descartaban salir al extranjero a estudiar más o a trabajar ya. Su análisis de la situación está a juego con la misma, pero es mucho más interesante la profundización que hacen en la valoración de las goteras del sistema: la docencia del siglo XXI está más preocupada en preparar al alumno para que saque el título que en abrirles al conocimiento. No me extraña que huyan.

 

Ilustración: Una pintura de Peter Paul Rubens de Lot y su familia huyendo de Sodoma.

1 comentario

  • # AyotRhJXGIXo Responder

    02/04/2012 10:07

    Es lo que pasa cuando mucha gente ni isuqiera asocia esa forma a Google Earth. Se dan cuenta de que tu eres un extraf1o que ves algo en esa caseta, donde ellos no ven nada.

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