Protesta de batas blancas

El presidente del Principado Javier Fernández se ufana de que durante su mandato se mantiene el estado del bienestar en Asturias. Para un socialista efectivamente debe ser un objetivo irrenunciable en política y máxime cuando se ocupa cargos de poder por elección de los ciudadanos. Pero en Asturias lo cierto es que una de esas patas del estado del bienestar cojea. Me refiero a la sanidad pública de la que disfrutamos prácticamente el cien por cien de la población del Principado.

Precisamente esta tarde se celebrará por el centro de Oviedo una manifestación de profesionales por una sanidad publica eficaz. Irá desde la estación del Norte hasta la gerencia del SESPA donde la calle de Argüelles. Y mañana, en el auditorio Principe Felipe, se celebrará un debate abierto con todos los partidos políticos con representación en la Junta General -PSOE, PP, Foro, IU y UPyD- organizado por la Asociación de Usuarios de la Sanidad (ASENCRO) según me informa una de sus responsables, la ovetense Susana Pérez-Alonso. Los representantes de las formaciones políticas expondrán en líneas generales sus programas durante cinco minutos -me parece un tiempo escaso- para desde ese momento los asistentes poder preguntar libremente por todos los temas de interés sanitario sin más cortapisas que lo que marca la educación.

Nadie pone en duda de que los asturianos tenemos probablemente la mejor red hospitalaria pública de España con siete hospitales para poco más de un millón de habitantes en una autonomía de 10.000 kilómetros cuadrados. Y como estrella de la misma el nuevo hospital central de Oviedo cuyo costo ha superado los 700 millones de euros pero que quizás por cierto apresuramiento en su puesta en funcionamiento es objeto de criticas y controversia incluso por la propia clase médica.

No es descubrir secreto alguno que desde que los socialistas asumieron la gobernabilidad del Principado en ésta una corta legislatura hay un malestar creciente en los distintos estamentos médicos centrado en la Consejería de Sanidad que preside el doctor Faustino Blanco. Las relaciones entre las partes sufren una cierta politización y por tanto cada dos por tres aparecen desencuentros y malestares que al fin y al cabo terminan siempre pagándolos los de siempre: el usuario.

El talon de Aquiles de la sanidad publica asturiana son las listas de espera. Un ejemplo, hace unos días un buen amigo que sufre de la espalda acudió a su médico de cabecera quien le solicito consulta con traumatología, servicio ubicado en el nuevo HUCA. Pasados unos días recibió una carta notificándole la cita con el traumatólogo para ¡Once meses más tarde!. Increíble pero cierto. También se está produciendo en los centros de salud que el paciente acuda a su médico y se encuentre con una nota en la puerta del despacho que dice se ha ausentado y acuda al servicio administrativo, fina forma por parte del galeno de expresar su protesta ante la propia Consejería de Sanidad.

Por supuesto que no hay listas de espera en la sanidad privada y de ahí que muchos ciudadanos estén apuntándose a seguros médicos que les permite acudir a consultas particulares y someterse a un scanner prácticamente de un día para otro, no como en la pública que también hay que esperar meses. Los radiólogos son otros especialistas de la sanidad pública que están que fuman en pipa por el descontento que acumulan.

Tal da la impresión, en definitiva, que la administración autonómica asturiana no puede con la sanidad pese  sus magnificas instalaciones y al excelente nivel de sus profesionales. Muchos de estos -principalmente del HUCA- se manifestarán esta tarde por el centro de Oviedo. La protesta de las batas blancas viene de lejos y va para largo. A ver que dicen mañana los representantes de los partidos políticos en ese debate que ASENCRO ha convocado en el auditorio.



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