Indignado

Indignado

Ahora, la única oportunidad de acampar libremente es ir de indignado, pero no individualmente, sino en tropa. Entonces acamparás en donde te salga de los rínfanos. Antes, en los aventureros años sesenta, colgábamos las mochilas y una tiendecita, nos montábamos en el auto-stop y plantábamos la tienda al final de la jornada prácticamente en cualquier sitio.

Cuando digo cualquier sitio exagero, pero sólo un poco. Vaya de muestra una ocasión que compartimos Carlos Sierra y el que firma allá por el año 65 ó 66: Volvíamos de una estancia playera en Torremolinos y paramos en Madrid. Ni cortos ni perezosos nos encaminamos hacia la Casa de Campo. En la entrada, los guardas nos pararon: ¿A dónde van? –A acampar.- De eso nada. Está prohibido entrar aquí por la noche y por supuesto acampar en todo momento

Así que, por una cuestecita subimos hasta donde nos pareció que había terreno para acampar: prado, árboles, arbustos y tranquilidad en la alta madrugada. La tienda de Carlos era blanca como la nieve y él la había decorado. Por un lado exhibía un cuadro a lo Miró, o sea, rayas, puntos, ojos, colorines planos. Por el otro se extendía de lado, a lado una estupenda rubia en biquini, este estaba prohibido en el Norte, pero no en la zona turística con sol.

Dormimos aquella noche con toda la pierna suelta que teníamos acumulada del viaje y el despertar fue glorioso: un concierto de motor y claxon con un ritmo insistente de silbato. Al abrir los ojos la realidad nos puso en nuestro sitio, que no era sino una especie de isleta del parque de Pintor Rosales rodeada de tráfico por todas partes menos el espacio aéreo. Los coches rugían y trompeteaban bajo la dirección de los guardias y sus pitos taladrantes. Nosotros, indignados, recogimos todo y retornamos al auto-stop aquella tarde, después de visitar el Prado y comer unos bocatas de calamares.

Todavía no nos explicamos cómo nadie vino a llamarnos la atención. Sobre todo pensando en el choque estrepitoso de nuestra tienda blanca decorada de aquella guisa en medio del casi frondoso parque. Como para intentarlo ahora. En todo caso acamparíamos en la foresta impenetrable de las normativas.

1 comentario

  • # Pepe Responder

    27/09/2011 22:39

    Muy bueno

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