Recetas de una abuela asturiana: Helao de mantecao “estruyentu” (¡que ya huele a verano hasta por la rendija del desván!)

Recetas de una abuela asturiana:  Helao de mantecao “estruyentu”  (¡que ya huele a verano hasta por la rendija del desván!)

¡Ay, cielín mío! ¡Qué receta vos traigo hoy pa refrescar el cuerpo y el alma, que ya huele a verano hasta por la rendija del desván! Hoy, en Recetas de una abuela asturiana, vamos preparar un helado de mantecado al más puro estilo estruyento, como Dios manda y la abuela Balbina cocina: con fundamento, con chispa y con mucha canela.

Cuando yo yera guajina, allá por los años en que la radio se encendía pa escuchar a Marisol y el helao era un lujo de domingos, mi güela Concha sacaba del congelador aquel molde de aluminio con un tesoro: un helao de mantecao que valía más que un anillo de oro. Cremoso, dulzón, y con ese toquecín a canela que te decía: tira pa casa, que aquí se vive bien. Pues hoy, a escasos días de que arranquen los calores, vos traigo la versión mía, modernina pero con sabor a infancia.

Ingredientes

  • 4 yemas de güevos camperos (si son de gallina feliz, mejor que mejor)

  • 500 ml de leche entera

  • 200 ml de nata pa montar (mínimo 35 % de grasa, que pa tristezas ya tenemos la cuesta de enero)

  • 150 g de azúcar

  • 1 vaina de vainilla o un chorrín de esencia buena

  • 1 palu de canela (de los que perfuman toa la cocina)

  • Una pizquina de sal (sí, pa despertar los sabores)

Elaboración

  1. Infusionar la leche: Echa la leche nun cazu con la vaina de vainilla abierta y el palu de canela. Calienta hasta que casi hierva. Apaga’l fueu, tapa, y deja que repouse 15 minutos. Aquí empieza la magia, cielín.

  2. Batir les yemes: En un cuenco, bate les yemas col azúcar hasta que quede una cremita amarillina, espesa y con espumuquina. Pa saber que tás en el camín, la cuchara tiene que dejar surco.

  3. Templar y mezclar: Cuela la leche y añádela a les yemas poco a poco, sin parar de batir, pa que nun se cuajen. Luegu vuelve col mezcla al cazu y calienta a fueu bajo, removiendo, hasta que nape la cuchara. Ojo, no hervir, que se corta el invento y da ganes de llorar.

  4. Reposo y frío: Deja que enfríe y mete al frigo unes horines (o tola nueche, si tienes paciencia).

  5. Montar la nata y añadir a la mezcla. Integra con movimientos envolventes, como si acariciaras a un nietu recién nacíu.

  6. Congelar: Si tienes heladera, pa dientro y sigue les instrucciones. Si no, congela nun táper, removiendo cada hora tres veces pa que nun cristalice.

  7. Servir con gracia: Saca’l helao unos minutos antes de servir. Presenta con un palín de canela y una sonrisa. Y si tienes nietos por casa, da-yos dos bolas. Que sepan lo que ye el verano de verdá.

Pues ya ta, corazón. Si con esto nun refrescas el cuerpo y el espíritu, ye que necesitas un baño nel Cantábrico y un abrazo de madre. Este helao de mantecao ye pa esos días de solón, de conversaciones a la fresca, de poner los pies en alto y decir: "ay, qué bien se vive cuando se vive bien."

¡A la buena hora, cielín! Y si lo faes, mándame foto que me hace ilu. ¡Ya sabéis que ahora me saluda más gente por la calle que a la alcaldesa!

 

 

¡Besinos de vuestra güela Balbina, que ya ta con el mandil limpio pa la receta de mañana!

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