Una empleada de residencia en Mieres humilla y agrede brutalmente a una anciana de 95 años: piden 2 años de prisión y una indemnización

Una empleada de residencia en Mieres humilla y agrede brutalmente a una anciana de 95 años: piden 2 años de prisión y una indemnización

La Fiscalía solicita la condena para una trabajadora de la residencia por golpear, vejar y causar lesiones graves a la mujer, en un caso de maltrato que deja al descubierto la vulnerabilidad de los mayores en las residencias.

 

El silencio en la sala del Juzgado de lo Penal número 1 de Oviedo se hace tenso mientras la Fiscalía del Principado de Asturias prepara su intervención. La acusación es grave: una empleada de una residencia de mayores de Mieres, que en febrero de 2024, agredió y vejó a una anciana de 95 años de forma cruel y degradante. La mujer se enfrenta a una solicitud de condena de dos años de prisión y a la inhabilitación para trabajar con personas mayores durante el mismo tiempo, además de la obligación de indemnizar a la víctima con 3.280 euros.

El 5 de febrero de 2024, la residente, una mujer de 95 años, terminó su baño matutino en la residencia, sin saber que ese día marcaría un antes y un después en su vida. Según el relato de la Fiscalía, la empleada, en un acto de humillación, cogió con una mano a la mujer por el cuello y con la otra por el pelo, la sacó del aseo a empujones y la tiró al suelo, dejándola desnuda y en una posición humillante durante diez minutos mientras hacía la cama de la víctima. Pero el abuso no terminó allí. Con una violencia indescriptible, la mujer pisó la cabeza de la anciana, la levantó bruscamente y la arrojó sobre la cama. El rostro de la víctima, aún marcado por el dolor y el sufrimiento, dejó claro que aquello no había sido un accidente: fue un acto deliberado de violencia.

El sufrimiento y la denuncia

Las lesiones fueron evidentes. La mujer sufrió hematomas y equimosis en diversas partes del cuerpo, lesiones que no solo le causaron dolor físico, sino también un profundo daño psicológico. Tardó siete días en sanar, pero la herida más profunda no fue la que dejaron las marcas visibles en su piel, sino la que le quedó en el alma. El trato degradante y humillante al que fue sometida la víctima la dejó marcada de por vida.

La denuncia fue interpuesta poco después de que los familiares de la anciana se percataran de las lesiones y los efectos emocionales del trato recibido. La situación fue investigada a fondo, y hoy, la acusada se enfrenta a la justicia. La Fiscalía no ha dudado en calificar los hechos como un delito contra la integridad moral, y también un delito de lesiones. La acusación, además de pedir la pena de prisión, ha solicitado que se indemnice a la víctima con 3.280 euros por el sufrimiento causado, así como al SESPA por los gastos médicos ocasionados por las lesiones. En cuanto a la responsabilidad civil, la residencia en la que ocurrieron los hechos se enfrenta a la posibilidad de responder subsidiariamente.

La protección de las personas mayores en cuestión

Este caso pone de manifiesto un problema que, a pesar de la conciencia social creciente, sigue siendo una realidad en muchos centros de atención: el maltrato a personas mayores. La vulnerabilidad de los residentes de estos centros hace que situaciones como la de Mieres no solo sean condenables, sino absolutamente inaceptables. Las residencias de mayores tienen la responsabilidad no solo de proporcionar cuidados físicos, sino de garantizar que sus residentes vivan con dignidad y respeto, algo que, evidentemente, fue negado en este caso.

En este juicio, que se celebra hoy, la justicia se ve llamada a dar una respuesta a una de las situaciones más desoladoras que se pueden vivir en una sociedad: el maltrato a nuestros mayores, los que han dado tanto a lo largo de su vida, y que, en su etapa final, deberían recibir todo el cuidado y respeto posibles.

La vista oral

La vista oral, que comenzará a las 11:30 horas de hoy, 8 de mayo de 2025, se prevé clave para determinar el futuro de la acusada. La Fiscalía ha expuesto ya la gravedad de los hechos, y espera que la justicia imponga una condena ejemplar para enviar un mensaje claro: no se puede tolerar el maltrato a los más vulnerables de nuestra sociedad. En el banquillo de los acusados no solo se encuentra una persona, sino también una institución que debe responder por lo sucedido.

Un mensaje de prevención

Este caso no solo trata sobre el destino de una persona que ha maltratado a una anciana, sino sobre la necesidad de una mayor supervisión en las residencias y la urgente implementación de medidas de control. Los empleados de estos centros deben ser seleccionados, formados y supervisados con rigor, ya que no es solo el bienestar físico de los residentes lo que está en juego, sino también su salud mental y su dignidad.

Lo sucedido en Mieres debe servir como un recordatorio de que, como sociedad, debemos velar por nuestros mayores y erradicar cualquier forma de abuso en sus vidas, especialmente en los entornos donde se supone que deberían sentirse más seguros.

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