El Principado registra un dramático aumento del 2.700% en muertes por calor en dos meses, sumándose a la crítica cifra nacional de 1.180 fallecimientos que expone la creciente vulnerabilidad de las regiones del norte de España.
La letalidad de las olas de calor se manifiesta con una crudeza sin precedentes en Asturias, una comunidad que históricamente ha disfrutado de veranos más templados. Entre el 16 de mayo y el 13 de julio de 2025, el Principado ha contabilizado 28 fallecimientos atribuidos directamente a las altas temperaturas, un salto alarmante desde la única muerte registrada en el mismo periodo del año pasado. Este incremento del 2.700% subraya cómo el fenómeno del calor extremo está redefiniendo el mapa de la vulnerabilidad en España.
Este trágico balance en Asturias forma parte de una crisis nacional de mayores dimensiones. En el conjunto de España, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III ha atribuido un total de 1.180 fallecimientos a las olas de calor en el mismo periodo. Esta cifra representa un aumento de más del 1.300% respecto a 2024, cuando se contabilizaron 70 decesos a nivel nacional en las mismas fechas, o un 935% si se compara con los 114 fallecimientos registrados por otras fuentes.
El Norte, una nueva zona de riesgo crítico
Lo que resulta particularmente preocupante es la concentración de esta mortalidad en regiones tradicionalmente asociadas con veranos moderados. Junto a Asturias, Galicia, La Rioja y Cantabria figuran como las comunidades autónomas más afectadas. Expertos señalan que esta circunstancia podría estar relacionada con una menor adaptación estructural y social frente a episodios de calor extremo en estas zonas. Mientras que en regiones como Córdoba la mortalidad por calor se dispara a partir de los 41,5 grados, en Asturias el umbral de riesgo desciende a los 26 grados.
El mes de junio de 2025 ha sido el más cálido registrado en España desde que hay series históricas, con una temperatura media mensual de 23,6 grados, superando en 0,8 grados el récord anterior de junio de 2017 y excediendo en 3,5 grados la media del periodo climático 1991-2020. Solo en junio, 380 personas perdieron la vida por el calor, frente a las 32 de junio de 2024. La tendencia es ascendente: en la primera semana de julio, las muertes por calor se incrementaron un 47% respecto al global de junio.
Un "asesino silencioso": el perfil de las víctimas
El calor actúa como un "asesino silencioso". El 95,08% de los fallecidos a nivel nacional eran personas mayores de 65 años. De ellos, el 59,24% eran mujeres, una proporción que se explica tanto por su mayor presencia en edades avanzadas como por factores fisiológicos que aumentan su vulnerabilidad a los efectos del calor.
El Observatorio de Salud y Cambio Climático (OSCC) ha constatado un "episodio térmico de intensidad excepcional", caracterizado por un aumento "sin precedentes en las temperaturas medias y un incremento notable de la mortalidad atribuible a las olas de calor". Los impactos del calor van más allá de los golpes de calor directos; el esfuerzo del cuerpo para regular su temperatura agrava condiciones preexistentes, especialmente enfermedades cardiovasculares y respiratorias, lo que explica la mayoría de los decesos. La dificultad de atribuir directamente estas muertes al calor en los certificados de defunción, y el hecho de que muchas ocurran en los hogares, hacen que las cifras reales puedan ser aún mayores. Fenómenos como las "noches tropicales" (temperaturas superiores a 20°C) o "tórridas" (superiores a 25°C) impiden la recuperación fisiológica, y el efecto "isla de calor urbana" en las ciudades magnifica el riesgo.
El impacto del cambio climático y la respuesta preventiva
Estos eventos extremos son cada vez más frecuentes, intensos y prolongados, un patrón inequívocamente vinculado al cambio climático. España, y en particular la cuenca mediterránea, se calienta un 20% más rápido que la media global. Las previsiones meteorológicas apuntan a que julio continuará con temperaturas por encima de la media histórica en todo el territorio nacional, con una probabilidad estimada superior al 70%. La magnitud de la situación se refleja en los 76 niveles de riesgo rojo por calor extremo registrados en el país, frente a ninguno en el mismo intervalo de 2024.
Ante este escenario, el Ministerio de Sanidad, en colaboración con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y el Instituto de Salud Carlos III, mantiene activo el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud 2025. Este plan, en vigor desde mayo hasta septiembre, busca reducir el impacto en la salud y proporciona un sistema de alertas con diferentes niveles de riesgo (normalidad, precaución, riesgo alto). La Consejería de Salud del Principado de Asturias también ha activado sus propios niveles de alerta, como el nivel 2 (riesgo moderado), y difunde recomendaciones específicas para proteger a la población.
Las autoridades sanitarias insisten en la importancia de seguir un decálogo de precauciones:
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Hidratación constante: Beber agua y líquidos con frecuencia, incluso sin sed, y evitar bebidas con cafeína, alcohol o muy azucaradas.
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Protección del sol y reducción de actividad: Evitar la exposición directa al sol y la actividad física intensa durante las horas centrales del día (10:00 a 18:00 horas).
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Ambientes frescos: Permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos, a la sombra o climatizados, y refrescarse con duchas o paños húmedos.
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Vestimenta adecuada: Usar ropa ligera, holgada y transpirable, preferentemente de colores claros, y proteger la cabeza con sombreros.
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Alimentación ligera: Optar por comidas ligeras y frescas (frutas, verduras, gazpachos).
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Cuidado especial a vulnerables: Prestar atención a bebés, menores, personas mayores, embarazadas y quienes padecen enfermedades crónicas, ya que son los más susceptibles.
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No dejar a nadie en vehículos: Nunca dejar a personas (especialmente niños) ni mascotas en el interior de vehículos estacionados y cerrados.
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Atención a síntomas: Consultar al personal sanitario si se presentan síntomas relacionados con el calor como mareos, dolor de cabeza o debilidad, y llamar al 112 en caso de golpe de calor.
La dramática realidad de las cifras en Asturias y el resto del país resalta la urgencia de concienciar y adaptar comportamientos y estructuras ante un futuro marcado por temperaturas cada vez más extremas.