Tino 'el Roxu', el último gran rey de la sidra asturiana

Tino el Roxu, el último gran rey de la sidra asturiana

El hombre que convirtió el escanciado en arte, duplicó la suerte en la Lotería de Navidad y dejó una huella imborrable en Gijón y en toda Asturias

 

Florentino Mañana García, para todos Tino ‘el Roxu’, se ha ido ayer a los 76 años dejando vacío el vaso que tantos llenó con destreza, alegría y carácter. No fue solo un escanciador prodigioso ni un hostelero visionario. Fue un icono vivo de la sidra asturiana, un alma de barrio que supo conquistar los grandes escenarios sin perder la esencia, el gesto amable ni el acento de casa.

Nacido en Nava, en plena Comarca de la Sidra, Tino comenzó trabajando como soldador en Astilleros Riera, pero lo suyo era otro tipo de forja: la de los recuerdos y los momentos compartidos con un culín en la mano. De ese oficio que 'mamó' en casa hizo su estandarte. En Gijón abrió su sidrería, primero humilde, luego espectacular. La llenó de vida, parroquianos y espectáculos que hoy serían virales.

El campeón del escanciado

Verle escanciar era puro teatro. Se colocaba hasta siete vasos en fila, o uno en lo alto de un bastón, y servía sin mirar, con una precisión pasmosa. "No era un chigrero: era un artista", recuerdan los viejos parroquianos. Su número en la Expo del 92 en Sevilla junto a Pedro Morán y Monchu “el de La Máquina” fue uno de los grandes hitos de la promoción gastronómica asturiana: el público hacía cola para ver cómo caía la sidra de Trabanco desde sus manos mágicas.

Samuel Trabanco lo define como “un chigreru con alma y corazón de los que ya no quedan”. Fue un defensor férreo de la sidra, mucho antes de que fuera tendencia. Él la puso en el mapa nacional con un estilo que combinaba autenticidad y espectáculo.

Dos 'Gordos' de Navidad y una vida de película

A Tino también le sonrió la suerte. En 1988 repartió el 'Gordo' de Navidad desde su sidrería en la calle Hermanos Felgueroso, sede de la Peña Sportinguista Jiménez, desatando una lluvia de millones en Gijón. Y 19 años después, lo volvió a hacer gracias a dos participaciones de la Peña Bolística Contrueces. Increíble, pero cierto.

Con el primer premio, modernizó su negocio y lo trasladó a la avenida de la Costa, donde montó una sidrería del siglo XXI, sin perder el alma de chigre. Allí cada 5 de enero cortaba la calle para invitar a los Reyes Magos a un culín, porque para él la sidra no era solo bebida: era comunidad, encuentro, familia.

Un legado que no se esfuma

Tino entendió antes que nadie que en el escanciado no solo cae la sidra: cae la cultura entera de un pueblo. Fue pionero en unir comercio y espectáculo, como recuerda el crítico Eufrasio Sánchez. Y no solo era figura en la barra. Lo era también en los bolos, en el rugby, en las peñas y en el corazón de quienes le conocieron.

Le lloran su esposa María Emilia Zamorano, sus hijas Noelia y Leticia, sus nietas Paula y Bárbara, y todos los amigos con los que compartía veranos en Alicante. Le velan en el Tanatorio de Cabueñes, y este sábado le dirán adiós a las 13:00 horas en la capilla. Sus restos serán incinerados allí mismo.

Que no se nos olvide nunca Tino

Hoy Gijón y Asturias pierden a un símbolo. Pero el escanciado de Tino 'el Roxu' seguirá cayendo invisible cada vez que alguien levante el brazo y mire al vaso. Porque su estilo, su entrega y su alma siguen vivos en cada culín bien servido, en cada barra bien defendida, en cada parroquiano bien tratado.

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